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Se coloca frente a la puerta, respira tres veces, sus manos temblorosas abren lentamente la puerta
dejando ver a un pelinegro que sostiene en una de sus manos dos bolsas de regalo, en la otra una maceta color negra con una planta que tenía algunos ramilletes de flores azules.

-Hola-saluda la azabache com una gran sonrisa en su rostro pronto las voces de sus pequeños hijos no se hicieron esperar, saludándolo también.

-Hola, Aiko y Murat, ¿verdad?-pregunta acercándose a ellos, les extiende las bolsas
-Son para ustedes

Los niños toman los regalos, agradecen y corren emocionados hacía sus habitaciones para dejarlos un segundo a solas, le extiende la planta, la azabache la toma pero la coloca en la mesita central de la sala, eso lo confunde un poco pero segundos después lo comprende, ella lo envuelve en un abrazo, le agradece constantemente, él acaricia el suave y largo cabello de Mikasa.

-¿Cada día te pones aún más bella, mocosa?
-pregunta sonriendo de manera fugaz.

Porque para él algo sumamente hermoso, era verla de esa manera, sin una gota de maquillaje, una pijama que demostraba que hace unas horas se levanto, no le molestaba, no era extraño, la vio enojada, apunto de dar a luz, después de tener a Murat, era totalmente normal, amaba la naturalidad de esa mujer, acaricia el rostro sonrojado de la mujer.

Unos minutos más tarde se encuentran en la mesa, él respondiendo las preguntas de los niños que eran algo extrañas pero no podía negarse eran lindos, estaban a segundos de probar el primer bocado pero el timbre sonó. Aiko corre para abrir la puerta, se encuentra con sus tíos, que no dudan en entrar.

-No quisimos cocinar hoy, así que vinimos a comer a tu casa hermanita-habla la azabache acercándose al comedor para tomar asiento, mira fijamente al hombre junto a su hermana.

-Te serviré entonces-avisa dirigiéndose a la cocina.

Realmente no le molestaba que hiciera eso, sabía que se preocupaban por ella, le hacía inmensamente feliz tener personas así en su vida, pronto observo a Levi a unos cuantos pasos de ella.

-¿Te ayudo?-pregunta acercándose hasta quedar junto a ella, la observa negar con la cabeza pero no lo aceptaría, toma la cuchara que estaba dentro de la cacerola, todo bajo la atenta mirada de su enamorada que sostenía el plato mientras él servía pacientemente.

Los dos azabaches se dirigen a la pareja, para dejar frente a ellos los platos de comida, agradecen pero la mirada de ambos estaba encima del azabache, Pieck lo analizaba detalladamente, Porco de manera amenazante.

Pero segundos después al ver como la miraba fascinado por cada movimiento por parte de la azabache dejo de temer y por fin una sonrisa se dibujo en su rostro, le hizo recordar a sus días de noviazgo con el amor de su vida, su matrimonio era todavía un noviazgo, porque jamás dejaría de ver a Pieck de esa manera.

La comida no fue para nada silenciosa, las risas de Pieck por las bromas de Porco, la conversación entre ambas hermanas y el azabache, Porco preguntaba disimuladamente sobre su relación con su cuñada, analizaba cada respuesta para después aprobarla y asentir. Murat estaba junto a Porco, ese niño lo consideraba como un padre, no era que no le agradará el azabache pero aún era extraño y él lo entendía, Aiko lo miraba detenidamente, ¿ese hombre podría ser su padre? Veía que era todo lo contrario a su padre biológico.

Él no estaba molesto, él le sonreía con dulzura a su madre, la hacía feliz, la hacía soltar algunas risas, era caballeroso, atento, era todo lo que siempre deseo para su madre. Su corazón finalmente estaba aliviado.

-¿Quieren postre?-pregunta la azabache, los observa asentir.

-Es mi turno de ayudarte.

Pieck junto a Mikasa se dirigen a la cocina, Porco aprovecha para sentarse a un lado del hombre que lo mira confundido, suelta unas cuantas palabras.

-Lástimas a Mikasa, te parto la cara
-Amenaza, no logra la reacción esperada en el rostro de azabache que arquea una ceja
-Solo te advierto que ella es una buena mujer y si solo la quieres para divertirte, es mejor que busques alguien más

-No tengo porque hablar contigo de esto, puerco

-Porco, mi nombre es Porco-corrige molesto

-Como sea, puerco. Quiero a la mocosa, soy el primero en querer cuidarla, no quiero que sufra más.

-¿Más?-pregunta confundido
-¿Sabes lo que ocurrió?

-Si, absolutamente todo.

Se alejó de él para volver a tomar su asiento correspondiente, ahora era turno de Aiko, todos querían hablar con el azabache, mejor dicho amenazarlo para lograr que huya pero es difícil.

-No vengo a amenazarte, solo a decirte que cuides de mi mami, se que es feliz contigo, si se puede también una hermanita, la otra vez pedí una y salió Murat-le susurra al oído pero al escuchar su última petición él se aleja para dirigir su vista a otro lado, sus mejillas estaban totalmente sonrojadas.

Apenas estaban saliendo, la hija de Mikasa ya quería una hermana, ¿que tipo de peticiones eran esas? Aún no eran pareja, no era porque él no quisiera pero la azabache quería llevar las cosas lentas, como el noviazgo que jamás se permitió tener y lo aceptaba.

-Creo que...me pareces familiar-habla Aiko haciendo que su tío asienta.

-A mi también me parece familiar-confirma, los dos se muestran pensativos.

-Ya volvimos-anuncia una azabache emocionada
-Mi hermanita hizo pastel-dice con una emoción de niña pequeña, es observada por Porco que no le quita la vista de encima, esa mujer era tan bella en todas sus facetas.

Colocan los platos para que todos puedan disfrutar de el postre que la azabache preparo con mucho esfuerzo y amor, los presentes la miran impresionados por el sabor tan dulce y exquisito del pastel.

Luego de terminar con todo el pastel, totalmente satisfechos comienzan a limpiar la mesa, cada uno lleva sus platos y vasos al fregadero, el azabache los recibe para lavarlos bajo la atenta mirada de Mikasa y Pieck. La mujer menor toma a sus hijos de las manos para llevarlos a dormir a sus habitaciones, eso es tiempo para que su hermana mayor pueda amenazar al hombre.

Pieck se acerca le realiza algunas preguntas, al ser respondidas correctamente, piensa detenidamente, se acerca al azabache para colocar sus manos en el blanco cuello masculino, Porco la mira asombrado pero no interrumpe, se encuentra cuidando de que Mikasa no llegue repentinamente.

-Mira enanin, si no quieres tener problemas conmigo es mejor que tengas feliz a mi hermana, si no crees que puedas hacerlo es mejor que te desaparezcas de su vida, porque no tienes idea de lo que ella sufrió, de ese horrible infierno del que salió, ahora que es libre, que puede permitirse ser una mujer segura y plena, no dejaré que alguien se lo arruine, así que dime ahora ¿Eres lo suficientemente hombre para tener a una mujer como ella?
-pregunta con su mirada atenta, amenazante, las lágrimas en sus ojos afirman sus palabras, lo que siente, su deseo de proteger a su hermana menor.

-Amo a Mikasa desde él día en que la conocí
-Confiesa sin temor
-Permíteme ser el hombre de su vida, la haré feliz.

𝙈𝙞𝙨 𝙝𝙚𝙧𝙞𝙙𝙖𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora