10| La playa (3)

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Narra Laura
Dos semanas después...




Abro perezosamente los ojos, miro a mi alrededor algo desorientada y me fijo que Laura aún está durmiendo. Sin hacer mucho ruido para que no se despierte me levanto hasta una de las mesas donde está mi móvil y miro la hora, las diez de la mañana pasadas según el reloj de mi móvil. Bostezo, estaba cansada pero no me apetecía dormir más así que decidí que lo mejor sería ir a desayunar. Pero antes entro en el baño donde me lavo la cara y me peino un poco el pelo porque por las mañanas siempre lo tengo bastante enredado. Una vez lista, salgo del baño sin hacer ruido y me voy directa a la cocina a desayunar, imagino que los chicos, al igual que mi amiga, también deben de estar durmiendo. Ya ha pasado dos semana desde que llegamos a la playa y en la que Laura y yo estuvimos con los gemelos, los cuales nos enseñaron un poco la cuidad y nos presentaron a algunos de sus amigos. Mientras tanto, Marcos y Gabi estuvieron con la mierda las barbies esas que cada vez que las veía me entraban ganas de matarlas de una manera lenta y dolorosa, no era la única con ese pensamiento ya que Laura opina igual que yo. Hoy, por desgracia, es nuestro último día antes de irnos de vuelta a nuestra cuidad y estoy bastante deprimida. Estas vacaciones se me han pasado demasiado rápido y, para colmo, ahora volver a las insufribles clases.

Minutos después entro en la cocina y me encuentro a Marcos sentado en una de las sillas que rodea la mesa, terminando de comerse una tostada y mirando su teléfono. Noo tengo duda alguna de que está hablando con su querida Carmen que es a lo que se ha dedicado a hacer desde la fiesta. ¿Estoy jodida? Mucho. ¿Quiero matar a esa zorra? Sí, y además de la forma más de dolorosa. En estas putas vacaciones no he hecho otra cosa que verle con la zorra esa, llorando por las noches mientras Laura me consolaba; y, cuando me proponía no volver a llorar, incumplía mi promesa y lloraba. De lo único que me han servido estas vacaciones es para darme cuenta que quiero a Marcos, no como un amigo sino como algo más. Pero todavía no sé si estoy enamorada o no, tan solo sé que odio verle con otras.

—Hola, Marcos —saludo con una sonrisa en la cara.

Lo único que él hizo fue mirarme con cara de pocos amigos y volver a ver su móvil; aquello eso me dolió de la misma forma que si me clavaran un cuchillos en el corazón.

Esta no es la primera vez que me hacía eso, desde el beso con Rodri, Marcos me ha tratado de esta forma; al principio pensé que era una tontería y se le pasaría pero veo que me equivoqué. Por desgracia no soy a la única que le pasa esto, Gabi trata igual a Laura pero por lo menos y tan solo a veces, hablan; yo con Marcos ni eso. Y es triste y doloroso ver que la persona que quieres se comporta así contigo cuando tú no le has dado ningún motivo para eso.

—Adiós —se despidió en tono frío antes de levantarse e irse sin ni siquiera darme una mirada.

La sonrisa que tenía en mi rostro se desvaneció por completo ante eso y me entraron muchas ganas de llorar pero me contuve y no lo hize. En cambio, mordí mi labio inferior y comenzé a hacerme el desayuno para distraerme un poco de todo esto.

Cuando terminé de desayunar me fui a mi cuarto, no sin antes poner en agua lo que ensucié. Entré en el baño, me lavé los dientes y me duché. Era lo que necesitaba para olvidarme un poco de todo lo que estaba pasando pero, sobretodo, olvidarme de él. Cuando terminé, salí de la ducha y me envolví en una toalla blanca. Salí fuera del cuarto de baño y me fui a mi maleta para buscar algo de ropa que ponerme. Fue entonces cuando me fijé que Laura ya se había levantado y me miraba adormilada. Aquella imagen me hizo sonreír, parecía un perrito desorientado.

—Buenos días, dormilona —saludo alegre mientras abría la maleta.

—Buenos días, madrugadora —me saludó ella y, al terminar la frase, un bostezo salió de sus labios.

Enamorada de un gilipollas #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora