4. Golpe fuerte en la cabeza

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Gerard salió corriendo, ni siquiera me esperó, fui detrás él y nos subimos al coche. Yo estaba preocupado, Gerard se moriría sin Frank, o bueno, eso decía.

Cuando llegamos, Gerard se dirigió a la enfermera.

¿Dó-dónde esta el paciente Frank Iero?– dijo llorando.

—El llegó hace unos minutos, esta en la habitación 196, el doctor dijo que iba a revisarlo, aún no pueden ingresar– dijo masticando su chicle.

—Pero yo, yo, yo necesito verlo– se dió la vuelta y se fue corriendo por las gradas.

—¡Gee! Dijo que esperemos, no puedes ir así nomás, ¡Gee!

Grité pero Gerard no me escuchó en lo absoluto, corrí junto con él y llegamos a dicha habitación, y justo ese instante estaba el doctor saliendo de la habitación.

—Doctor, e-el paciente de esta habitación es mi marido ¿qué pasó con él?– sus lágrimas caian y caían.

—Sufrió un accidente automovilístico, al parecer el chofer del camión contra el que choco estaba ebrio y le causa un fuerte golpe en la cabeza, pero ahora está estable– dijo calmado.

—¿Puedo pasar a verlo?

—Si, pero solo un instante, tiene que tomar reposo, con permiso– dijo y se retiró.

Ambos entramos a la habitación y ahí estaba el pequeño Frank, tenía una venda en la cabeza, moretones en la cara y en los brazos; estaba dormido, estaba indefenso.

—Frankie...– se acercó a  la camilla– ¿cómo pasó esto?– estaba triste.

—Gee... Deberiamos esperarlo afuera, el doctor dijo que...

—¡Ya sé lo que dijo el doctor! Pero no puedo dejarlo solo, no quiero– su voz estaba rota.

—Se va a poner bien, tienes que estar tranquilo, ven, vamos, cuando despierte le dirás lo mucho que lo quieres– sonrió.

Gerard estaba preocupado.

—Bueno, pero quiero preguntarle algunas cosas más al doctor– limpio su nariz– vamos Mikey.

Ambos nos dirigimos al consultorio del doctor, este nos dijo exactamente como fue el accidente.

Frank conduciendo, el camión contra él, la ambulancia llegando y llevándoselo, el auto destrozado al igual que nuestros corazones, yo también quería a Frank, ¿lo sabías Gerard? Pero, no me refiero a ese amor que se tenían ustedes, no, no, un amor diferente, era como un niño chiquito del que yo tenía que estar a cargo, cuidarlo para siempre.

*Lágrimas*

Después de eso, nos fuimos a la habitación de Frank, a esperar, cuando despertara el estaría ahí, estaría feliz de estar vivo, diria lo mucho que ama a Gee y luego iríamos a comer algo que a él le gustase.

Solo teníamos que esperar, quizá unos minutos, unas horas, o quizá esperar toda la noche, simplemente, no sabíamos cuanto teníamos que esperar pero lo haríamos, al menos yo lo haría.

Dulce Pez «FRERARD»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora