VII

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Salté del techo al piso y me quité la capucha, empecé a caminar hacia la salida del lugar

- No olvides matarla - dije sin voltear atrás y con las manos en los bolsillos, solo escuché un último grito ahogado

<Ugh... Que desperdicio>

Caminé hacia la calle principal mientras sentía la presencia del hombre a mi espalda.
Llegué al camino principal y seguía la lucha entre los elfos y demonios, al parecer los elfos estaban manteniéndose a la par de los demonios. Me quedé por unos segundos viendo los movimientos de combate y me imaginé realizándolos así mi mente crearía una grabación y solo tendría que practicarlos para perfeccionarlos.

- joven amo, debemos apresurarnos

Lo miré, era un viejo con ojos rojos y cabello grisáceo, aún tenía sangre salpicada en su rostro y ropa y, aunque lo ocultaba muy bien, aún se podia ver en sus ojos y voz un tono despectivo al dirigirse a mí

Lo miré, era un viejo con ojos rojos y cabello grisáceo, aún tenía sangre salpicada en su rostro y ropa y, aunque lo ocultaba muy bien, aún se podia ver en sus ojos y voz un tono despectivo al dirigirse a mí

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Empecé a caminar en dirección al castillo. La actitud del mayordomo no me molestó en absoluto y tampoco se me hizo rara ya que estaba acostumbrado a los subordinados de un padre loco.

Caminamos hasta llegar a la entrada del palacio en la que encontramos a varios demonios muertos

<Parece que subestimaron a la raza élfica>

- ¿planean quedar por encima de la raza?

- nuestro objetivo no es ese ya que nosotros ya estamos por encima de esta raza desde hace 90 años, nuestro objetivo es el castigo a la raza por el secuestro de el tercer príncipe y la profanación de la propiedad del rey; además del rescate de los dos en cuestion

- ah...

<Si es que cumplen su cometido mi madre volverá a ser una esclava y es probable que yo sea asesinado o termine siendo un sirviente de los príncipes...por ser un "mestizo">

- ¡No den un paso más!

Varios elfos nos rodearon a nuestras espaldas, algunos con espada, otros con lanzas y muchos otros con arcos

- A-ayuda, este hombre me quiere lastimar...e-es un demonio- dije mostrando mis orejas y con voz de niño asustado

En cuanto dije la palabra demonio se escuchó un grito de guerra y todos arremetieron contra el mayordomo. Tomé la oportunidad y escapé para entrar al palacio.

Cuando llegué al palacio de las concubinas apenas estaban evacuando junto a sus escoltas asignados, fui a nuestro cuarto para sacar la espada que me había regalado Maglor por mi quinto cumpleaños pero al llegar me encontré con el escolta personalizado de mi madre

Me di cuenta de el gran apego y afecto que tiene por mi madre pero un caballero jamás se atrevería a declarar su amor por la concubina del rey, además me tiene muy vigilado y con el objetivo de que mi madre le dé más atención me enseña varias cosas y me entrena en la espada

- ¿Qué haces aquí? ¿No se supone que debes estar con mi madre?

- ¿Cómo se supone que iba a estar con ella si esta pasando la noche con el rey? ¿Dónde estabas tú?

- ...en el baño

- ... ... Vamos por tu madre

- ustedes son algo lentos para actuar ¿no es así?

- cállate y corre

Mi prioridad era ir por mi madre y escapar cuanto antes, no escondimos en uno de los arbustos que estaban cerca de la entrada principal y de repente atrás de nosotros hablo el mayordomo

- Príncipe, me alegro que se encuentre bien. Ahora por favor no se separe de mi si no quiere que tome otras medidas

Su aparición me sorprendió y es que no había sentido su presencia

<Ah, como chinga>

- ¿Quién es él? - dijo el escolta sacando su espada y poniéndose en frente de mí apuntando al demonio

- ...Ni idea

- ...te dijo "príncipe"

Me encogí de hombros y desvíe la mirada

- Disculpe la introducción tardía, mi nombre es Alastor el mayordomo del rey demonio

Oriol no contestó por unos segundos

- bien, antes que nada debemos ir por mi madre - caminé para acercarme a la entrada del palacio pero el escolta me detuvo súbitamente tomándome del brazo, lo miré y su cara no reflejaba nada más y nada menos que la hermosa expresión de terror y desesperación, sus ojos estaban clavados en Alastor y no pude evitar sentir algo de envidia ya que esa expresión no estaba dedicada a mí.

Contuve con todas mis fuerzas mi sonrisa de satisfacción y de un momento a otro su agarre se hizo más fuerte y no pude evitar emitir un pequeño "auch", estrepitosamente el mayordomo lo tomo del cuello y lo levanto del piso solo se podían escuchar su forcejeo en busca de aire

Nací Como Un Híbrido BastardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora