El pecoso la miró y asintió rápidamente. Ella sonrió, se acercó a él y le dió un rápido beso en los labios, dejando ese dulzor sabor a fresa que usaba su novia.
— Lo siento, estaba pensando en otra cosa.
Mentía.
Midoriya le hacía creer a Ochako que sabía todos sus pequeños secretos.
Todos excepto uno. Un pequeño y oscuro secreto.
Estaba pensando en cierta persona, labios rosados, mejillas sonrojadas y cabellos color rubio en picos. Ojos rubí, perfecto. Y es que no paraba de pensar en él, quería más. Un simple beso no era suficiente para ellos, pero había algo.
Izuku quería que Katsuki lo amara como ella lo hace. Estaban cerca pero se sentían lejos. La ansiedad de probarse nuevamente los estaba matando lentamente. El pecoso quería tocarlo nuevamente, sentir sus manos tan calientes con el miedo de quemar a Bakugo.
Ella no sabía de su pequeño secreto. Se habían besado, no es suficiente.
Uraraka era la mejor amiga de Katsuki, eso era caer muy bajo, pero Izuku no podía evitar poner su atención en el rubí.
Un corazón de por medio, sensible, puro. No querían romperlo.
Sus intenciones eran ofensivas, para él, para su novia, su relación.
Pero, ¿si se deseaban tanto? ¿Por qué no estaban juntos?
Sabía que ella podría superarlo, perdonarlo y seguir.
Cada noche recordaba los labios sabor a menta de Bakugo, dulces. Aún podía sentirlo en sus manos la suave piel blanquecina del cenizo, era cálida, se sentía a pecado.
Pecado que quería cometer nuevamente.
Y es que Uraraka era el mismo cielo mientras que Katsuki era el infierno, caliente, lleno de almas en pena. Deseoso por más alma.
Quería más. Mucho más.
Pero sabía que Katsuki sólo estaba probando, tentando, como si probara un rico vino de hace millones de años. Exquisito, un sabor fuerte que se te quedaba en la lengua. Aunque estuviera amargo, no podías parar de beber.
Ella es muy genial y el oji rubí lo sabía, por eso eran mejores amigos.
Geniales, asombrosos. Calientes.
Sabor a fresa.
Tampoco quería presionar a Bakugo porque sabe que se iría. No quería presionarlo pero no podía soportar otro día más. Quería tocarlo por todo su cuerpo. Bajar de sus hermosos labios a esa pequeña cintura. No aguantaba las ganas de recorrer su blanco cuerpo sabor a manzana del Edén y morder. Quería morderlo, hacerle saber que estaba ahí y no con Uraraka.
Saborear el exquisito elixir del pecado.
Quería que lo amase porque ella no puede. Ella quería ir lento, Izuku quería ir rápido.
Le daba risa, no captó un secreto.
Estaba seguro que lo superaría.
Superaría saber como Katsuki gemía al compás en el que el miembro de Izuku desaparecía en ese lugar, como las marcas rojas en los pectorales del rubio quedaban latentes hasta el siguiente día. Como las manos calientes de Izuku dejaban marcas en sus caderas por el movimiento fuerte de sus embestidas.
Midoriya sabía que era un error, un error tan grande como haber mordido del fruto prohibido.
Lo echarían del paraíso, eso estaba seguro. Los corazones se romperían.
Ella, Uraraka, lo superaría.
🍎🍎🍎
Broooooooo 👀.
Espero que les haya gustado, cuando escuché esa canción dije “Achingarasumadre, DekuKatsu” y aquí está.
Espero que les haya gustado. En lo personal me impresioné JAJAJAJA.
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