25| Fiesta de cumpleaños (1)

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Narra Laura






Hoy oficialmente cumplo mis quince años y no puedo estar más contenta; aún que me gustaría más haber cumplido dieciocho para así poder ser mayor de edad de una vez. Algo bueno de mis quinces es que voy a tener una fiesta sorpresa la cual la organizan Marcos, Carmen, Laura, Alan, Gabi y mi querida amiguita Isabel, alias la zorra; aún que Carmen y Alan no están en este momento, sino que están en Cadiz. Alan quiso ser un buen novio, y aprovechando unos días libres que nos han dado en el colegio, se la ha llevado. Las cosas han cambiado bastante desde que Isabel apareció aquel día en el parque. Por increíble que parezca, Marcos decidió darle una segunda oportunidad y ser amigos; aún que el termino «amigos» no le termina de quedar claro a Isabel. Cada vez que puede, y aún estando yo delante, ella le abraza, le da besos en la mejilla y le susurra cosas que hacen a Marcos reír. Y también, por culpa de ella, las discusiones entre Marcos y yo cada vez son más constantes y empieza a cansar. El motivo siempre es el mismo: Isabel. Le digo que ella quiere algo más que amigos, él me dice que no y en un segundo ya nos estamos gritando.

¿Cómo me he enterado que mi novio, amigos y sanguijuela me están preparando una fiesta sorpresa? Bueno, pues digamos que Marcos me lo dijo de una forma indirecta; y digo indirecta por que estaba hablando por el móvil con la sanguijuela sobre la fiesta.

Hace tres días...

Es miércoles por la tarde y Marcos y yo estamos en su mansión, matando el tiempo. Yo estoy en la piscina climatizada, nadando y bucean como una niña pequeña mientras Marcos está en una de las tumbonas sonriéndole al móvil como un retrasado. Doy un largo más, quedando en la orila cercana a Marcos y suelto un suspiro aburrido intentando que pille la indirecta de que me aburro sin él y que quiero que se meta en el agua, pero está demasiado ocupado mirando el móvio como para hacerle cado a su novia. No hace falta que me enseñe con quien está hablando, lo sé perfectamente y por esa razón me entran ganas de coger su móvil y tirarlo a la picina; aunque es acuático asique no sé si servirá mucho hacer eso. En las últimas semana me he dado cuenta que ahora no somo solo Marcos y yo, sino que somo Marcos, Isabel y yo.

—Marcos, amor, ¿me harías el favor de dejar el puto móvil y hacerme caso? —le pregunto con una fingida tranquilidad porque en realidad estoy colérica.

Marcos ni se molesta en mirarme, y eso no ayuda en nada a que me calme. Desde que apareció Isabel, a veces, Marcos me pone en un segundo plano; siento que quizá no me quiera tanto como yo pensaba y eso hace que me sienta fatal.

—No me apetece meterme en el agua —murmura concentrado en teclear en su móvil.

Resoplo a la par que ruedo los ojos.

—Pero sí que te apetece hablar con la zorra de Isabel —farfullo molesta para mí misma o eso creo. Al terminar esa frase, Marcos levanta la mirada de su teléfono -al fin -, y me mira de una forma severa, casi fulminándome con la mirada.

—No empiezes —masculla seria y yo ruedo los ojos otra vez.

—Voy a por algo de beber —informo saliendo de la piscina.

Mi cuerpo chorrea agua por todo él, y esta agua va directa al suelo. Llevo puesto un triquini negro que deja ver una parte de mi vientre y también parte de mi trasero.

Entonces ocurre el milagro: Marcos despega la mirada del móvil y la centra en mí. Repasa mi cuerpo una y otra vez hasta detenerse en mis pechos. Miro hacia abajo encontrándome con mis pezones erectos, me sonrojo sin poder evitarlo. Su mirada se vuelve levemente más oscura y ardiente, mi corazón late furioso contra mi caja torácica. No me muevo, permanezco quita dejándole seguir viendo, pero algo hace que aparte su feroz mirada de mi cuerpo. Gruño al ver como su atención vuelve a centrarse en su dichoso móvil. Muy enfadada comienzo a caminar hacia la cocina, sedienta, pero antes de salir escucho la voz de Marcos.

Enamorada de un gilipollas #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora