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Sientes su erección empujando tu estómago cuando te despiertas de nuevo. Y después de que tu mente registra su erección, también registra las sofocantes oleadas de culpa y vergüenza que emanan del Mandaloriano.

Mantienes los ojos cerrados, tratando de averiguar por qué está avergonzado y se siente culpable, y luego te das cuenta. Está avergonzado de estar excitado por ti, tu cuerpo y el contacto piel con piel.

Tu tragas. No querías hacer las cosas incómodas entre ustedes dos. Eso era lo último que querías. Te empujas hacia arriba, para que puedas mirar la visera en forma de T y no la parte inferior de su mandíbula medio cubierta por su casco. Su cabeza se inclina hacia abajo para mirarte.

—No tienes por qué avergonzarte, ¿sabes?– dices suavemente.

—Deja de hablar– El responde.

—Es completamente...

—Dije que dejes de hablar.

—....normal y natural estar...

—No estamos discutiendo esto.

—....encendido por el contacto íntimo.

—Yo no te quiero– dice.

Oh.

Eso duele.

Puedes sentir tu corazón caer en tu estómago mientras sus palabras resuenan una y otra vez en tu mente, destrozándote por completo.

Él no te quiere.

Mando desea poder retractarse de esas palabras. Por supuesto que te quiere, pero no así. No cuando no puede darte todo de sí mismo, como te mereces, él ve la forma en que tu rostro cae levemente, la vergüenza hace que tu cuerpo se sonroje por encima de él.

—Está bien– dices, tu voz es un poco más suave de lo que te hubiera gustado.

Ustedes dos permanecen así por un momento, evitando el contacto visual con él, mientras que sus ojos nunca abandonan tu rostro, su casco oculta su rostro de ti.

Mando no puede creer lo "agradable" que eres con toda esta situación. Solo te dijo que no quería tener sexo contigo porque quería algo más que sexo y ahora le estabas diciendo que, ¿estaba bien?

Definitivamente no te merecía ahora.

Te alejaste de él y recogiste tu ropa del suelo donde Mando la había doblado. Poniéndolos contra tu pecho desnudo, miraste hacia la litera pero no al Mandaloriano.

—Ya casi amanece. Verificaré al niño.

Y luego te alejaste, hacia la cabina, dejando al Mandaloriano solo con sus pensamientos.

Dejar al Mandaloriano solo con sus pensamientos fue... en cierto sentido... una mal idea.

Cuanto más tiempo permanecía sentado solo en su habitación, más oscuros se volvían sus pensamientos.

No te merecía.

No era digno de tu compañía.

No podía soportar verte morir, especialmente bajo su vigilancia.

Verte inconsciente hizo que el Mandaloriano se sintiera enfermo y asustado, que era una emoción que no había sentido en años. Cómo se las había arreglado para apartar el beskar de su corazón y acurrucarte dentro, negándose a irse era un misterio para él.

 𝖳𝗁𝖾 𝗋𝖾𝗐𝖺𝗋𝖽 | Din Djarin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora