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7. ❝Niña de ojos verdes❞🌙

Luego de estar un poco más de media hora suplicando, logro convencer a la enfermera que me deje ir ya que me siento mucho mejor. Realmente, muchísimo mejor. Ya nada me da vueltas, he dejado de decir tantas incoherencias y gran parte del dolor desapareció. Todavía el malestar en mis piernas no se fue completamente, pero al escribir con las manos no tengo más excusas para seguir ausentándome a las clases.

Como no voy a ir con mi pijama a alguna de las aulas, al salir de la enfermería y tras amenazar a David para que ingrese a la asignatura que coincida con su horario, llego al segundo piso gracias al elevador.

Ya antes de estar frente al espejo me imaginaba que debía tener cara de zombie; que estaba despeinada; y, muy posiblemente, babeada; por eso al estar dentro de la habitación (cuya puerta estaba entreabierta, aunque no me preocupé por ello) camino derechito al baño. Al estar lista, me dirijo hacia el ascensor otra vez con mis pertenencias, y reviso la hora que indica mi celular. 10:42 a.m., en ocho minutos, para ser exactos, comienza el receso que está entre el segundo y el tercer bloque. No tengo más opción que esperar.

Saco los horarios de mi bolso, para saber hacia dónde debo ir una vez que terminen los quince minutos de recreo. Al leer «Historia» no me molesto en disimular mi cara de desagrado.

Hace unos días atrás sobre el nombre de la materia escribí con lápiz «Pasillo: 2. N°: 11.», para la próxima saber hacia dónde dirigirme y así evitar extraviarme de nuevo.

Esta asignatura la comparto con Chloe y, cuando ya se hace la hora, al llegar al aula me la encuentro en uno de los pupitres del fondo. Voy hacia su dirección y me siento a su lado luego de saludarla.

—¿Ya te encuentras bien? —pregunta mientras esperamos al docente. Mis demás compañeros prácticamente se encuentran gritando.

—No completamente, pero sí, gracias.

—No debías venir entonces.

—No quería más inasistencias. —Fue lo último que pronuncié antes de que el profesor estuviese de pie frente a la puerta. Entra, la cierra detrás de él de manera que logra hacer callar a una parte de los alumnos. Como aún algunos cuantos siguen hablando y él ya se encuentra al frente con semblante serio, sin pensarlo dos veces, grito llamando la atención de todos—: ¡Cierren la boca, joder!

Bastantes se sorprenden (los que están a una distancia más corta de mí que los demás) y el profesor habla por primera vez:

—No esperaba aquello, pero gracias. Fue un buen método, señorita… —Achina un poco los ojos, tratando de recordar mi nombre. Sin embargo, no se lo acordaba si yo no intervenía.