Te despiertas de un sobresalto cuando el sonido de niños riendo asalta tus oídos. Mirando detrás de ti, sobre la pila de cajas sin las que el mandaloriano se negó a irse, eres recibido por una docena de niños que corren a saludar a Caben y Stoke cuando regresan a casa.
Mientras contemplas la granja cientos de auras coloridas llenan sus sentidos. La mayoría son púrpuras, verdes y azules, lo que te dice que estas personas son felices aquí.
—Bueno, parece que están felices de vernos– Mando dice mientras una docena de niños se apiñan alrededor del bebé.
—Parece– Cara dice mientras se acomoda en su asiento.
El niño está lleno de bolas verdes de energía. Está emocionado y feliz de estar con otros niños, y no atrapado en un agujero dentro de la pared. Les balbucea mientras sus grandes ojos miran fijamente a todas las caras nuevas con las que está siendo recibido.
Una docena de aldeanos vienen a ayudar a quitar las pertenencias del mandaloriano, que aún no comprendes por qué las necesita. Mando se coloca su rifle de pulso en la espalda y toma una caja para llevársela mientras le muestran dónde se quedará.
El niño se tambalea detrás del cazarrecompensas y, después de que Cara agarra su propia mochila, se la lleva a su alojamiento, dejándote sola.
Tus ojos se posan en la granja de krill en la sensación de paz y felicidad que flota en el aire como un perfume. Todo es tan hermoso aquí, hay 75 piscinas de krill en todo el pueblo, junto con 24 cabañas, pero estás segura de que hay más que no puedes ver desde donde estás parada, o que no puedes sentir a través de la Fuerza.
Un adolescente, quizás de 18 o 19 años, tentativamente te golpea el hombro. Te vuelves para mirarlo. Es alto y delgado, su túnica y pantalones parecen heredados de hermanos mayores. Su cabello es castaño oscuro desgreñado, su cara está llena de bonitos lunares y su aura se ve como nubes granates esponjosas.
—Puedo mostrarte tu alojamiento– dice, con una sonrisa vacilante en sus labios.
En unos años, sabes que va a romper corazones a diestra y siniestra en este pueblo.
—¿Cuál es tu nombre?– le preguntas mientras te guía por los senderos junto a los estanques de krill.
—Zade– responde el chico.
—Tienes un hermoso hogar Zade– le dices.
—¿De dónde es señorita?– Pregunta Zade, mientras sube a una plataforma para caminar y se dirige hacia una cabaña no muy lejos de donde se ve la armadura del Mandaloriano brillar al sol.
—Nací en Tatooine– le dices.
—¿El planeta natal de Luke Skywalker?
Asientes y Zade baja su mirada a tu sable de luz.
—¿¡Eres una Jedi!?– ves lo mucho que está tratando de mantenerse en pie y no perderse por todo lo que le has dicho.
—Solía ser, sí.
—Tú eres...–Zade te mira como el Niño mira a los saltamontes que quiere comer –Muy genial– Zade respira.
—Gracias Zade. Eres demasiado amable– respondes con una pequeña sonrisa.
Se puede decir que Zade tiene un millón de preguntas en su mente, y su aura tiembla de anticipación y emoción.
No tardas mucho en encontrar el comedor del que te habló Zade. Cuando entras en la gran cabaña al aire libre, tus ojos se conectan inmediatamente con los de Cara.
Está sentada en una mesa con Caben y Stoke, bebiendo lentamente spotchka. Sus fragmentos de azul oscuro y verde azulado brillan un poco más mientras sus ojos recorren tu cuerpo de arriba a abajo antes de posarse en tu rostro.
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𝖳𝗁𝖾 𝗋𝖾𝗐𝖺𝗋𝖽 | Din Djarin
FanfictionMaia Melek y Din Djarin se conocen desde su adolescencia. Luego de unos largos años se vuelven a encontrar cuando el mandaloriano tiene que cazarla. +18 | Esta historia tiene contenido sexual y lenguaje muy explícito, lees bajo tu responsabilidad.