Fuck the Gallaghers (Shameless)

Capítulo 11: Bestia del Devre

Se lo dedico a @Dimalore por estar siempre ahí para mi, por apoyarme a mi y a mi novela incondicionalmente y por estar ahí siempre que lo necesito. ¡Te quiero con toda mi alma!

Tres meses. Habían pasado tres meses desde que me quedé en casa de Lucy. Pasamos la noche entre risas y películas. Desde ese día hemos salido más seguido junto a Mandy. Llevaba una semana sin ver a Mickey porque estaba ocupado con el asunto de Ian, quien parecía mejorar por días. De vez en cuando me quedaba con ellos  por las noches para ayudar a Mickey a controlar a Ian. Esas noches en casa de los Gallagher me ayudó a llevarme mejor con ellos.

Por mi parte, mi vida había cambiado radicalmente en tan poco tiempo. El trabajo en las ceremonias me daba una buena paga, paga que nos ayudó a papá y a mi a salir adelante. Actualmente, estamos en una buena situación económica. Kyle se mudó con nosotros y le alquiló su piso a Ares aunque la mayoría del tiempo era ocupado por Mickey e Ian, quienes contribuyeron al pago del mismo. Kyle había vendido sus muebles y nos había dado el dinero supuestamente para pagar su estancia en casa. Ares estaba más tiempo en casa de Lucy que en ningún sitio, lo sabía gracias a la rubia porque no había vuelto a hablar con él desde aquel día. A pesar de que ambos parecían estar en un ciclo de amor continuo, Lucy había estado más decaída desde las últimas dos semanas, por lo que me había contado, llevaba unos días sin saber absolutamente nada de Ares pero le ayudé a restarle importancia al asunto. 

Por otro lado, mi relación con Gideon se había vuelto... extraña. Los dos primeros meses fue todo jodidamente perfecto. Me llevó a aquella cita que cancelamos, a la de hacer surf y tuvimos sexo hasta el amanecer. Helen se había pegado a mi como una garrapata y eso me puto encantaba, aunque jamás lo admitiría. La hermana de Gideon era seria pero amable y al mes de dormir por primera vez a la casa nos dijo que iba a mudarse a Londres. Nos tomó por sorpresa pero gracias a que había conseguido que Gideon entendiera que estar con su hija era más importante que el trabajo, hizo cambios en su horario para cuidar de ella cuando no estuviera en el colegio de esa diabólica directora. 

Curiosamente, cuando Helen tenía las citas con el médico siempre era yo la que la acompañaba, sinceramente, creo que se había vuelto algo nuestro. El señor McCall notó mi interés por la medicina y me prestó un par de libros de su carrera para que les echara un vistazo. Me lo he leído un par de veces pero aún me niego a devolvérselos. Volviendo a mi relación con Gideon, éste último mes se me había hecho demasiado seco. Al principio odiaba que fuera tan empalagoso pero ahora era justo lo contrario, rara vez me besaba en los labios y era yo quien iniciaba el sexo. Quizás era impresión mía o quizás sólo era algo del trabajo, sólo sabía que mi cepillo de dientes había pasado de estar en mi casa a la suya y sentía que había cometido un error.

La relación de Helen y Carl, bueno... se fue al garete. Carl comenzó a salir con una chica de su edad hace poco y Helen no había dudado en mandarlo a la mierda. El joven se afectó al principio pero luego se justificó diciendo que la diferencia de edad siempre estaría en medio. Por mucho que la pequeña lo negase eso le había dolido y lo mostraba cada noche yendo a la habitación de Gideon a buscarme. Me alegraba estar acostumbrándome a tener críos cerca porque en unos meses mis sobrinos estarían en el mundo e iba a ser la tía más molona del puto mundo.

—Buenos días.—dije al llegar a la cocina.

—Hola, fea.—dijo Helen con la boca llena. Revolví su cabello con una sonrisa antes de acercarme a su padre.

—Buenos días.—susurré de nuevo cerca de él.

—Buenos días.—dijo besándome la mejilla. Agarré su rostro para moverlo y darle un pico. Me miró a los ojos antes de ofrecerme una tostada.

—¿Tienes algún plan para hoy?—preguntó Helen.

—Eres una cotilla—alzó una ceja al oírme—. Iré con Mickey e Ian al bar de Kev, queremos celebrar mi santo.—dije sonriente.