35. Perspectiva de Frank [Parte I]

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Gee me llevó a ver peces, habían muchos, eran muy bonitos y quería llevar uno para tenerlo con mi otro pececito.

—Está bien– sonrió.

Frank se quedó ahí, trataba de sacar algunos peces pero no podía, se escapaban de él, cada que estaba por agarrar uno se asustaba y luego reía.

—Eres muy bonito pececito– dijo riendo.

Miró detrás suyo, esperaba a que Gerard volviera y lo ayudará a llevar algunos peces.

—¡Gee!– gritó– ¡Gee! ¿Dónde estás?– sonrió levantándose despacio– ¿Jugaremos a las escondidas?– caminó unos minutos y cuando estaba a mitad del camino se detuvo– Gee dijo que no me mueva...– volteó de nuevo para volver a aquel río.

Estuvo aproximadamente unas dos horas jugando con los peces, leyendoles su libro y contandoles cosas.

—Rayos, tengo hambre– dijo tocando su estómago que ya estaba sonando– ¡Las galletas!– dijo abriendo su mochila– Que bien que no me las comí antes, voy a comerme una y guardaré para Gee– dijo mientras se comía una galleta.

Veía a los pájaros arriba de algunos árboles y les saludaba.

—¡Hola pajarito!– dijo haciendo un movimiento con su mano– Tengo más hambre– decidió comerse tres galletas más, con el dolor de su corazoncito y con amor en él guardo unas tres para Gerard– son para él, Frankie– se dijo a sí mismo.

Eran casi las cuatro de la tarde, estaba cansado y Gerard aún no llegaba.

Estaba viendo los peces, también ellos me veían, eran graciosos, luego ví un conejo.

N

o quería levantarse y que Gerard viniese a regañarlo por no hacer caso, pero se moría de curiosidad por ver más de cerca a aquel animalito. Se levantó y despacio comenzó a perseguirlo.

El conejo corrió y detrás suyo fue Frank, corrió y corrió, no se dió cuenta cuanto se alejó del río pero solo sintió pisar al vacío y cayó.

Al llegar al suelo vió a muchos más conejos, vió vacas, gallinas, pavos y pollitos caminando.

—¡Es genial!– dijo levantándose– ¡Auch!– tocó su rostro– me duele– una lágrima cayó por su rostro pero inmediatamente la limpió, vió a aquel conejo que seguía y siguió persiguiendolo.

Cuando estaba cerca del conejo un hombre mayor con aspecto rudo lo detuvo.

—¡¿Qué estás haciendo aquí?!– dijo amenzante.

—Perseguía al conejito– sonrió.

—¡No puedes entrar en propiedades ajenas niño!– era tan pequeño que creía que era un niño, comparado con aquel hombre Frank era muy muy pequeño.

—Lo siento– agachó la cabeza– me iré ahora mismo.

El hombre lo miró sonriendo y formando una sonrisa en su rostro dijo.

—No te vayas, acercate.


—¿Vamos a jugar?– levantó las manos.

—Algo más que eso– señalo una pequeña casita– ¿Ves la casa de allá? Vé y esperame ahí.

—¿Por qué?

—¡Porque yo lo digo!– su rostro cambio de inmediato de una feliz a una muy amenazante, Frank no quería, quería volver al río y espera a Gerard, pero el hombre lo seguía mirando y decidió hacer caso, luego iría corriendo al río y le pediría disculpas a Gerard.

Dulce Pez «FRERARD»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora