Capítulo 30 - Viajes y despedidas por igual.

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Abrir los ojos fue lo primero que quiso hacer al salir de la inconsciencia.

Siente estar recostado sobre blandas telas y escucha al fondo un constante pitido, que lo ignora rápidamente para que no se vuelva molesto. Sin poder recordar nada, mueve algunos músculos y estos le responden con normalidad. Todo está bien, aparentemente.

Aún recostado, no desea abrir los ojos y decide descansar otro poco. No sabe cuánto tiempo pasó ni dónde está. Tras exhalar un corto suspiro, pequeños flashes llegan lentamente a su mente, sin causarle ninguna molestia. Después, minutos en los que sintió otra presencia más, lo recuerda todo; sin embargo, tras dolerle un poco el pecho al final, no sabe si fue por lo emocional o por su constante dolor físico. De todas maneras, no puede evitar recordar los pocos segundos que estuvo con Thomas, y ver el dolor con la confusión en su hermoso rostro, volverse como un bucle de martirio.

Sin querer hacer algún movimiento que lo exhiba, abre lentamente los ojos y siente algo hundirse en su nariz, en sus brazos y algunas zonas en su pecho. Será mejor que no haga ningún movimiento brusco.

Escucha un suspiro ajeno y al ver con un poco de claridad, un poco lejos de donde está, un hombre está recostado en un sofá blanco. Lo reconoce segundos después. Sin saber qué hacer o cómo sentirse, finge quejarse para llamar su atención. Lo consigue al escucharlo hacer algo de ruido al levantarse.

—¿Dylan? ¿Hijo? —su corazón empieza a latir con fuerza hasta el punto de pensar que moriría del dolor, pero no hubo dolor, sólo el sonido de la ya molesta máquina descontrolarse, así que se calma un poco.

—¿Señor Patrick? —pregunta en un casto murmuro y parpadea unos largos segundos para enfocar bien la vista, segundos en los que no pudo ver el dolor en los ojos del hombre que lo sostiene de la mano.

—¿Estás bien? ¿Necesitas algo? —fue innegable poder escuchar la verdadera preocupación en el tono de su voz, así como lo estrangulado que sonó.

—¿Qué hace aquí? —pregunta en cambio Dylan, sintiendo algo nuevo, extraño, resurgir desde el fondo de su pecho.

Patrick suspira una vez más y arrastra una silla sin hacer mucho ruido cerca a... su hijo.

—Vine a ver que todo marchase bien contigo —responde mirando algunos cables de su cuerpo, evitando que sus ojos ardan más de lo normal.

Está bien, su hijo está bien. Y aquello es realmente tranquilizador después de todo lo que tuvo que pasar.

—Pues ya ve, estoy bien —realmente no quiere sonar tan brusco. De hecho, su tono de voz es débil y ronco, pero de alguna u otra forma, Patrick así lo siente. O quizá sea el cargo de conciencia el que todo lo escuche como recriminaciones y rechazos.

—Lo sé.

Ambos se someten a un silencio, no incómodo, pero tampoco necesario. Teniéndolo cerca, para Dylan es imposible no querer saber todo de él y a la vez, nada. Que la mejor opción es que se largue, que huya, que se esconda; como lo estuvo los últimos años. Sus años de vida.

Patrick, después de enterarse acerca del plan de Ava que hizo con Dylan, creyó enloquecer.

¿Por qué su hijo aceptaría tales riesgos? ¿Cómo fue que aceptó sin pensarlo primero?

Después de casi gritarle a Ava por permitir algo de esa magnitud, provocando que su vida corra mucho más peligro de los que ya tenía, sólo para... ayudar a Thomas, fue confuso en un inicio. ¿Todo el riesgo por la integridad de tal muchacho? ¿Y desde cuándo fue que empezaron a estar juntos siquiera?

Como una muy dura bofetada, entendió que Dylan lo hizo por amor. Por el amor que le tenía a Thomas. ¿No haría él acaso lo mismo por alguien a quien quiere mucho? Por supuesto que sí. El amaba a Lisa, pero cuando ella falleció después de concebir a Dylan, ¿Dónde estuvo ese amor que le tenía? ¿Por qué no lo uso para con su hijo?

El Espacio Entre Nosotros (Dylmas) ✔️✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora