Capítulo 36.

2K 194 33
                                    


Narrador externo

El Halcón, Markus y el otro hombre desconocido estaban reunidos en las afueras de la ciudad. La tensión podía palparse en el ambiente. Todos estaban más nerviosos de lo habitual.

—¿Víctor está muerto?—Preguntó el Halcón.

—No lo sabemos. Sé que lo están interviniendo de urgencia, pero no sabemos si ha sobrevivido.—Respondió Markus.

—Si sale de esta, habrá que matarlo. Sabe quien soy y no me puedo arriesgar.

—Eso no lo sabemos con certeza. Quizás sea una pista en falso.—Respondió el hombre desconocido.

El Halcón negó con la cabeza repetidas veces.—No me puedo arriesgar. Si se conoce mi identidad, todos estaremos en peligro.

—¿Todos?—Se extrañó Markus.—Creo que serás su principal objetivo y nosotros quedaremos en un plano secundario.

El Halcón estalló en carcajadas.—Si caigo yo, caéis vosotros. Así que más vale que salga todo según lo planeado.

Markus y el hombre desconocido se miraron incrédulos ante aquella amenaza. Sabían que él tenía mucho poder y no iba a dejar que cayera él solo. Esa clase de personas arrasaban con todo lo que se les interponía en su camino.

—Entonces, ¿qué vamos a hacer ahora?—Preguntó Markus.

—Mandar a uno de nuestros hombres al hospital a que termine el trabajo.—Concluyó el Halcón con un tono frío.

Axel's POV

Salí fuera del hospital a fumarme un cigarro porque lo necesitaba.

La situación se había descontrolado. Conocía a Rebecca y había algo que me preocupaba. Me daba la sensación de que no estaba siendo totalmente sincera y eso era algo que me desconcertaba. Cuando las cosas se ponen feas, lo primero que piensas es si los que están en tu bando van a seguir apoyándote o van a traicionarte. Eso era una de las principales razones por las cuales no me gustaba trabajar en equipo. Hasta que la conocí a ella. Rebecca cambió todos mis esquemas.

Estaba empezando a admitir lo que sentía por ella y la verdad era que estaba asustado. La bestia estaba cambiando. No sabía si para bien o para mal, pero había algo diferente en ella.

—¿Estás bien?—Me sorprendió su voz angelical por la espalda.

—Sí.—Expulsé el humo lentamente mientras me giraba para encararla.

—Te conozco y sé que no estás bien.

Sonreí.—¿Qué te hace pensar que no lo estoy?

—Todo.—Respondió sincera.—Tus gestos, tu voz. No es como siempre.—Se acercó a mi.

Su respuesta me sorprendió. Si me quedaba una sola duda a cerca de si Rebecca me conocía, se acababa de esfumar por completo.

—¿Qué es lo que no me estas contando?

—Nada.—Intentó sonar convincente, pero yo también la conocía como para saber que estaba forzando la respuesta.

—Entonces no tenemos nada que hablar.

No quería sonar duro, pero no me dejaba otra opción. Ahora mismo tenía mis dudas y, en el peor de los casos, la familia Hunter iba a jugármela.

—Axel...—Intentó acercarse a mi. Cuando vio que no me aparté, siguió avanzando hasta quedar a escasos centímetros de mi. Podía ver el miedo en sus ojos.—No tiene nada que ver contigo, confía en mi.—Colocó con suavidad la mano en mi mejilla.—Por favor.

—Si no tiene nada que ver conmigo, ¿por qué no me lo cuentas? Puedo ayudarte...

—Lo sé, pero necesito encargarme de eso yo sola. Por favor, confía en mi.

Apoyé la frente sobre la suya. Podía sentir su aliento.—Confío en ti. Es en los demás en quien no confío. Por eso, si pasa algo, espero que no sea demasiado tarde para poder ayudarte, angelito.

Acaricié con suavidad sus mejillas y ella acortó la escasa distancia que nos separaba. Estaba temblando y sabía que yo podía notarlo, pero no hice ningún comentario al respecto. Estar con ella ahora, era todo lo que necesitaba.

No sabía que estaba por venir, pero seguro que no iba a ser nada bueno.

— — —

Le dije a Rebecca que subiera y que en seguida la alcanzaría. Tenía varios mensajes y un par de llamadas perdidas de Aaron. Se había enterado de lo sucedido y quería asegurarse de que me encontraba bien, así que le llamé.

—Por fin, Axel. ¿Estás bien?—Sonaba ansioso y alarmado.

—Sí. Yo no estaba dentro.

—Menos mal.—Suspiró aliviado.—Si necesitas cualquier cosa, por favor, no dudes en contar conmigo.

Sabía que estaba preocupado y actualmente, Aaron era la persona que nunca me había fallado. Y, por esa razón, iba a contarle lo que tenía planeado. Si algo salía mal, él sabría que habría pasado.

—Lo sé, por eso te necesito. Mañana iré a tu casa.

—De acuerdo.—Respondió sereno. Después de haberle dado esa respuesta, sabía que ahora estaba más tranquilo que nunca.

Me despedí de él y volví a la sala de espera. Christopher andaba de un lugar a otro y Rebecca estaba sentada en una silla. Me senté a su lado y para sorpresa de todos, un médico salió a darnos noticias. Ipso facto nos levantamos y Rebecca agarró la mano de su padre.

—Había perdido mucha sangre y la bala no tenía orificio de salida. Había infección y se complicó la intervención. Por el momento está estable.—Los tres suspiramos aliviados.—Lo hemos subido a la habitación, pero necesita descansar. Las próximas horas son cruciales.

Le dimos las gracias al médico antes de que se fuera. Rebecca abrazó a su padre y seguidamente me abrazó a mi. Cuando nos separamos, me encontré con la mirada de Christopher. Era una mirada de aprobación y, en cierta medida, la tensión y las dudas que tenía respecto a una supuesta traición, se apaciguaron.

Me tendió la mano y se la estreché. Rebecca sonrió y eso provocó que yo sonriera. Quizás lo que querían ellos, era que empezáramos a dudar los unos de los otros y así poder salir victoriosos porque quizás esa era su única baza.

Era tarde y Chris le dijo a su hija que se fuera casa a descansar, que si había algún cambio él la llamaría por teléfono inmediatamente.

—No voy a dejarte aquí solo.—Sonó preocupada. Después de un primer ataque, los siguientes no iban a tardar en llegar.

—Voy a llamar a uno de mis hombres. Tienes que descansar. Y tu también deberías, Axel.—Me miró.— Podéis quedaros en mi casa, allí estaréis más seguros.

—De acuerdo. Cualquier cosa que pase, nos avisas.

Chris asintió y salí con Rebecca del hospital. 

BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora