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Dedicado a:Chrismed
Gracias por apoyarme con tu opinión, no sabes lo mucho que me ayudo a sentirme segura de subirlo!

Los días pasaron rápidamente, Mikasa cuidando de sus hijos, Levi apareciendo repentinamente en la puerta de su casa era lo que mas amaba, sus visitas y detalles inesperados además del cariño tan profundo que sentía por sus pequeños, los quería como si fuesen propios, eso hacia que su corazón estallara de felicidad, eran una familia demasiado unida que bien merecida la tenían ambos, por fin después de tanto sufrimiento y heridas en el proceso. No había noticias de Eren, la tenia demasiado preocupada eso porque significaba que estaría en algún lado planeando como arruinarle la vida. Estaba inquieta aunque no lo demostrara, tenia siempre la mirada perdida mientras su mente se encontraba saturada de pensamientos negativos, Levi lo notaba, no podía juzgarla porque solo ella sabia de que seria capaz esa vil persona si es que así se le podía llamar a alguien como el castaño.

Cualquier otro hombre se molestaría de que la ex pareja de su novia tuviera todo el espacio en su mente pero realmente a el no le preocupaba, comprendía con totalidad la situación y la apoyaba. Levi sabia que el junto a sus hijos tenían todo el espacio de su corazón, ella lo amaba en cada momento lo dejaba claro, eran sentimientos mutuos y era mas que feliz con eso, con ver esos ojitos brillar cuando el llegaba era suficiente para estar convencido de ello.

Levi baja de su auto, espera unos minutos, comienza a preocuparse es algo raro que sus pequeños niños no salieran corriendo para recibirlo, camina rápidamente hacia la puerta de la casa de la azabache, toca varias veces, en cuestión de minutos Mikasa esta abriendo. El entra y besa su frente, verla ahí, sana y salva le alivia totalmente, sentía que lo perdía todo en tan solo unos segundos, así como hace unos años...Ella se percata de que las manos masculinas tiemblan, no duda en envolverlo en un abrazo.

-Todo esta bien, Levi. Lleve a los niños con Pieck
-dijo sonriente, él la mira confundido, la azabache amaba pasar sus días libres junto a sus hijos, por eso le parecía algo extraño, hasta que se percato de la bata de seda que llevaba puesta, una risita traviesa salió de los labios de la mujer.

Aún más confundido la veía sin pestañear, se encontraba desorientado, hasta que sintió como la delicada mano femenina sostenía su mano para guiarlo, se dejo llevar a pesar de que no sabía lo que pasaba. No se imaginaba lo que pronto sucedería. Llegan hasta la habitación de la azabache, ella no suelta su mano, se acercan hasta la cama es entonces cuando Mikasa decide usar la fuerza para hacer que este se acueste entre esas sábanas, pero lo logra. Se posiciona encima de él que no deja de mirarla sorprendido.

Era algo que él quería pero no creía que estuviera pasando, ahora mismo, en este instante, siempre respeto la condición de la azabache para comenzar la relación, "vamos despacio, no quiero apresurarme".

Pero ahora se encontraba encima de él, devorando sus labios con fiereza, con tanta pasión que tenía guardada, y sabía que era para él, todo eso era suyo. Lo envuelve en sus delicados besos repartidos constantemente en su rostro, mordidas inocentes en su cuello, Mikasa por fin podía ser ella misma en la cama, Levi no interrumpía ningunos de sus movimientos, la dejaba brillar en ese momento, mandar sobre él, y esperaba que él resto de su vida siguiera de esa manera.

El azabache quita su camisa rápidamente por petición de su novia, ella enseguida se encuentra besando su torso desnudo, acaricia delicadamente sus brazos, luego vuelve a acercarse al rostro de su amado que la mira apasionado con un toque de ternura, era débil ante ella, pero adoraba serlo, mientras Mikasa fuera feliz.

La deja hacer todo lo que ella desea, hasta que se encuentra bajándole los pantalones, sin apartar su mirada de la de él, mete el largo y grueso pene a su boca, acerca una de sus delgadas manos para tomarlo, lo envuelve con delicadeza y precisión, en un movimiento de vaivén, sus labios besan la punta, lame, saborea el líquido que sale de el, esta excitado, maravillado de la mujer que se encuentra proporcionándole grandes cantidades de placer.

Minutos después, los roles cambian ahora él esta posicionado encima de ella, la besa delicadamente demostrándole lo mucho que la ama, acaricia suavemente el cabello azabache de su mujer que no deja de mirarlo. Quiere moverse, actuar como le gustaría, tiene a su merced a semejante mujer, una reina, una diosa...pero no quiere que esta se muestre temerosa.

Con todo el cuidado del mundo quita la bata de seda que cubre el cuerpo de la mujer para encontrarse con lo más extraordinario del mundo, esa lencería le quedaba estupenda, bueno...cualquier cosa se le veía bien, era Mikasa, su novia, lo que más amaba.

Su mirada repasaba una y otra vez el panorama con gran devoción pero noto la incomodidad en su mujer, pronto dejo sus bajos instintos alado para acariciar el delicado y pálido rostro, era comprensivo. Tanto para preguntarlo.

-Mocosa...¿quieres esto? Podemos parar aquí si tu quieres.

-No es eso...realmente...¿te gusto? Es decir...mira esto
-señala sus estrías, estaba avergonzada, la mirada de Levi se dirigió al lugar indicado, deposito algunos besos en donde se encontraba la marca.
-Es porque estoy gorda...

Y si, nuevamente uno de sus traumas esta presente.

-Amo cada parte de ti, ¿crees que me dejarás de gustar por una bella marca en tu preciosa piel, mocosa? ¿Me crees un idiota?

El hombre se dedico a hacerle creer lo valiosa y bellísima que era, sin importar lo que su piel tenía, eran marcas, si. Pero marcas del valor que una joven tuvo para traer al mundo a dos dulces angelitos, para abandonar todo, por ello las atesoraba, besaba tiernamente cada una de ellas, eso le hizo recuperar la confianza para seguir.

Quito el sostén que cubría sus grandes y suaves senos, sin dudarlo ni un segundo, lame uno de ellos para después introducirlo en su boca, con su mano toma el otro lo toca suavemente acariciando con su dedo pulgar el pezón, la azabache lo hace acercarse más y más para sentir la calidez de su boca, devora sus pechos, los muerde delicadamente, pero sus exigencias lo hacen tomarlos con fuerza arrancándole un gemido a la mujer.

Los besos apasionados , cargados de amor no se hacen esperar en la exquisitez de su cuerpo, ninguna parte de el queda sin explorar, pronto llega a su intimidad, toca por encima de la tela, se siente húmeda, decide retirar con delicadeza esa prenda. Introduce uno de sus dedos en la calidez de su vagina, luego otro para unos segundos más tarde hundirla en placer, entran y salen rápidamente, sus gemidos, jadeos no se hacen esperar.

Se coloca entre las piernas de la azabache que sigue sin apartar su mirada de él, se pone el condon, para de una estocada entrar en ella. La penetra fuertemente pero cuidando siempre de no lastimarla, asegurarse que esté disfrutando el momento, mantiene un ritmo rápido, pero placentero, su boca se encuentra besando las estrías más cercanas a él. Amaba estar con esa mujer, amaba este momento y lo atesoraría toda la vida, el día en que Mikasa Ackerman decidió entregarse a él, no era porque solo buscará eso de ella, sabía lo que sufrió, sus inseguridades pero a pesar de eso quiso darle una oportunidad de hacerla feliz y vaya que lo haría.

Esta vez era feliz, ambos lo eran, por primera vez estaban haciendo el amor, no forzados ni obligados, amaban ser uno solo.

Los azabaches están acostados en la cama, Mikasa en el pecho del hombre, que no deja de mirarla, era una mujer tan espectacular, no dejaba de preguntarse,
¿Porque hacerle daño a una mujer como ella? Era lo mejor del mundo, agradecía a verla encontrado, pero desearía que jamás hubiera sufrido tanto...si eso significaba no conocerla estaría dispuesto todo porque fuera feliz. Pero solo quedaba en pensamientos, no podía hacer nada más que velar por su futuro juntos y asegurarse de que nadie la dañe.

-Hoy cumplimos un mes de novios...
-menciona la azabache, lo mira, le brinda una gran sonrisa.

-Es el mes más feliz de mi vida, se que a tu lado toda mi vida estará llena de felicidad.

𝙈𝙞𝙨 𝙝𝙚𝙧𝙞𝙙𝙖𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora