Enamorada de un gilipollas #1

05| Prefiero no preguntar

Narra Laura

La comida pasó más rápido de lo que me imaginé, por suerte, y también gracias a mi querida Laura. Me tiré hablando con ella toda la comida y mirando de reojo a Marcos, el cual estaba hablando con Gabriel y también me miraba de reojo a lo que yo volvía a mirar a Laura para seguir hablando haciendo como si nada pasase. Todavía estaba digiriendo eso de que no solo me tocará soportarlo en mi clase, sino que también seremos vecinos y, conociendo mi suerte, lo más probable es que me lo encuentre todos los días. Tanto mis padres como los de Marcos se llevaban súper bien por lo que decidieron salir a cenar también pero esta vez sin hijos de por medio a lo que a mi me alegró ya que tendría toda la tarde libre con Laura para hacer lo que quisiéramos y sin ningún gilipollas, en este caso por dos, que nos lo impidiese.

Cuando llegamos a casa eran las cinco pasadas así qué mis padres decidieron arreglarse ya para no retrarse y hacer esperar a Rodrigo y Carolina. Mientras tanto, Laura y yo nos fuimos a mi cuarto a hablar de todo un poco; aún que hubo un momento en el que los dos gilipillas saltaron en la conversación y nos tiramos el resto de la charla insultándolos.

No sé en que momento estabamos tan concentradas insultándolos, que no nos dimos cuenta que mis padres había entrado en mi cuarto. Ambas gritamos del susto y, llevando una mano a nuestro pecho, ambas soltamos un suspiro que parecía no tener fin. Otra vez intentando matar al milagrito del Señor y a su amiga. Una vez más tranquilas, mis padres nos comunicaron que ya se iban con Rodrigo y Carolina. Miré curiosa la hora y vi que eran casi las seis y media. Joder, que rápido pasa el tiempo cuando insultas a la gente, pensé. Nos despedimos de ambos con un beso en la mejilla y, minutos más tarde, escuchamos la puerta abrirse para luego cerrarse quedándonos a mi amiga y a mí solas.

No había pasado ni media hora, pero tanto Laura como yo estabamos súper aburridas, no sabíamos que hacer para divertirnos y ya estaba cansada de insultar; aún que no lo parezca, desgasta bastante. Entonces, ambas escuchamos el sonido proveniente de mi móvil. Rápidamente me levanté y, desbloqueando este, me metí en whatsapp encontrándome un mensaje de mi amigo Dani:

Dani: Hola, preciosa.

Dani: ¿Te quieres bajar a las pistas con Carlete, Alex y yo?

Dani: Y díselo a la otra Laura.

Leí el mensaje en alto para que ambas nos enteráramos, nos miramos al mismo tiempo con una sonrisa mayor que la del Jocker. Sin duda, mi día había mejorado un poco.

Yo: Vale, feo, en unos quince minutos estamos allí.

Escribí yo lo más rápido que mis dedos me lo permitían y la respuesta no tardo en llegar.

Bloqueé el móvil y me fui a cambiar lo más rápido que pude al igual que Laura. Me decidí por una camiseta corta que enseñaba mi vientre no plano, pero tampoco con grasa, la cual era de encaje blanco; me puse también un sujetador del mismo color para que no se me viera este a través de la camiseta; me puse unas calzonas vaqueras y unas vans blancas desgastadas -ya que para bajar a las pistas de fútbol no me voy a poner unas nuevas, soy tonta, pero no retrasada -y recogí mi cabello en una coleta alta ya que aún hace calor y los más probable es que acabemos jugando con ellos al fútbol. Laura se puso una camiseta con agujeros por toda esta de color rosa fosforito con un sujetador del mismo color junto con unas calzonas blancas y unas vans grises. Con el pelo no se complico mucho y ya que se tenía que duchar pues optó por recogerse este en una trenza de raíz.

Una vez que estuvimos listas, cogí mi móvil y las llaves de mi casa; y sin perder más el tiempo, fuimos a las pista de fútbol las cuales estaban muy cerca de la cesta en la que hace una semana conocí al gilipollas de Marcos. No tardamos más de cinco minutos en llegar a las pistas y, una vez en ellas, saludamos a Dani y a Alex a los cuales conocimos hace tres años ya que antes bajaba con mucha frecuencia aquí y me trae muchos recuerdos.