What is love? © [WIL #1] Disponible en Amazon (Tapa blanda y Kindle)

53. ❝Zona de amigos❞🌙

Tras bañarme y prepararme, veo la hora de mi teléfono. Marcan las 7:35 a.m., por lo que tomo mi morral que está sobre el escritorio y salgo del dormitorio para encaminarme a la cafetería y desayunar con mis amigos.
Como ya venía venir, allí me los encuentro a todos: Chloe, Christopher, Luke, David y Victoria, así que, sonr… Oh… ¡¿He dicho «Luke»?! ¡¿Ese de allí es Luke Crawley?! Dios mío, ¿de qué me perdí?

Acelero el paso sujetando con fuerza el celular con una mano, y acomodando las correas de mi bolso en el hombro cuando está por caerse en varias ocasiones. Al llegar saludo con un simple «Hola», y tomo asiento viendo cómo Luke y David conversan como si se trataran de mejores amigos de toda la vida. Todos me contestan y luego continúan con sus respectivas conversaciones, excepto Victoria que sólo desayuna en silencio. Desventajas de que antes de que yo llegase fueran número impar.
Supongo que está de más especificar que Chloe se encuentra hablando con Christopher.

—¿Cómo estás, Vic? —le pregunto, ignorando ahora a los demás.

—Bien… —contesta, alzando la mirada de su taza—. ¿Y tú?

Le respondo de la misma manera, sonriendo, y después me pregunta:

—¿Hiciste la tarea de Italiano? Yo no pude resolverla del todo…

Mi entrecejo se frunce.

—¿Qué tarea? ¿Había tarea?

—Sip… era mucha. ¿Cómo lo olvidaste?

Para lo que resta del año tendré que hacerme un recordatorio, está decidido… Repitiendo su cuestión, ¿cómo lo olvidé? Es extraño… Y no digas que estuve ocupada observando a David porque no es cierto.

En cualquier momento me dará un ataque.

—Tenemos Italiano a la primera hora —me recuerda—. Así que…

—¿Crees que llegue a resolverla ahora?

Hace una mueca, y luego contesta que no porque es muy larga, y no tendré hecha ni siquiera la mitad al momento que la campana suene. Yo suelto un suspiro frustrada, y empiezo a pensar en una posible solución. Mis ojos se posan en Janner de inmediato, y no precisamente porque me guste contemplarlo todo el tiempo que sea posible.

Sin despegar mi mirada de él, lo llamo y le pido su tarea. No me olvido de agregar un «Por favor» al final. Después de todo, yo tendré la asignatura antes que él y durante la primera hora y media no la necesitará para nada.

Me observa por unos momentos, con el ceño fruncido, sin responder. Sin embargo, toma su mochila sacando de allí una carpeta. Busca las hojas que necesita y me las entrega, son cuatro. Joder que era mucho.

Las tomo, y con una gran sonrisa, le digo:

—Dios mío, ¡gracias!

Voy hacia él para darle un abrazo, y los demás se ríen. Deben pensar que estoy exagerando, pero la verdad es que no. Yo creo que no, más bien.