13| Te sienta cojonudamente la falda, preciosa, pero te prefiero sin ella.

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Narra Laura





De nuevo lunes, después de un increíble fin de semana, de nuevo a la rutina. Estos últimos días los he pasado con Laura, Gabi y Marcos, sobretodo con Marcos. Desde el día que confensamos lo que sentíamos el uno por el otro todo ha cambiado por completo. Ahora es raro que no estemos juntos o hablando por whatsapp. Cada vez que estoy con él mi corazón se acelera y en mi estómago se forma un concierto de Rock and Roll. Con cada beso, cada caricia, cara gesto, cara palabra bonita siento como si me enamorase un poco más de él. Nunca creí que mi primer amor sería él, y que además fuera un amor a primera vista. Al principio no entendía lo que me pesaba pero en la playa comprendí que quería a Marcos como nunca he querido a otros antes. Tampoco pensé que acabararía siendo la otra, por que eso soy. Él todavía sigue con ellas tres mientras que yo estoy con Adrián. ¿Qué siento con todo esto? Bueno, al principio algo de frustración y enfado mezclado con unos celos desmesurados, pero entonces me besa y me olvido de todo a mi alrededor. Por ahora no somos nada serio, se podría decir amigos con algo de acercamiento, por decirlo de una forma "fina". Desde el principio le aclaré que por ahora lo único que iba a recibir de mí iban a ser besos, nada más. Yo no soy ninguna facilona, pero el día que esté preparada para dar ese paso está claro que quiero hacerlo con Marcos. No se opuso a eso, tampoco le quedaba de otra; así que ahora disfrutamos del momento.

Me levanto de mala hostia, como simpre, pero ¿quién se levanta contento a las siete de la mañana? Nadie, y menos una vaga empedernida como lo soy yo. Mi mejor amiga en realidad es mi cama junto a la almohada, pero mejor que de eso no se entere Laura; es muy celosa con lo suyo, y yo entro dentro de lo que le pertenece. Parece que a Marcos eso no le hace mucha gracia y cada dos por tres los tengo discutiendo sobre si soy de uno o de otro, mientras tanto Gabi y yo hablamos y nos conocemos mejor, resulta que en sus tiempos libres le gusta tocar la flauta -por favor, no penséis mal como me pasó a mí -.

Me levanto de mi cama sin muchas ganas, para que engañarnos y voy a la cocina. Me tomo un café con una generosa cantidad de azúcar, pero es que el café sin mucha azúcar, para mí, no es café. Después de tomarme el café que no consigue depertarme pero por lo menos me sacia el hambre, me meto en el baño y me ducho, y esta vez si consigo despejarme. Envuelta en una toalla me lavo los dientes y me peino por que tengo pelos de loca, entre la loca de los gatos, la de los Simpson, y yo, os puedo asegurar que no hay mucha diferencia en este momento. Cuando salgo me voy a mi habitación y me pongo la mierda del uniforme, pero no me queda de otra, ¿os podéis creer que si no me lo pingo no me dejan entrar en clase, a no ser que seas Marcos y su "alergia"?

Después de ponerme el dichoso uniforme, me preparo algo para el recreo ya que siempre acabl gorroneando a mis amigos y por la forma en que me miraron la última vez no creo que quieran seguir alimentandome. Mientras hago esa mini-almuerzo, hablo con mi madre del colegio. Mi madre y yo siempre hemos tenido una buena relación y, aún que a veces resulte pesada, odiosa y me entran ganas de ahogarla, la quiero y no hubiese podido imaginar a otra madre para mí.

El sonido de unos nudillos en la puerta es lo que me hace dejar todo lo que estaba haciendo, miro la hora y casi eras las ocho menos veinte. Mi corazón se acelera al instante y mi respiración se corta. Estas son algunas de las cosas que Marcos puede causar en mí aún siendo metros los que nos separan y no sé si deban gustarme o no.

Cojo mi mochila con todo ya listo, me la cuelgo y me despido de mi madre con un tierno beso en su mejilla. Rápidamente me dirijo a la puerta, emocionada y eufórica de verle de nuevo; aún que el miedo a la traición aún sigue rondándome en un rincón de mi cabeza, pero siempre que puedo lo ignoro. Cuando la abro me encuentro con un sexy Marcos apoyado en la pared mirando la nada y vestido con el chándal ya que tiene "alergia" al uniforme, como ya he dicho. Tiene el pelo desordenado como a mi me gusta y su típica actitud chulesca tan características en él. En cuanto sus ojos se posan en mí me dedica una pequeña sonrisa y yo se la intento devolver, pero estoy demasiado nerviosa; él me pone muy nerviosa. Cierro la puerta y él se lanza contra mí en cuestión de pocos segundos, tomándome por sorpresa. Me toma de la cintura y me besa con bastante dulzura. Las malditas corrientes electricas hacen de las suyas y junto a ellas ahora está la estampida de elefantes que hay en mi estómago. Mi corazón se acelera aún más y de milagro sigo respirando.

Enamorada de un gilipollas #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora