Capítulo 26. Final "Two Ghosts"

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Editado el 01 de marzo, 2021.

—Two Ghosts.

...

Las noticias emitían una y otra vez lo que había sucedido en el juicio ocurrido. 

Bryce O'donnell había sido condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional o libertad bajo fianza. Mientras que Cole había sido puesto en libertad condicional, con servicio comunitario y necesidad de seguir visitando a un terapeuta. 

—Él siempre fue un amigo fiel.

—Odio que haya sido por mi culpa. —se disculpó.

La lápida de Joel se veía fresca, esas letras negras grabadas sobresalían de las demás. A un lado de ella yacía un manojo de flores que se encargó de llevar.

—No fue así. —contestó Dereck.— Literalmente él estaba más preocupado que todos, sólo quería que regresaras sano y salvo.

—¿Cómo sabían que estaba secuestrado?

—Con certeza no lo sabíamos. —se detuvo un momento, tratando de recordar esos días.— Pero Barbie dijo que no desaparecerías sin dejar rastro.  

Una daga aplastó su corazón.

—Aún no la encuentro. 

Dereck suspiró y se formó un silencio. 

—Cuando tu te fuiste ella te lloró y lloró y lloró. Dejó de ir a las clases, de hacer muchas cosas. Eventualmente Joel tuvo la idea de buscarte y así lo hizo. Cuando estaba muy cerca, demasiado, lo encontraron en su habitación con una herida de bala en la cabeza. —se detuvo un momento y miró al cielo.— Dijeron que fue un suicidio. Después el FBI corroboró que no fue así. Lo asesinó un trabajador de O'donnell. Barbie cayó en depresión después de eso. Hasta que un día simplemente tomó sus cosas y se marchó del campus. 

Cole no dijo nada más. Dejó escapar unas cuantas lágrimas silenciosas ante la muerte uno de sus mejores amigos y la ausencia de quien alguna vez fue su chica.

1 año y 6 meses después.

Mientras el chico de rulos servía el café por medio de la máquina expendedora, pensaba en cómo mierda avanzar de nivel. Porque definitivamente quedarse en este lugar no era una de sus opciones.

Habían miles de preguntas con miles de respuestas que él aún no había reparado en obtener. Y que cada maldita noche lo acosaban, desgatando un poco más y más de su poca cordura.

Reaccionó y le tendió el café a la muchacha de pelos rosas que esperaba pacientemente en el mostrador.

—No quiero involucrarme, pero se ve que pasas por una crisis. 

Colo no reparó inmediatamente en la pregunta, sólo de dedicó a mirarla con una expresión de confusión.

—También he estado ahí. —explicó la chica.— ¿Ex adicto? 

—No, no —respondió apresurado. — Yo... no lo sé, si estaba pensando. 

—Ah... En ese caso, no lo pienses tanto. 

Sobre el mostrador dejó unas monedas y se marchó, bebiendo de su popote y sin preocupación alguna. Miró las manecillas del reloj, su jornada ya había terminado. 

En medio de movimientos torpes se quitó el delantal, se despidió de su compañera y salió de la cafetería.

El viento frío y húmedo le besó el rostro, inhaló profundamente sintiendo sus pulmones regocijarse gracias a la fiesta que el oxígeno les estaba dando. 

No había nada más en él que la necesidad de salir corriendo por esas calles nebulosas, por fin, entrando en libertad. Con cada gota que le resbalaba del rostro se iba una pena más, con cada suspiro que daba era borrado cada moretón que se había formado en su interior. Odiaba la playa, pero se quería ir a California. Quería el mundo en sus manos, un amor, dos labios, un simple roce. Porque había estado demasiado tiempo en el frío, ansiaba tener una aventura. 

Mientras miraba el cielo supo que debía dejar la cabeza allá, en las nubes, pero su gravedad centrada.

Hasta que la vio.

Sí, mierda. Era ella. 

Un poco cambiada, pero mierda, mierda, podría reconocer al amor de su vida en cualquier jodido rincón del mundo. 

En medio de tropezones resguardados por el sentimiento del miedo decidió acercarse, ella lo notó inmediatamente. 

—¿Eres tú? —preguntó ella primero.

Mismos labios rojos, mismos ojos azules. La misma camisa blanca, un par de tatuajes más. 

Se acercó un poco más. La ve como quien ve a través de un telescopio por primera vez. 

Fascinado ante la constelación de un universo entero, la contempla. Sintiéndose extremadamente pequeño en comparación con la grandeza de su vista, e increíblemente afortunado de ser él quien tenga la gracia de mirar. 

Pero no eres tu y no soy yo. 

Se maravilla con la curvatura graciosa de su nariz, que ahora es decorada con una minuciosa piedrita en forma de corazón. Sus labios entreabiertos teñidos por el rosa pálido simplemente le dan ganas de inclinarse para besarlos detenidamente, como si no hubiese un maldito día más. Las pecas que bañan la piel bajo sus ojos parecen pintadas a mano por el mismo Picasso. 

Sabe tan dulce, parece tan real. Suena como algo que solía sentir.

Carajo, qué bonita es. 

Pero no puedo tocar lo que veo. No somos quienes solíamos ser. 

—Sí. Soy yo.

Somos solo dos fantasmas parados en el lugar de tu y yo. Tratando de recordar cómo se siente tener un latido del corazón. 





Barbie sucia [Cole Sprouse +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora