Narra Laura
Estaba cansada no, lo siguente. Anoche no dormir o, mejor dicho, Marcos no me dejó dormir. Al parecer el ponerme ese conjunto le encendió bastante y tan solo me dejó dormir una hora, ¡una hora! Y como es lógico ahora mismo tengo unas ojeras que ni el maquillaje a conseguido tapar. Pero no me arrepiento de haberle dejado hacerlo y si hoy no hubiésemos tenido que venir al colegio, le hubiera dejado hacermelo hasta que amaneciese como el día que perdí mi virginidad; aquel mágico día que llevaré grabado en mi mente hasta el día en que me muera. Aún así siento que esto del sexo se está desmadrando un poco bastante, no podemos estar todo el día haciéndolo y más ssbiendo que nuestros padres vienen hoy; tenemos que controlarnos un poco. Estaba claro que a Marcos no le iba a hacer gracia esto, pero espero que comprenda mis razones y que no significa que no lo vamos a seguir haciendo; lo haremos solo que con menos frecuencia.
Suspiré con pesadez y baje de la moto seguida por él, le di el casco para que lo guardase y me tuve que tapar la boca cuando un enorme bostezo salió de mis labios. Vi como Marcos tenía una sonrisa divertida en su rostro al escuchar mi bostezo, le fulminé con la mira y comenzé a caminar hacie el interior del edificio escolar deseando que pasen rápido las seis horas e irme a casa a dormir un poco. Sentí las miradas de la gran mayoría de los alumnos los cuales estuvieron el día que nos expulsaron a Marcos y a mí, pero no me importó; lo único que me importaba en este momento era el moreno que se acababa de poner a mi lado y me había rodeado los hombros con uno de sus brazos para acercarme a él. Sonreí ante eso y elevé la mirada para encontrarme con sus brillantes, y algo adormilados, ojos. Me dio un pequeño beso la frente hasta de comenzar a arrastrarme hasta nuetra clase, la que estaba en el último piso. Solté un gemido horrorizada al pensar que tenía que subir hasta la última planta por las escalores y tan solo con una hora de sueño encima. Gracias Marcos, pensé subiendo los primero escalones.
Durante el trayecto no paré de protestar y soltar gemidos lastimeros haciendo reír a mi acompañante; el causante de mi falta de sueño. Suspiré aliviada al llegar, por fin, al último piso donde muchos adolescentes iban a sus clases medio adormilados; otros más despiertos no perdían detalle de Marcos y de mí. Según me contó Lalo, el moreno y yo nos hemos hecho conocidos por lo que ocurrió en el patio. Al parecer todos me conocen como la puta con la que Marcos le puso los cuernos a las tres zorras; además de por ponerle los cuernos a Adrián, y Marcos es un gilipollas y un imbécil por ponerle los cuernos a las tres chicas más guapas de colegio conmigo. La verdad es que prefiero su reputación a la mía, pero, bueno, es lo que toca aguantar. ¿Me siento culpable? Sí, pero solo por la parte de Adrián; a las otras que le den mucho por culo, que con lo putas que son seguro que eso ya ha ocurrido. Me hace gracia que me llamen a mí puta cuando ellas, y muchas más del colegio, han hechos cosas peores con una gran diversidad de chicos. Pero oye, ellas no son putas ni nada por el estilo; ella son una santas que buscan al amor de su vida (Já, risa).
Entramos dentro de nuestra aula y mi vista viaja hacia una cabella rubia, Adrián. Lalo me dijo que a él también le expulsaron, pero tan solo un día. Estaba sentado en su sitio. Hablaba con un chico o mejor dicho este le hablaba a él de algo, pero el rubio no parecía muy concentrado. De lejos se veían unas grandes ojeras y mi corazón se oprimió ante eso; la culpabilidad recorrió todo mi cuerpo y decidí que debía hablar con él, lo que menos quería era acabar mal con alguien tan bueno como Adrián. Pero decidí que lo mejor sería después de un tiempo, cuando las cosas mejorasen un poco más.
—Mira por dónde, la puta y su perrito faldero han llegado —exclamó con sorna Ana levantándose de su sitio.
Todas las miradas fueron hacia nosotros, incluida la de Adrián. Fulminé con la mirada a la muy zorra y me dispuse a acercarme a ella para partirle la cara, pero Marcos me detuvo agarrándome por la cintura. Ana tenía una sonrisa socarrona mientras se apoyaba en uno de los pupitres del aula y me miraba espectante.
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Enamorada de un gilipollas #1
Teen FictionOs voy a contar cómo comenzó todo. Como es que me acabé enamorándome de la persona que más daño y a la vez a más feliz me ha hecho en toda mi vida. Yo no creía en el destino hasta que le ví a él, a Marcos, el mayor mujeriego, egocéntrico, cínico, pe...