Together

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La sangre corría lentamente, manchaba con pequeñas gotas la sabana blanca de su cama. Veía como escurría con lentitud, esperaba que la vida fuese así pero no lo era.

Dejó la pequeña navaja en su cama, las pastillas comenzaban a darle sueño, tomó un trago de la cerveza y sonrió hacía a la nada.

No tenía sentido.

No quería verle el sentido.

Recordó su bonita sonrisa, esos brillantes ojos verdes que lo miraban con amor, con alegría, como si fuese lo mejor que había en el mundo.

En su mundo, él era el mejor.

Recordó su mano en la de él, parecían unos niños de primaria con la persona que les gustaba, ambos rozaron sus dedos y sonrieron. Su primera cita se sentía como si estuvieran en las nubes.

Sus besos se sentían como si el único rayito del sol los estuviera observando, con alegría les veía como sus labios se rozaban con suavidad, sus dedos juntos mientras Izuku acariciaba con amor sus mejillas.

Después de la tormenta, venía la calma, eso era siempre lo que decía su madre.

Habían pasado por muchas cosas, muchas lágrimas derramadas por pedir perdón y muchos besos en las mejillas para tranquilizar.

Eran felices. Se amaban. Eran lo mejor que les había pasado.

Recordó, odiaba recordar.

Esos ojos que tanto amaba tenían lágrimas, de su boca escurría sangre mientras que Izuku trataba de tranquilizarlo. Katsuki tomo la mano de su amado, el peliverde comenzó a toser más sangre y Bakugo tenía miedo de mirar abajo. No quería hacerlo.

Una barra de metal había atravesado el estómago y parte del pecho de Izuku. El oji verde trataba de tranquilizar a su novio, diciéndole que estaría bien, que no temiera, que no llorara.

Izuku odiaba ver llorar a Katsuki.

Los días ahora pasaban con lentitud, cuando estaba con Izuku, se pasaban muy rápido.

Debió aprovechar sus días con su novio.

Tomó otro trago de su cerveza.

No ingiera alcohol al usar medicinas”.

Al carajo con eso.

De nuevo tomó la navaja, miró sus muñecas llenas de cortadas y suspiró. Su vista era borrosa, aparte de las lágrimas que le impedían ver bien, el sueño le estaba ganando.

Pasó de nuevo el metal en su piel, dejando que brotara más su sangre. Odiaba ver sangre, pero era símbolo de estar vivo.

Ya no quería estarlo.

Habían pasado dos años desde la partida de Izuku, no podía olvidarlo. Habían luchado contra todos para estar juntos.

¿Fue una perdida de tiempo? No. No lo fue.

Aún faltaba tiempo.

Y si morir le daría más tiempo, eso es lo que haría.

Porque quería estar con su Izuku, el amor de su vida.

𝕓𝕜𝕕𝕜 𝕚𝕟 𝕒 𝕟𝕦𝕥𝕤𝕙𝕖𝕝𝕝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora