Capítulo 31: Storm

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Narra Ares:

—Tiene que ser por aquí.—dice Roman mientras busca aparcamiento.

Miro por la ventanilla el estado del barrio. Sólo hay casas o caravanas, sucias y destruidas por fuera, con poca pintura. Casi en todos los rellanos hay gente charlando, fumando o escuchando música. Algunos cuentan billetes y otros se inyectan droga mientras ríen. 

—Vamos.—dice Roman bajándose, copio su acción.

Todas las miradas se posan sobre nosotros y es la primera vez que me siento incómodo. 

—Eh, relájate—dice Roman poniéndose a mi lado—. Que vivan así no significa que sean malas personas.—dice.

—Lo sé, pero siempre hay gente buena y mala en todas partes, Roman.—digo serio. Roman asiente y me hace un gesto. Le sigo y nos acercamos a una familia que está de barbacoa. La mujer embarazada nos mira de arriba a abajo y se acerca a la verja.

—Buenas tardes señora, estábamos buscando a—

—¿Tenéis hambre?—dice la señora cortando a Roman.

—No, gracias, queríamos preguntarle por—

—Oh, Dios mío, ¡que carro!—dice un joven apareciendo detrás de la señora—. ¿Puedo darme un voltio?—dice el joven acercándose más de lo normal a nosotros. Roman se echa hacia atrás y yo le sonrío al chico haciendo que me mire confundido.

—Se un buen chico y devuélvele la cartera, ¿vale?—el chico me mira sorprendido—. No eres el primer ladrón profesional que conozco, vamos, devuélvesela.—digo.

La madre mira al hijo con el ceño fruncido y el joven saca la cartera de Roman para devolvérsela. Roman saca un billete de cien dólares y se lo da al chico.

—No puedes conducir el coche, pero puedes ahorrar para el tuyo.—dice sonriéndole. No puedo evitar fijarme en la hermosa sonrisa que tiene. ¿La mía es así de hermosa?

—Siento lo de mi hijo, no le hemos criado así—dice la mujer apenada—. No quiero molestaros más, ¿qué buscabais?—

—De hecho... sí que tenemos hambre, ¿verdad?—digo hacia Roman, él asiente haciendo sonreír a la mujer de oreja a oreja.

—¡Pasad, pasad!, ¡hay sitio de sobra!—dice feliz—. ¡Cariño, prepara unos filetes para los jóvenes!—chilla a su pareja. Él asiente y vuelve a lo suyo—. Sentaos, sentaos—dice señalándonos unas sillas de camping con la tela raídas—. ¡Niñas, iros a jugar!—les manda la mujer a las niñas cuando se acercan a nosotros. Las niñas bufan, pero cumplen con la orden.

—Huele bien la comida.—dice Roman mientras la mujer coge al bebé.

—Gracias, hijo. ¿Cómo os llamáis?—dice sentándose en una silla con mejor forma que la nuestra.

—Roman y Ares.—digo.

—¿Sois pareja?—dice sonriente. No puedo evitar reír porque es la segunda vez que nos emparejan.

—¿Sois maricones?—dice el hombre acercándose para darnos los platos de carne. Para mi gusto, está poco hecha, casi veo la sangre, pero no digo nada. Roman parece contento con el resultado del filete.

—¡Manuel!, ¿qué cojones te he dicho de decir eso?—dice la mujer furiosa. El hombre rueda los ojos.

—Lo siento, ¿sois homosexuales?—dice de nuevo el hombre.

—No, sólo somos amigos, bueno, yo sí soy homosexual.—dice Roman. El hombre asiente.

—Siempre me he preguntado, ¿se siente bien por detrás? Verás, es que le he dicho a Layne, aquí mi señora, de probarlo con los aparatos esos modernos que hay, pero se niega.—

Fuck the Gallaghers (Shameless)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora