Narra Laura
Un mes después...
El sonido de mi despertador es el que consigue despertarme de mi placentero sueño, pero hoy es diferente. Hoy no me levanto con un humor de perros por tener que madrugar. Hoy es diferente por que al fin llegó el día de irnos a la casa en la Sierra que tienen la familia de Alan. Nos propuso ir hace una semana, justo después de que nos diesen las ansiadas notas y he de decir que el ocho en matemáticas se lo debo a Marcos por enseñarme y por dejarme comprobar los resultados de los ejerciosos de los examenes en medio de este y con cuidado de que la profesora no nos viese. Mis padres estuvieron muy contentos por mis notas por lo que encantados aceptaron que fuese a la casa de Alan; también tiene algo que ver que durante estos días ellos apenas están demasiado en casa por su trabajo y menos estarán los días que yo me voy. No falta mencionar que pillaron a Marcos por banda y le hicieron prometer que me cuidaría y que no se propasase; aunque ese último fui mi padre ya que mi madre le dijo a que usaramoa protección, no quería embarazos. Sobra decir que ese comentario lo hizo sin mi padre delante, por que entonces él mismo se encarga de castrar al moreno con el cuchillo jamonero que tenemos en la cocina.
Me levanto de la cama, no sin antes mirar la maleta abierta que hay en el suelo de mi cuarto junto a una bolsa grande para meter mis cosas de higiene, maquillaje y más cosistas que toda chica debe tener y que la hacen verse guapa. Camino hacia el baño para darme una relajante y larga ducha aprovechando que mis padres ya están en el trabajo a pesar de que son las nueves de la mañana; la hostelería es muy cabrona y sacrificada. Al estar desnuda frente al espejo no puedo evitar fijarme en el pequeño tatuaje de mi cadera: «M». Ha pasado un mes desde aquel día en las carreras y no puedo decir que todo vaya color de rosas; las discusiones entre él y yo están a la orden del día. Por cada mínima cosa explotamos y comenzamos a gritar; hacemos una montaña de un grano de arena y comienza a cansar. Hasta hace apenas unos días ni él ni yo nos hablabamos y, ¿sabéis por qué? Por que supuestamente yo había estado «coqueteando» con el chico de la tienda de helado cuandl en realidad tan solo le estaba pidiendo una puta servilleta. Claro que como os digo que las peleas están a la orden del día, las reconciliaciones también y todas ellas acaban igual: sexo salvaje.
Después de una larga ducha voy a mi habitación a cambiarme; en cualquier momento Marcos vendrá a por mí para irnos juntos a la estación de tren. Tenemos que estar allí antes de las diez y media para que nos de tiempo. Casi toda mi ropa está en la maleta por lo que me pongo lo mismo que me puse ayer para acompañar a mis padres a comprar. Un jesey azul clarito, unos vaqueros apretados y por las rodillas rotos y unas deportivas; el abrigo me lo pondré después. Cuando estoy lista me tumbo en la cama y cierro los ojos por unos largos segundos antes de escuchar el tiembre sonar. No me levanto, sé que es él, pero no tengo ganas y, además, él tiene una llave de casa al igual que yo tengo una de la suya. A los segundos escucho como hace uso de la llave y para cuando me quiero dar cuenta él ya está dentro de mi habitación con los brazos cruzados. Ruedo los ojos a la vez que ruedo por mi cama hasta quedar de espaldas a él.
—Buenos días, a ti también —saludó enfadado y yo volví a rodar los ojos.
¿Mencioné que hace algunos días que ni nos hablábamos? Pues la situación sigue más o menos igual. El ambiente está muy tenso cuando estamos los dos solos, pero mayor es la tensión sexual no resuelta. Hablamos las cosas y nos disculpamos, pero la situación sigue de la misma manera y todo tiene su explicación: no lo hicimos.
—Hola —saludé sin muchas ganas, estaba muerta de sueño y no quería discutir.
A noche, como soy tan lista, me quedé viendo una película hasta la una de la mañana y cuando me iba a ir a dormir vi que empezaba «Amanecer Parte II». Para abreviar, a noche no me dormí hasta cerca de las cuatro de la mañana.
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Enamorada de un gilipollas #1
Teen FictionOs voy a contar cómo comenzó todo. Como es que me acabé enamorándome de la persona que más daño y a la vez a más feliz me ha hecho en toda mi vida. Yo no creía en el destino hasta que le ví a él, a Marcos, el mayor mujeriego, egocéntrico, cínico, pe...