21

1.8K 147 44
                                    

Al salir a la calle, te diste cuenta de que Mando no estaba por ningún lado y esa fracción de segundo de no saber dónde estaba hizo que tu corazón entrara en pánico. Tus ojos recorrieron frenéticamente las calles arenosas familiares, recorriendo a todos y a todo en busca del familiar brillo del beskar y su gran forma imponente y amenazante.

Cuando no lo encontraste, tus pies te llevaron más adentro de la ciudad de Mos Eisley. Vagaste calle tras calle, buscando a Mando entre los edificios color arena que empezaron a verse iguales después de vagar un rato.

¿Donde estaba?

Caminas por Corporation Road y luego giras en Curved Street, antes de ir a Outer Curved Street. Retrocediste después de confundirte en Straight Street, y de alguna manera terminaste en Spacers Row con tu corazón latiendo un millón de parsecs por minuto. Ya no te ubicabas tanto luego de largos años que no venias a tu planeta natal. Estar aquí te trajo demasiados recuerdos y nostalgia al mismo tiempo.

¿Donde estaba?

Te quedas parada en medio de una calle en la que te habías perdido por completo y quisiste calmarte. Estaba aquí en alguna parte, solo habías pensado lógicamente sobre esto. Sabías que iría a algún lugar, como una cantina, en busca de trabajo... simplemente no tenías ni idea de dónde podría estar esa maldita cantina, si no hubiera más de una. Joder, ya no te acordabas ni de donde estaba tu antigua casa.

Cerrando los ojos, dejas que el mundo que te rodea se escape, cada uno de tus sentidos se apaga dejándote solo con tus pensamientos y la Fuerza. En tu propia pequeña burbuja segura, extendiste la mano, buscando en las calles al Mandaloriano, siguiendo el susurro de su aura hasta la Cantina de Chalmun.

Al entrar, te das cuenta de lo vacía que estaba la cantina. Algo se sintió mal aquí y la arena en todas partes no podría ser saludable para nadie. Dos camareros atendían el bar, mientras que una docena de clientes estaban esparcidos por el establecimiento, con el mandaloriano de pie en el bar directamente frente a ti.

Allí estaba.

—Me temo que eso no mejora su situación, al menos según mis cálculos– dijo el droide detrás del mostrador.

Girando la cabeza hacia la izquierda, sus ojos encontraron una cabina ocupada, los asientos bien gastados y la mesa sucia con botas igualmente polvorientas levantadas sobre la superficie de las mesas. Miraste la mesa, los más tenues matices de un aura que alguna vez fue familiar permanecieron en el aire, atrayéndote hacia la mesa ocupada. No le prestaste atención a quien lo ocupaba.

—Piensa de nuevo hojalata– habló el dueño de las botas polvorientas.

Mando se dio la vuelta y miró al dueño de las botas después de darle una mirada. Una aguda punzada de celos lo atravesó cuando notó la intensa e interesada mirada que le dirigiste al hombre en la cabina. Y luego una ola de ansiedad siguió a los celos.

¿Te gustaría lo que vieras debajo de su casco?

Con la forma en que mirabas al tipo en la cabina, Mando vio con qué tenía que competir... y sabía que no ganaría.

¿Habría sido incorrecto confesarte su amor?

Pero entonces los celos volvieron a desaparecer había visto la forma en que te desmoronabas debajo de él. Sabía que lo amabas. No tenía nada de qué preocuparse... e iba a mostrárselo a este chico si tenía la oportunidad.

—Si estás buscando trabajo, siéntate amigo mío– el hombre señaló el asiento frente a él –Me llamo Toro. Toro Calican– Miró en tu dirección –Vamos, relájate.

—Cyare– Mando dice desde tu derecha.

Lo miras y no puedes evitar sentir que estás en problemas por algo que no hiciste... incluso si pensaste en ir allí por tu cuenta. Miras al suelo mientras tu pecho se calienta de vergüenza. No habías estado mirando a Calican, habías estado inmersa en el aura que se escapaba rápidamente de ti... entonces, ¿por qué te sentías así?

 𝖳𝗁𝖾 𝗋𝖾𝗐𝖺𝗋𝖽 | Din Djarin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora