Narra Laura
De mi mente aún no salía la horrorosa imagen de cuando estaba saliendo del colegio y me encontré al gilipollas, toca culos —del cual todavía no sé ni su nombre, pero tampoco me interesa, bueno, puede que un poco —, comiéndole la boca a la puta de Ana. Enserio, ¿qué le ven a esa muchacha para que todos se quieran liar con ella? ¡Si es un puto bicho palo! Es como una tabla de planchar, sin culo ni tetas. Pero no debería importarme nada lo que es muchacho haga o no haga; después de todo no somos ni siquiera conocidos.
Cuando ya me encontraba a unos pocos metros de mi colegio, me fijé en una moto súper chula pasar muy rápido por la carretera. Me flipan las motos desde que vi la película Tres metros sobre el cielo, un poco antigua, lo sé. Y todavía me gustan más los tíos buenos que tienen una, es más, uno de mis sueños es salir con un motero buenorro; aún que bueno, ¿quién no tendría ese sueño después de ver esa película? A mí me cambió mi vida, gracias a ella pasé de los principes azules y los Ken a los malotes con chipa negra y cigarro en mano. La miré embobada, pero cuando desapareció de mi vista entre los coches decidí seguir caminando y dejar de parecer una idiota.
Después de unos veinte minutos andado a casa y pensando en todo lo que me había pasado hoy, llegué a mi barrio y me fui directa a casa de Laura ya que mis padres me habían dado permiso para que se quede a comer y a dormir, estaba muy contenta porque después de mucho esfuerzo y un nueve en matemáticas, al fin, conseguí comvencerlos. Cuando iba de camino a casa de Laura me fijé en una moto y me quede mirándola por unos largos minutos, intentando descubrir de que me sonaba, hasta que me di cuenta que era la moto que había visto hace un rato cuando venía a casa; así que hize lo que cualquier adolescente hormonada haría en mi caso y le saqué una foto. Sonreír al ver lo bien que había y quedado y, segundos después de observar la foto, bloqueé el movil y me fui directa a casa de mi amiga.
No tardé ni cinco minutos en llegar ya que viviamos a escasos diez metros y eso es algo bueno ya que no me gusta mucho moverme. Cuando llegué a su casa, lo primero que hize fue llamar a la puerta y, al segundo, me abrió su madre, Antonia; aún que la llamamos Toñi
—Hola, Toñi —saludé muy contenta.
—Hola, cariño, ahora sale Laura, está preparando la mochila —me explica ella amblemente a una pregunta que no había formulado y después se metió en casa para avisarle a Laura de que ya la estaba esperando.
Escuché como gritaba que ya iba, que estaba mean. Otro grito más se escuchó, era su madre diciéndole que con un «estoy en el baño», hubiese sido suficiente.
Después de diez minutos, en los que hablé un poco con su hermano mayor, Álvaro, ella salió con una mochila en su hombro de estampado de leopardo. Feliz de que al fin nos podamos ir a mi casa y comer ya le di un sonoro beso en la mejilla y un abrazo,. Ella rápidamente me dio otro beso en la mejilla al mismo tiempo que correspondía el abrazo.
—Bueno, venga, vamos que mis padres deben de estar esperandonos —le dije con una gran sonrisa.
—Sí, venga vamos que me muero de hambre —inquirió ella frotándose su vientre.
Estaba apunto de responder con que luego soy yo la que siempre tiene hambre cuando mi estómago, en un acto de crueldad, hizo un ruido muy estruendoso señalizando que yo también tenía hambre. Yo miré a Laura al mismo tiempo que ella me miró a mí y, como si estuviesemos conectadas, nos empezamos a reír a la vez mientras ibamos caminando a mi casa.
En unos cinco minutos ya estábamos en el portal de mi edificio; así que rápidamente saqué las llaves de uno de los bolsillos de mi mochila y abrí la puerta. Subimos los tres pisos para llegar a mi casa ya que en esta mierda de edificio no hay ascenso. Para cuando llegamos, ambas estabamos sin aliento y cagándonos en losa muertos de quien construyó esta mierda de edificio por no poner un puto ascensor. Algo fatigada por la subida y después de beber un poco de agua, abrí la puerta y dejé pasar a Laura primero. Cerré y fuimos directamente a la cocina donde se oían unas voces que no conocia mientras que las otras eran claramente de mis padres; así que me imaginé que eran los nuevos vecinos por lo que no le puse demasiada importancia, total, me había ahorrado el esfuerzo de bajar para luego volver a subir. Antes de llegar a la cocina, mi madre vino a saludarnos y nos dio un beso a ambas. Nos dijo que los nuevos vecinos estaban en la cocina, que hacía unos minutos que habían llegad y que eran muy simpáticos; así que le di mi mochila y de Laura para que la llevara a mi cuarto mientras nostras fuimos a la cocina para conocer a mis vecinos.
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Enamorada de un gilipollas #1
Teen FictionOs voy a contar cómo comenzó todo. Como es que me acabé enamorándome de la persona que más daño y a la vez a más feliz me ha hecho en toda mi vida. Yo no creía en el destino hasta que le ví a él, a Marcos, el mayor mujeriego, egocéntrico, cínico, pe...