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Maratón 3/3

Lo siento por haberlas dejado así en el anterior capítulo, comí payaso jeje🤡

Sus poderosas manos arrancan el sostén de tu cuerpo, haciendo que tus pechos reboten con el movimiento contundente.

Esta vez tu piel se siente diferente y familiar a la vez. Tu piel es más suave de lo que él recuerda, incluso si consiguió abrazarte hace unas semanas en Sorgan.

Su dedo pulgar e índice pellizca ligeramente tu pezón. Jadeas y arqueas la espalda ante la sensación, deseando que te toque más. Te avergüenza lo sensible que es tu cuerpo a algunos de sus toques simples, y tu estómago se aprieta anticipando cómo reaccionarás ante toques más dirigidos y estimulantes.

Sus cálidas palmas acarician cada centímetro de piel que tiene ante él, y lentamente comienzan a deslizarse por la curva de tu esternón moviéndose hacia abajo hacia el calor entre sus muslos.

Sus manos descansan en la cintura de tus pantalones, jugando lenta y metódicamente con la cintura mientras espera que le digas que está bien desvestirte.

—Man-Mando...– jadeas, dándole el permiso que busca.

El dedo de Mando se clava en tu cintura y tira hacia abajo mientras quita el peso de ti. Se arrastra hasta el final de la cama, tirando de tus pantalones y ropa interior con él. El aire frío del Razor Crest te hace temblar, e instintivamente cruzas los brazos y juntas las piernas. Las manos de Mando agarran tus rodillas, impidiéndote cubrir completamente tu cuerpo desnudo.

—No hagas eso– te reprende.

—Lo siento– te disculpas de inmediato, dejando que tus piernas se relajen lentamente bajo su toque, pero las mantienes cerradas.

Pensamientos ansiosos llenan tu mente mientras el silencio entre ustedes dos llena el aire.

¿Y si no le gusta lo que ve? ¿Qué pasa si no le gusta cómo reacciona tu cuerpo al suyo?

—No hagas eso– repite, esta vez su mano recorre esas palmas deliciosamente fuertes por los lados de tus muslos –Por el creador te deseo tanto– murmura para sí mismo.

Lo oyes moverse, sus antebrazos se mueven repentinamente y se deslizan debajo de tus rodillas y te arrastran hacia el borde de la cama. Tus piernas se abren, mientras dejas escapar un pequeño grito ahogado por la sorpresa ante el repentino cambio de posición.

Lo escuchas suspirar suavemente, felizmente mientras mira tu figura desnuda. Y desde donde él se agacha como el final de la cama, puede ver tu excitación cubriendo tus pliegues, casi cubriendo el interior de tus muslos. Quiere abrirte más, pero en lugar de eso, se acerca sutilmente, apenas evitando devorarte.

El mandaloriano gruñe en voz baja en pura aprobación, su agarre en tus muslos se aprieta mientras mira tu coño goteando.

—Te ves... jodidamente bien así... toda mojada para mí y mi polla.

Tu coño se aprieta con sus palabras, y puedes escuchar la exhalación temblorosa que libera mientras lo ve. Quiere verte goteando con su semen ahora. Tiene que verte llena de su semen.

—Maldición bebé... por favor déjame comerte... por favor– te suplica, su voz tensa.

—No tienes que... nadie nunca...– admites tímidamente.

 𝖳𝗁𝖾 𝗋𝖾𝗐𝖺𝗋𝖽 | Din Djarin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora