Narra Laura
Algo confusa me monté en la moto negra de Marcos, en la que ya me había montado en muchas ocasiones y en la que ya no me daba miedo subirme. El moreno me tendió un casco el cual acepté y me lo puse al igual que él se puso el suyo. Miré hacia donde estaban mis amigos y no pude evitar rodar los ojos al ver como Alan y Carmen discutían por que, seguramente, mi amiga nose quería montar con él en una moto. Aquello me hizo recordar la primera vez que me monté en la moto de Marcos y una pequeña sonrisa apareció en mi rostro, di gracias por llevar el casco puesto y que no se me viese. Suspiré y me apoyé contra la espalda de Marcos, con las manos metidas bajo su camiseta como hacía un rato; antes de pelearnos, llevaba haciendo eso mismo días antes. El moreno se quejaba, pero nunca me había dicho que no lo hiciese por lo que sé que le gustaba que se lo hiciese; y a mí me relajaba hacerlo, sentir su piel contra las yemas de mis dedos era una gran y relajante sensación. Apesar de que llevaba el casco pude escuchar claramente como soltaba un suspiro en el momento en que comenzé a acariciarle el abdomen.
Escuché el motor arrancar y en cuestión de segundos la moto ya había arrancado. Detrás de nosotros venían los demás y durante el largo trayecto no dejé de pensar a donde narices nos llevaban y que era eso a lo que Alan se refería. Todo era muy confuso y comenzaba a estresarme de sobremanera aquellos dos temas, pero al menos uno de ellos fue resuelto cuando después de un rato llegamos a una enorme mansión alejada de la cuidad. La casa más cercana a esta se encontraba a varios metros de distancia por lo que si ahora mismo se volvían locos e intentaban matarnos, nadie escucharía nuestros gritos; pero eso si me pongo en la peor de las situaciones. Regresando a la realidad, miré con el ceño fruncido la enorme mansión preguntándome que hacíamos aquí, apartados de la cuidad y frente a una casa que mi familia no podría pagar ni en sueños. Nos bajamos de las motos y yo le entregué mi casco a Marcos para que lo guardase mientras me acerca un poco a la verja que impedía que entrasen dentro.
—Chicos, ¿qué hacemos aquí? —pregunto curiosa aunque algo temerosa de la respuesta.
—Aquí vamos a pasar todo el día, pequeña —me informó Marcos abrazándome por detrás y depositando un tierno beso en mi mejilla.
Por poco me atraganto con mi propia saliva al escuchar sus palabras. Rápidamente me alejé de él y le miré con el ceño fruncido, ¿estaba loco? ¿pretendía que entraramos dentro de la casa de un extraño? No estoy muy puesta en eso de las leyes, pero a esto se le llama allanamiento de morada y podía caernos una buena si entrabamos dentro y nos pillaban.
—¿Vamos a entrar en la casa de un desconocido? ¿y si el dueño está dentro? —pregunto horrorizada ante la idea de colarme en una casa.
Al contrario que yo, Marcos estaba tranquila y relajado; como si este tema no le supusiese ningún tipo de problema. Y esa misma tranquila me sacó de quicio, ¿cómo podía estar tan tranquilo cuando noa jugabamos ir a un reformatorio de menores? Lo sé, estaba sacando todo un poco de quicio, pero no podía evitar ponerme de aquella manera.
—Por eso no te preocupes, te aseguro que el dueño no está dentro —intentó tranquilizarme Alan, pero con la mirada puesta en Marcos.
Por lo que podía ver, esta situación les hacía bastante gracia a los tres mientras que nosotras lo único que queríamos era largarnos de aquí antes de que nos viesen. ¿Porqué estas cosas me tienen que pasar a mí? ¿con qué clase de delincuentes hemos acabado juntándonos?
—No estoy muy segura...
—Yo estoy con Laura, esto es una locura —inquirió Laura mirando a los tres con los brazos cruzados.
—Opino igual —se nos unió Carmen también cruzándose de brazos.
—Venga, chicas —insistió Gabi rodado los ojos.
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Enamorada de un gilipollas #1
Teen FictionOs voy a contar cómo comenzó todo. Como es que me acabé enamorándome de la persona que más daño y a la vez a más feliz me ha hecho en toda mi vida. Yo no creía en el destino hasta que le ví a él, a Marcos, el mayor mujeriego, egocéntrico, cínico, pe...