08| La playa (1)

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Narra Laura
Una semanas después...






Ya casi había pasado la semana para irnos a la playa, sin duda tenía ya muchas ganas de estar allí. Los últimos días no he rjado de darle la bara a mis padres con que ya me bajaran la maleta del armario ya que estaba en un balde muy alto y también para que me compraran unos bikinis nuevos. Laura tampoco se ha quedado atrás, al igual que yo, ella está muy emocionada de irse a la playa. Sin duda las vacaciones, algo atrasadas, prometen.

Con Marcos la situación no ha cambiado mucho. Cada mañana, a las ocho menos cuarto está frente a mi puerta para llevarme al colegio. Durante diez minutos yo me aferro a su cintura mientras él conduce en completo silencio. Al llegar, nos bajamos y caminamos dentro mientras mantenemos una conversación amistosa. Pero en cuando cruzamos por la puerta él se va por su lado y yo por el mío. Le veo coquetear con Ana sin ningún tipo de vergüenza porque le vean; aún que Marcos no es de ese tipo de chicos que se avergüenza. La toca, le susurra y la besa y dentro de mí algo se remueve cuando lo hace. Sentimientos que no quiero experimenrar afloran dentro de mí y me frustra mucho.

También he conocido más a Adrián, resulta que es un chico muy simpático y con el que se puede hablar de cualquier cosa. Me río mucho con él y lo mejor de todo es que no se deja manejar por las regaladas del colegio, no como otro que yo conozco. Él, al igual que yo, las insultamos y nos reímos de ellas y muchas veces en su propia cara. Por supuesto se lo presenté a mi amigos y también a Marcos, pero este último estuvo mucho más reacio a conocerlo. Desde el minuto cero que les presenté supe que no se llevaría bien. Pero no fue por culpa de Adrián sino del moreno, quien desde el principio se limito a ser un borde, un prepotente y un arrogante; vamos, como es siempre, pero en una versión mucho peor.

Mañana, por fin, ya nos ibamos a la playa y Laura y yo estabamos demasiado emocionadas con este viaje; sin ir más lejo, Laura lleva con la maleta hecha desde hace tres días y yo no me quedo atrás.

Hoy habíamos quedado para ir a la peluquería y hacernos la cera ya que no es muy bonito ir a la playa con las piernas llenas de pelos.

Ya casi era la hora de irnos a la peluquería y mi amiga debería de estar ya apunto de llegar así que me puse unas calzonas vaqueras y una camiseta de tirantes blanca con dibujos de labios rojo junto con unas sandalias que me había comprado hace poco las cuales tenían un poco de tacón. Reogí mi cabello en una coleta alta para que no me molestase. Una vez lista, cogí dinero para pagar la cera y justo en ese momento sonó el telefonillo avisándome que Laura ya estaba aquí, pero, por si acaso fui a comprobarlo, que luego resulta ser el cartero para que le abra la puerta.

—¿Quién es? —pregunto una vez que descuelgo el telefonillo y lo llevo a mi oído.

—Papa Noel —responde irónicamente. Ruedo los ojos, es ella —. Baja rápido que no me gusta esperar —me ordena la chillona voz de mi amiga a través del aparato.

Ruedo los ojos por segunda vez.

—Ahora bajo —respondo.

Cuelgo el telefonillo antes de que me imponga algo más. Odio que me obligue a darme prisa si luego es ella la que se tira medio hora para salir cuando la voy a buscar a su casa.

Suspiro y voy a mi habitación para coger mi móvil que era lo único que me faltaba. Salí de casa por la puerta, pero antes me despedí de mi madre, ya que mi padre trabajaba, con adios, ya me voy. Cerré la puerta y me dispuse a bajar la escaleras con cuidado y despacio, porque cuando lo hago deprisa mi vida peligra y soy demasiado valiosa para que este mundo se quede sin mí.

Iba por el segundo piso cuando se abre una puerta abruptamente, asustándome. Di un pequeño saltito y llevé mi mano al pecho.  Miré hacia la puerta y mi corazón se aceleró bruscamente al ver a un Marcos muy serio y con los brazos cruzados. Llevaba tan solo unos pantalones de chandal negros puestos lo que me dejaba una perfecta vista de sus perfectos abdominales. Sentí mis mejillas arder y supe que me había sonrojado. Tragué saliva, quedándome mirando esa zona de su cuerpo más tiemo del debido. Mierda, ¿porqué tiene que estar tan bueno y ser tan gilipollas?

Enamorada de un gilipollas #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora