Capítulo 19

710 57 3
                                    

Editado el 27 de febrero, 2021
4:22 pm

-La esperanza, niño, es vital.

...


Es increíble como tu vida puede cambiar de un momento a otro.

Sabía que existía maldad en este mundo, sabía que había personas viviendo un jodido infierno en vida, pero jamás me imaginé que yo entraría en el. No de esta forma, no en estas circunstancias.
Cuando mi abuela me decía "No sabes las siguientes líneas que acabas de escribir en tu destino." pensé que era algo como deber dinero, recibir palizas por parte de los matones de Bryce, vivir con miedo.

No pensé que en esas líneas estaría yo, atrapado en un hotel con el FBI buscando a Bryce, sufriendo de sobreexplotación sexual, con un trato de mierda y sin saber nada de mis seres queridos.

Simplemente había desaparecido del mundo, de un día a otro. Como si la tierra me hubiese tragado.
Pensaba en mi abuela, en lo asustada que estaba ahora en estos momentos, me partía el corazón imaginarla sentada en la terraza del asilo, esperando por mi visita.

Lo que más me destrozaba es que ella pensara que me había olvidado de ella o que ya no quería visitarla.

Mi cabeza daba vueltas y vueltas, me dolía todo el cuerpo, me dolían mis partes íntimas y la cabeza me palpitaba.

-Come un poco, muchacho. -Stella me arrimó el plato de sopa.

No me inmuté. Sentía mi cuerpo pesar como una piedra enorme de toneladas, tenía sueño, hambre, dolor de estómago, de cabeza, el cuerpo me ardía y me picaba por todas las heridas abiertas. Me recosté contra el respaldo de la cama cerrando los ojos.

-Quiero irme de aquí.

Sonó más a una súplica.

Stella suspiró, sacó una caja blanca con letras azules del botiquín que trajo consigo cuando me vino a traer la comida.

-Ten, tómate esta píldora, es un analgésico. Podrás dormir esta noche y mañana te sentirás mejor. -me la tendió y yo la tomé con mi mano temblorosa.

-¿Ellos... saben que me la estás dando?

Negó con la cabeza sutilmente.

Me tomé la pequeña pastilla con el agua natural de la bandeja. Volví a cerrar los ojos, quería descansar. Me sentí levitar por un breve momento, la constante mirada de Stella me hizo abrir los ojos.

-Creo que necesitas que te deje la caja.

Hubo unos minutos en silencio en los que me dediqué a mirarla, fácilmente podría ser mi abuela.
Era una señora ya mayor, que me curaba las heridas, me traía comida y me lavaba la ropa. Estaba seguro que ella era la única que me brindaba un trato digno. ¿Qué hacía una persona como ella en este lugar?

-¿Qué estás haciendo en un lugar como este?

La pregunta le tomó por sorpresa, me puso el plato se sopa en las piernas. Me estaba obligando a comer pasivamente.

-Yo no elegí estar aquí. -se alisó el vestido con los dedos antes de volver a tomar asiento en la cama.- Me trajeron aquí como a ti.

-¿Te secuestraron?

Volvió a negar con la cabeza.

-Yo... trabajaba como sirvienta para la familia de Bryce. Sus padres trabajaban en lo mismo que él, hasta que los mataron.

Asentí con la cabeza. -Bryce siguió con el trabajo.

Stella afirmó con un movimiento de cabeza.

Quería preguntar más, sin embargo no sabía si podía hacerlo. No quería inundar de preguntas a la pobre señora.

-Tengo tres nietos. -su voz entrecortada me tomó por sorpresa.

Comencé a comer de la sopa y la miré para hacerle saber que la escuchaba.

-O tenía, no lo sé. He estado aquí desde hace unos tres años, sin salir al mundo. Solo viviendo y trabajando dentro de estas cuatro paredes. -unas lágrimas comenzaron a salir, se las limpió con su mandil.- Cuando Bryce entró en conflicto con su trabajo, me tomó y me trajo a trabajar a este hotel, de una noche para otra.

Me di cuenta que Stella sabía mucho de la familia. Stella era un testigo, una mina de tesoros y de información.

-¿Por qué entró en conflicto?

Me miró con sus ojos rojos e hinchados.

-No lo sé, muchacho.

-Stella, tú sabes cosas. -dejé el plato medio vacío en la bandeja.- Tienes que decírmelas, yo te sacaré de aquí.

Sabía que estaba diciendo algo de lo cual no estaba seguro, me arrepentí al instante.

-No, muchacho. Yo no puedo, no hay forma.

-Sí... creo que la hay. Tengo amigos, personas buscándome. -dudé un segundo. No sabía realmente nada de eso.- O eso creo, eso espero.

-Yo también pensaba eso. Nadie me estaba buscando, mira todo el tiempo que llevo aquí. -rompió a llorar nuevamente.

Me levanté de la cama para rodearla con mis brazos, era todo lo que podía hacer por ella.
Stella era una persona como yo desaparecida en el mapa, de un día para otro. Privada de su libertad, probablemente sobre explotada, sin la atención adecuada.

Y sin nadie que la buscara.

La noche calló pronto, o no lo sé. No tenía noción del tiempo, la única ventana que tenía daba a un callejón que constantemente estaba oscuro.

Pero ahora estaba lloviendo, lo sabía porque se escuchaba, y además la ventana estaba cubierta de pequeñas gotitas.

Pasé la mayor parte de la tarde durmiendo después de que Stella se fuera, me dejó las pastillas y aproveché para tomar la mitad de otra.

Claro, no sin olvidar el "No hagas nada estúpido con ellas, muchacho."
Vi la oportinidad, vi una posible salida. Pero se lo prometí, no haría nada estúpido. Y sobre todo, no la dejaría sola.

Por la ventana observaba las gotas deslizarse, y anhelaba poder estar fuera de este estúpido hotel sintiendo las gotas correr por mi rostro.

Tenía mi móvil en las manos, a pesar de que estaba muerto. No tenía batería desde que pasé la primer noche aquí, así que Bryce no se molestó en quitármelo.

Por mi mente no paraban de revolotear las palabras de aquella pobre señora, en realidad me cuestionaba si había alguien buscándome, allá afuera.
Trataba de disipar esos pensamientos con la esperanza que me quedaba, la fe que les tenía a Dereck, Joel, mi abuela y... Barbie.

Pero no lo sabía. Porque existía la posibilidad de que Bryce dejara una carta para encargarse de que no me buscaran, y así ellos pensaran que los había abandonado. Lo más seguro es que en estos momentos estuvieran odiándome y no buscándome.

Me pasé las manos por el rostro porque era exasperante.

Caminé en la habitación tratando de reproducir una canción en mi mente cantándola, así correría en mi memoria.

No funcionó, así que me metí a la ducha. Pasaba la mayor parte del tiempo duchándome para mantenerme ocupado y de una forma erradicar cualquier rastro de suciedad, tanto físico como psicológico. En lo ultimo no funcionaba mucho.

Stella, la Sra. Stella sabía cosas, una pequeña luz de esperanza se había encendido en mí desde esa charla en la tarde. ¿Cómo las cosas que ella sabía podrían ayudarnos a dejar este infierno? Tenía años viviendo aquí, recorriendo los mismos pasillos. ¿Por qué aún no había escapado? Era mayor, sí. Pero, ¿por qué?

Había algo, podía haberlo. De eso estaba seguro.

¿En realidad la Sra. Stella podría ser una esperanza de salir de aquí?

Suspiré pasando la mano por mi rostro, como ya acostumbro, no quería ilusionarme o tener falsas esperanzas.

Pero ya podía divisar una pequeña escapatoria. Una diminuta, pero había una.







Barbie sucia [Cole Sprouse +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora