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Mando asintió una vez hacia ti, indicándote hacia el speeder. Te siguió lentamente, acercándote cada vez más al speeder con el niño en su brazo.

El Mandaloriano miró al bebé, pensando que estos podrían ser sus últimos segundos con vida. Y sentiste lo conflictivo que estaba el cazarrecompensas. Con un poco de tu fuerza fugaz, te abriste camino en la mente cautelosa del Mandaloriano y le susurraste que lucharías por él.

Sacó su desintegrador un segundo después, haciéndote girar a ti y a él mismo hacia el deslizador. Disparo de desintegrador tras disparo sonó, golpeando el costado del speeder, las paredes de los edificios y la armadura beskar unida a Mando. Guardó al bebé a salvo y se puso encima de ti.

—Conduce– le espetó al droide.

Segundos después, el speeder se estaba moviendo. Mando siguió agachándose y levantándose para disparar mientras el speeder avanzaba por el camino.

Miraste al Mandaloriano, mirando lo que esperabas que fueran sus ojos. Porque si estuvieras mirando sus cejas o su nariz, las cosas se habrían sentido raras.

Moviste tus brazos, extendiéndote hacia abajo, hacia donde Mando tenía tu sable de luz.

En lugar de rozar la empuñadura del sable de luz, tus dedos rozaron algo completamente diferente y casi tan duro.

El mandaloriano gimió sobre ti y tus ojos se abrieron. Tu mano se congeló, ya no tocaba al Mandaloriano, pero seguía cerca de él.

—Lo siento. No iba por eso– susurraste, tu voz áspera por la vergüenza. El mandaloriano no dijo nada. Giraste la cabeza hacia un lado, concentrándote en el niño, que todavía estaba muy dormido. Querías estar en su posición ahora mismo –Sin embargo, sigue siendo impresionante– susurraste, evitando el contacto con el casco.

—Del otro lado– el Mandaloriano susurró apresuradamente.

Tu otra mano se deslizó por su pecho cubierto de beskar, sobre su cinturón de munición y su funda, antes de conectar con la fría empuñadura de tu sable láser.

Dejas escapar un suspiro de alivio, casi cerrando los ojos cuando te volvían a conectar con el sable de luz.

Mando observó cómo te relajaste con tu arma en la mano. Si no estuviera en esta situación precaria y si no lo hubieras manoseado accidentalmente, el cazarrecompensas no habría podido mantener las manos quietas.

Quizás en otra vida será.

El droide que conducía el speeder explotó, haciendo que se estrellara contra una pared de cajas y otros desperdicios. El mandaloriano fue arrojado encima de ti, aplastándote contra el speeder debajo de ti.

Durante un largo y tenso momento ninguno de los dos se movió. Te abriste camino en la mente del cazarrecompensas de nuevo, diciéndole dónde estaban todos.

Podías sentir dónde se encontraban a través de la Fuerza, podrías sentir sus emociones en alerta máxima. Y con cada segundo que pasaba, tu cuerpo luchó contra la necesidad de colapsar. Estabas cansada y perdías el control de la Fuerza.

El Mandaloriano sacó su rifle de pulso y comenzó a elegir a los miembros del Gremio, uno por uno gracias a tus instrucciones y su visión limitada. Los miembros del Gremio se dispersaron en busca de refugio.

 𝖳𝗁𝖾 𝗋𝖾𝗐𝖺𝗋𝖽 | Din Djarin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora