16| Te quiero

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Narra Laura






Caminaba por el parque, hacía unos minutos que había dejado a Marcos solo en el lugar donde estuvimos hablando. En este momento me sentía como remolino de emociones, la ira y el dolor eran los predominantes; las lágrimas aún salía de mis ojos, pero en menor cantidad. Se me había pasado un poco y ya me encontraba mejor, aunque aún dolía el recordar como aquella zorra le tocaba y él se dejaba tocar. Sus palabras también volaban por mi mente, pero en una en especial «te quiero». Aquellas dos palabras no paraban de repetirse en mi mente coml un mantra sin fin y resultaba demasiado doloroso. Me las había dicho, al fin lo había hecho, pero no en el mejor momento. Tampoco entendía porque lo había dicho justamente hoy, una semana y algo después de decírmelo en la fiesta de Halloween. Sabía que sentía algo por mí, y ahora sabía que me quería, pero lo que no tenía claro es hasta que punto llegaba ese querrer. Lo había dicho en un parque donde no había casi nadie, pero, ¿sería capaz de decirlo frente a más gente, por ejemplo, en el colegio? Sinceramente lo dudaba, ¿para qué se iba a arriesgar por algo que seguro era un capricho pasajero? Por así me sentía, como un puto capricho pasajero del que poco tardará en deshacerse. Marcos no tenía los huevos suficientes para admitir públicamente lo que sentía por mí y, en el fondo, le entiendo; después de todo yo no soy ni popular ni lo suficiente guapa como para estar con alguien como él.

Sin darme cuenta había llegado a mi calle, no sabía cuanto tiempo llevaba vagando por el parque, pero suponía que bastante. Tampoco había vuelto a mis amigas ni a los amigos de Marcos, tampoco quería verlos. No sé que habrá sido e mis amigas, pero supongo que me deben de estar buscando después de haber huido de aquella forma cuando llegamos a las pistas. Suspiré, que mala amiga puedo llegar a ser; ni si quiera me he preocupado de como debe estar Laura después de haber visto lo mismo que yo y Carmen, bueno, a ella esto le debe de dar igual, total, ella no siente nada por Alan.

Abrí la puerta del portal del edificio donde vivía y entré. Comenzé a subir las escaleras cansada y lentamente, no tenía muchas ganas de moverme; solo quería tumbarme en mi cama y maldecirme una y otra vez por ser tan idiota. En el segundo piso aceleré un poco mi paso por si acaso, en estos momentos no podía ni quería verle. Peldaños antes de llegar a la puerta de mi casa me encontré con mis dos amigas sentadas en las escaleras, Laura llorando y Carmen consolándola. Me sentí como la peor amiga del mundo por no haber estado para consolar a Laura y más después de que ella me consoló a mí tantas veces cuando Marcos la cagaba. Mordí mi labio inferior y subí unos peldaños más hasta quedar frente a ellas. Carmen me miró de la misma forma que ves a un cachorro abandonado y no la culpaba, me sentía coml un maldito perrito abandonado. Laura levantó un poco la cabeza del hombro de Carmen para ver quien era la persona que estaba frente a ellas y en cuanto me vio se levantó y me abrazó con tanta fuerza que por un segundo temí por mi vida. Correspondí el abrazo a los pocos segundos y sin más ambas soltamos en sollozo que se debió escuchar por todo el edificio, pero me daba igual.

Minutos después nos separamos ambas les invité a entrara en casa, así estaríamos más tranquila y no estaríamos expuestas a que alguien indeseado nos viese. Cerré la puerta y las tres nos dirigimos al salón donde yo me senté en el sofá individual y ellas en el sillón de al lado. Suspiré y sin más comenzé a contarles lo que había sucedido cuando salí corriendo de aquel lugar. Las dos me escucharon con atención, de la misma forma que Carmen y yo escuchamos a Laura cuando nos contó lo que le pasó. Al parecer ella también salió corriendo de allí rumbo a su casa y por el camino Gabi la interceptó y comenzaron a discutir. Los ojos de mi amiga estaba inyectados en sangre de tanto llorar y estaban algo inchados mientras que sus mejillas estaban sonrojadas como siempre se ponen cuando llora, se cabrea o le dicen algo bonito. Y en cuanto terminó mi mirada y la de Laura fueron directas a Carmen que no había dicho nada, pero sabía que algo había pasado.

Enamorada de un gilipollas #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora