Día 4
Thomas no entendía lo que hacía Dylan. No entendía en la situación en la que estaba siendo parte. Fue hermoso haber conocido El Barrio Latino; El Louvre, aquel hermoso museo; el Río Sena; la Catedral de Norte Dame; El Palacio Nacional de los Inválidos; la Torre Eiffel y aquel Campo de Marte. Y con la presencia de su ya oficial novio, fue la mejor experiencia y uno de los muchos recuerdos que guardará perfectamente en su memoria. Pronto lo necesitaría para recordar a viva imagen todo lo que pasó junto a su castaño.¿Pero no podían ser un poco más ordenados? Es decir, debieron escoger en orden las ciudades que visitarían, porque regresar nuevamente a América del Norte era agotador. Al menos así lo sentía Thomas. No quería imaginar cómo se podría sentir Dylan, así que únicamente fue sostener su mano durante todo el viaje a Nueva York. Si, la nueva parada sería Nueva York. ¿Por qué no ir primero a Nueva York y después a París?
No lo sabía. Y aquello lo frustraba un poco. Tal vez estaba exagerando, pero todo era confuso.
Dylan no quería preocupar a su novio y a los que lo acompañaban. Eran muy amables con él, pero no quería que lo fueran por aquella maldita causa. Se mantuvo relajado todo el viaje, y fue mejor el tener la mano del rubio junto a él, así que sólo se limitó a observar por la ventana. Últimamente es lo único que podía hacer. Observar por la ventana aquel océano de nubes y aguas. Aquella nueva maravilla de la Tierra que va uniéndose a la lista de las mejores y más increíbles cosas, lugares y personas que pudo ver y conocer hasta el momento. Algo que nunca podría ver en el planeta que puede salvar su vida.
Thomas abrió los ojos y se permitió relajarse en las cálidas sábanas de aquella cama. Inevitablemente observó el paisaje de Nueva York desde las alturas. Desde la suite del Four Season Hotel New York y lo que podía mostrar desde aquel piso. Ubicado a algunas calles del Central Park, la Quinta Avenida y el Rockefeller no hicieron más que una estabilidad tranquila para Dylan y Thomas. Soltó un suspiro mañanero ante tal recuerdo. Por lo menos en ese viaje todo salió bien.
Dylan no tuvo problema alguno.
Abre un poco los ojos y con una mano lleva su cabello rubio hacia atrás para poder mirar bien. No había rastro de Dylan en la cama. Suelta su cabeza de nuevo sobre la almohada y se relaja un poco. Esos gustos no la tenían cualquiera y menos un chico como Thomas. Sin querer pensar en todo lo que CRUEL estaría gastando, se permitió aprovechar el momento. Se permitió el estar y disfrutar un nuevo día junto a Dylan.
De pronto escucha una puerta abrirse y ve a Dylan salir con el pijama, pero un poco más despierto. Thomas levanta la cabeza y se mantuvo de sus brazos.
—¿Estás bien? —murmura con la voz algo ronca.
—Sí, no te preocupes, sólo fui a lavarme los dientes —sonríe y se acuesta nuevamente junto a Thomas y trata de besarlo, pero el rubio aleja su rostro.
—Yo aún no —logra decir.
Dylan lo rodea en un abrazo.
—Es nuestro segundo día como novios y, ¿crees que me importa? —besa ese cuello lechoso y el rubio se estremece ante su toque.
—Deberías, cochino —ríe entre dientes mínimamente.
—Eres tú, quien aún no se lava la boca —se acerca con rapidez al rostro ajeno y logra robarse un piquito—. Por cierto, buen día —se acurruca más al rubio.
—Buen día -susurra por igual y cierra los ojos con el fin de dormir nuevamente.
—No vayas a dormirte —dice Dylan.
ESTÁS LEYENDO
El Espacio Entre Nosotros (Dylmas) ✔️✔️
Teen FictionParte desde la Tierra una expedición rumbo a Marte dispuesta no solo a visitar el planeta rojo sino a colonizarlo y formar un primer asentamiento humano. O eso es lo que CRUEL hace creer al mundo. Al poco tiempo de llegar Lisa Rhodes, la astronauta...