24| ¿Segunda ronda?

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Narra Laura







—¿Quién es ella? —la voz de Laura hace que desvía la mirada de ella y la centre en la morena a mi lado.

Tiene una ceja alzada, esperando una explicación; aunque no es la única que busca una.

—Ella es..., Isabel —farfullo, mi voz sale más seria y feroz de lo que me hubiese gustado.

Laura me mira durante unos largos segundos, como procesando lo que acabo de decir. Ladea levemente la cabeza antes de desviar su mirada de la mía a Isabel, ella nos observa en silencio, pero con una sonrisa en los labios. Tras unos largos segundos Laura vuelve a dirigir su mirada a la mía, esta vez no hay confusión sino rabia; ya sabe a que Isabel me refiero.

—¿Es la Isabel que me estoy imaginando? —pregunta Laura, cada palabra que sale de sus labios está cargada de rabia.

De nuevo vuelve a mirar a Isabel con odio, como si la quisiese matar en este preciso momento. Pero hay algo más en su mirada, algo escondido detrás de esa rabia que no soy capaz de percibir.

—Veo que la has hablado de mí —murmura divertida Isabel.

Mi mirada vuelve otra vez a ella. Laira sigue mirándola mal, pero parece que Isabel está demasiado ocupada mirándome a mí. Sus marrones ojos brillan igual que hace años y de nuevo me vuelvo a sentir como el niño gordo de trece años que se moría por ella. Y no me gusta sentirme así, no quiero volver a sentirme vulnerable ante ella, pero sobretodo no quiero que su aparición en mi vida acabe como hace años: yo con el corazón roto y ella con el más popular. Lo malo es que no me gusta nada como corazón se aceleró al verla, tal vez sea por el reencuentro después de tres años o porque aún puedo llegar a sentir algo por ella; y espero que sea la primera opción y no la segunda.

—¿Qué es lo que haces aquí? —pregunto seco ignorando su comentario.

Suelto a Laura y me meto las manos en los bolsillos de mi chándal; no sé porque lo hago. Siento la profunda mirada de Laura en mí, pero en ningún momento aparto la mirada de Isabel. La sonrisa de esta última se amplió cuando alejé mi mano de Laura y no sé si eso me gusta o debería volver a colocarla en la cintura de la morena a mi lado.

—A mi padre lo trasladaron aquí y me enteré de que tú vivías en esta ciudad; así que pensé que tal vez podría hablar contigo y..., bueno..., también perdirte perdón por lo de hace años. Fui una niñata y tú no te merecías el daño que te hice —las palabras de Isabel cada vez van tomando un tono de culpabilidad hasta que al final de su pequeña explicación acaba con la cabeza agachada.

Algo se remueve dentro de mí al verla así. Vale, me hizo daño, mucho daño a decir verdad, pero yo la quise mucho y no puedo verla así. Creo que sí debería darle una oportunidad, se la ve sincera y arrepentida por lo que hizo hace año; además, eramos un críos. Durante los últimos años la he culpado a ella por todo lo que me ha pasado y creo que he sido algo estúpido por hacerlo; después de todo yo entré en esa vida por decisión propia y no porque ella me obligase.

—Me pensaré si perdonarte o no —respondo.

Entonces la mirada de la chica frente a mí se desvía hasta frenarse a unos escasos centímetros de distancia de donde estoy yo. Desvío la mirada también y la centro en Laura, quien llevaba un rato callada mirándo a Isabel de una manera desafiante. Por un momento llegué a olvidar que ella estaba a mi lado, pero en cuanto mi mirada se fija en ella vuelvo a la realidad de golpe y porrazo.

—¿Y... Cómo te llamas? —pregunta curiosa Isabel, la gran sonrisa con la que había aparecido hace un rato volvía a estar en sus labios mientras que los de Laura eran una línea.

Enamorada de un gilipollas #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora