40. Dulce Pez [Final]

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No quiero que termine, no, aún quiero recordar.

Cuando llegamos a casa, Frankie estaba muy cansado, quería dormirse pero no, aún no podía hacerlo, no sin tomarse su vaso de leche. Noté que Kristin aún no había llegado, era mejor para mí.

—Boo, tengo sueño– dijo frotando sus ojitos.

—¿Ya pequeño? Aún no, debes tomar tu vaso de leche– sonrió melancólicamente.

—Bueno– rió– estaré en mi habitación con mis juguetes.

Mikey calentó un poco de leche y antes de subir a la habitación del pequeño Frank, sacó aquel frasco que días antes le dio Ray. Se le quedó viendo un momento y sacando una jeringa inyectó hacia el frasco, sacando siete gramos de ese pentobarbital de sodio.

—¿Qué haces Mikey?– se dijo a sí mismo.

Colocó aquellos siete gramos al vaso de Frank y se fue a la habitación de arriba.

—¿Ya estás listo para dormir pequeño?– dijo acomodandolo en la cama.

—¡Siii!

Lo acostó bien, tapando cada parte del pequeño cuerpo de Frank.

—Fue el mejor día de mi vida Mikey- sonrió Frank.

—Me alegro de que haya sido así, pequeño– las lágrimas comenzaron a caer.

—¿Lloras de felicidad?

—Si– sonrió.

—Te quiero Boo, también quiero a Gerard, ¿mañana me puedes comprar más peces?

—Mañana... claro.

Limpió sus lágrimas y antes de darle de aquel vaso lo tomó de las manos.

—Frankie, tú sabes que te quiero mucho, ¿verdad?

—Si, lo sé– rió.

—También sabes que siempre he querido lo mejor para tí y además... Desde aquel momento en que te ví en el hospital supe que sería una larga aventura a tu lado, cuando me pediste el dulce supe que serías el niño más tierno y lindo que yo he podido cuidar– lo acarició de las mejillas– no solo te quiero Frankie, te amo, siempre recuerda eso, recuerda que...– dirigió la mano de Frank a su pecho– recuerda que yo te tendré en mi corazón, siempre.

—También te tendré en mi corazón para siempre Boo– ambos se abrazaron y Frank también estaba llorando, no entendía nada pero sabía el inmenso amor que Mikey sentía por él.

—Ahora... Toma de tu vaso y duerme, duerme, duerme pequeño– sus lágrimas seguían cayendo mientras Frank tomaba de aquel líquido blanco.

Frank solo me sonrió, abrazando su peluche me miró una última vez y me dijo...

—Te amo, Boo– rió y se quedó dormido, con una sonrisa.

Aquel sueño sería eterno, Frank nunca volvería a abrir esos pequeños ojitos.

M-me quedé toda la noche a su lado, cuando amaneció quería volver a escuchar su risa, quería verlo sonreír y decirme que me quería. Pero era tarde, Frankie nunca despertaría y nunca despertó.

Kristin no llegó aquel día, cuando la llamé por la mañana dijo que estaba con sus padres y que se le había hecho tarde, corté la llamada y me dirigí a la habitación que era de Frank.

Su sonrisa aún estaba en su rostro pero aquel cuerpo no tenía vida. Lo envolví con las mantas que tenía su cama, tenía abrazado su peluche y cargandolo lo llevé al lago cerca de nuestra casa.

Mikey llegó cargando el cuerpo de Frank, vió que en aquel pequeño lago habían unos peces que estaban nadando. Destapó un poco el rostro de Frank y le dió un corto beso en la frente, volvió a envolverlo y amarró unas piedras dentro aquel tendido.

Con el dolor de su alma, lo botó dentro ese lago y vió como se hundía poco a poco, una vez mas sonrió y las lágrimas volvieron.

—Al menos pu-pude darte el mejor día de tu vida– limpió sus lágrimas– ahora si eres un "Dulce Pez"...

Dulce Pez «FRERARD»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora