What is love? © [WIL #1] Disponible en Amazon (Tapa blanda y Kindle)

48. ❝Destrozada otra vez❞🌙

Ya estamos a jueves.

Para serte plenamente sincera, no tengo muchas ganas de ir a la práctica de voleibol. La que creo que es la razón principal es que allí me encontraré con Katherine Shern, y obviamente verla es lo que menos me apetece.

Creo que nunca he detestado tanto a una persona de mi edad en tan poco tiempo y sin hablarle siquiera y, si me preguntas, la semana pasada (hace tres días también) la odié menos. Ahora el sentimiento es mayor y no lo comprendo completamente…

Ayer David ha puesto como estado de WhatsApp: «Yo queriendo enamorarte haciéndote sonreír, mientras que tú sin querer sonríes enamorándome», y yo, lo primero que pensé al leerlo, fue en ella. No entiendo por qué siento tantos celos. No debería porque Dumbo es mi mejor amigo, y además porque yo nunca he sido una chica tan celosa. Nunca, de verdad.

Lo pensé bastante y llegué a la conclusión de que posiblemente no sean celos; pero sí miedo. Miedo a que vuelvan a estar juntos y él se olvide de mí cuando más lo necesito. Me sentiría terrible, estoy segura.

Bueno… Como he dicho al comienzo, la principal razón es por la pelirroja; y el motivo que sigue es que últimamente todas las clases de voleibol son un desastre. Siempre que terminan algo me duele y recibo golpes cada tanto. La primera vez fue por culpa de Chloe, que por ella me hice muy mal ambas rodillas (dolió tanto que luego me costó un poco caminar, pero para no preocupar a nadie dije que estaba de maravilla mientras que por dentro maldecía en tres idiomas diferentes). Ese mismo día, para salir del gimnasio e ir a la enfermería, ¡bam!; un portazo.

Lista de cosas con las que golpear a Natalie Hofmann en la frente:

- Pelotas.

- Celulares.

- Puertas.

- Calzones

Sí, calzones.

¡ESTÚPIDO CRAWLEY!

—Mis tíos me trajeron ropa —me había avisado Luke, haciendo que levantara la mirada del celular.

«¿A mí qué demonios me interesa?», pensé.

—Pues, qué bien —le respondí sin tomarle demasiada importancia al asunto. Regresé de inmediato la mirada a la pantalla para seguir escribiendo mi mensaje a David Janner.

—Mira Hofmann, son nuevos —dijo poco tiempo después, revoleando una prenda y golpeándome en la frente con ella. Por suerte con eso no ha dolido nada, ¿a quién le dolería que lo golpeen con un trozo de tela? Creo que a una mosca. O ni siquiera eso, porque son tan rápidas que esquivan el golpe de una manera tan fácil que no logro comprender todavía.

Okey, yo había tomado con ambas manos lo que me aventó, ¡y eran sus boxers! Eran de color negro y… espera…, ¿eso qué importa?

—Qué lindos —contesté en voz alta, revoleándoselo de vuelta.