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El azabache dejo a el bebé en los brazos de su madre, se despidió antes de que los sentimientos lo dominaran por completo, se acerco a la puerta para abrirla en cuestión de segundos, pero se encontró con un ojiverde que lo observa furioso.

-¿Que haces aquí?¿eres el pinche idiota con el que esta ofrecida andaba?-pregunto furioso intentando golpearlo pero era esquivado por el azabache que se mostraba tranquilo.

Una patada directamente al rostro del ojiverde lo hizo caer en el suelo, se quería reponer del golpe pero ardía, dolía. El azabache se quedo en la puerta esperando que el castaño se levantara y fuera por él pero sorprendido por el distinto camino que tomo se adentro nuevamente. Observa como sujeta de manera violenta el cabello azabache de la mujer se acerca hasta esa bestia y lo sujeta igual, con fuerza del cabello-Suéltala ahora-ordena furioso, logra que lo haga y lo arrastra hasta afuera de la habitación.

Luego de unos minutos Eren regresa un poco más tranquilo luego de la breve explicación de Pieck entiende que solo fue a ayudar.

-Hola-saluda tomando asiento a lado de la azabache, se mostraba indiferente, no la miraba, ni siquiera al bebé.

-¿Quieres cargarlo?-pregunto triste
-Míralo, se parece a ti-intento persuadirlo con palabras pero no funcionaba, solo la miraba molesto

-Yo no voy a cargar al hijo de otro
-habla molesto acercándose amenazadoramente a ella-¿Con cuantos te metiste?-pregunta molesto.

Estaba sorprendida, su indignación era a un nivel mayor, ¿como se atrevía? Que poco hombre.

-¿Como te atreves a decir eso?-pregunta molesta
-Sabes perfectamente que este bebé es tuyo

-Ya cállate-ordeno molesto-No es mío, quien sabe de que maldito estupido será

-Pensé que habías olvidado todas tus tonterías, vete
-grito entre lágrimas

-Si, si me largo porque no te soporto
-se levanto rápidamente

-Ya lárgate

-Eres una ofrecida, maldita asquerosa
-dijo molesto antes de retirarse

No podía dejar de quererlo a pesar de lo que hacía, un infierno disfrazado de un paraíso que ella se creyó, se sentía pasada de peso, nada bonita, no era atractiva para él. Su llanto era incesante, por suerte su hermana no dudo en entrar rápidamente a la habitación, lo sospechaba, ese hombre ni siquiera se compadecía de la madre de sus hijos, era una bestia.

La encontró llorando, estaba acostada en la cama maldiciendo su cuerpo, su rostro, su vida, Pieck se acerco a ella, acaricia su cabello azabache, deposita un beso en la frente de la menor. Ve que su sobrinito duerme tranquilamente en el pecho de su madre.

-¿Que es lo que te dijo ahora ese idiota?
-Pregunta molesta

-Sigue con sus tonterías-admite triste, le dolía decirlo pero no tenía opción, debía hablarlo y sacar todo lo que le hacía mal-Ya no le gusto, hermana
-susurra triste

-¿Que te pasa?¡Eres una Ackerman!
-Regaña molesta, poniéndose en pie, tendría que asumir el rol de padre y madre, realmente no era difícil quería ayudarla
-Si no le gustas no hay nada que se pueda hacer, el se lo pierde, hay muchos hombres en este mundo, que anhelarían estar en el lugar de ese hombre, es cuestión de esperar, puedes permitirte sanar en lo que el adecuado llega. No te cierres, pero tampoco te dejes engañar por el primer idiota que te hable bonito y te prometa las estrellas, fíjate en las acciones, las palabras se van junto al viento, quiero lo mejor para ti, Mika. No tengo mucha experiencia pero se que mis padres no quisieran verte de esta manera.

Mikasa

Tuvieron que pasar muchos años para al final darme cuenta de que todos tenían razón, en esos momentos quería morir, quería deshacerme del infierno en el que vivía, no me excusaré en decir que no sabía como, claro que lo sabía pero me negaba a dejarlo, tenía la tonta idea de que ese hombre volvería a ser el mismo que conocí ese día, la primera vez que nos vimos, al recordarla me odio profundamente, si no hubiera estado ahí, si no lo hubiera conocido nada de esto habría pasado, Aiko y Murat son mis más grandes amores pero realmente desearía regresar el tiempo hacer todo bien, enamorarme profundamente de un buen hombre, casarme y tener a mis hijos en un ambiente feliz, lleno de amor con dos padres que les demuestren diariamente lo que es amor.

Ese día en el hospital lo logré comprender, que no sólo debía rescatarme a mí de ese mal hombre, también a mis hijos, ¿que demonios les estaba mostrando? Mi hija no debe seguir ese ejemplo ese patrón familiar tan idiota que yo me impuse, sería libre de ejercer un buen camino, lo que hizo que mi corazón y mis ojos se abrieran fueron las palabras de ese desconocido.

Tu situación va a durar el tiempo que tu lo permitas, él es así porque tu se lo haz permitido, rompe esas cadenas y demuestra quien eres, busca la claridad de la vida.
NoName

En cuanto recibí el alta, la castaña que atendió mi parto me extendió un papel, al leerlo no pude controlar mis lágrimas. Busque por primera vez mi bien, lo aleje de mí a pesar de que me busco, me rogó e imploro, cada vez que venía solo podía recordar todo lo malo que viví junto a él, simplemente me daba la vuelta y me marchaba, no quería verlo más. No soñaba más con una vida a su lado, no era más la Mikasa llena de ingenuidad. No desde que se lo prometí a mi hermana, a ese desconocido, a mis hijos.

Conseguí un buen trabajo gracias a mis estudios, administración de empresas, trabajando en un banco el cual pagaba bien, llevaba muchas comisiones, todo era excelente pero no era una conformista, quería más, poder darle a mis hijos una buena vida, no les iba a faltar nada mientras yo estuviera con vida. Dos trabajos al mismo tiempo era un sufrir para mí pero se me olvidaba los fines de semana, ver a mi niña corriendo en el jardín de la casa que acababa de comprar era mi felicidad, Murat intentando alcanzarla, todos esos momentos me hacían ver que tome la mejor decisión de mi vida.

𝙈𝙞𝙨 𝙝𝙚𝙧𝙞𝙙𝙖𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora