Capítulo 29.

2.3K 237 26
                                    


Rebecca's POV

Axel tenía en sus manos la huella de Markus. Deduje que había sido pan comido para él y en cierto modo lo agradecí porque no quería que le pasara nada malo por mi culpa.

Estábamos sentados en sofás diferentes, intentando mantener una distancia prudencial.

—Gracias, Axel.

Hizo un gesto con la cabeza para restarle importancia.

—¿Qué vas a hacer ahora?

—Hablar con Alison. Antes me ha dicho mi padre que su juicio es en una semana.

—Tenéis que ser más listos que ellos. No pueden saber que tenéis el arma homicida, de lo contrario...

—Lo sé.—Le corté.—No lo sabrán hasta el día del juicio.

Asintió.—¿Has averiguado algo más sobre el Halcón?

Negué con la cabeza.—Estoy haciendo todo lo posible, pero nadie le ha visto la cara.

Ahora fue Axel el que asintió y tras observar sus gestos, supe que estaba tramando algo. Y no precisamente bueno.

—¿Qué es lo que vas a hacer?

—Nada por lo que debas preocuparte.

—Axel...—Incliné la cabeza levemente.—Que nos vamos conociendo.

Él esbozó una amplia sonrisa y negó con la cabeza.—Esta bien. Mañana por la noche me colaré en las instalaciones del Guante Blanco. Necesito encontrar algo que me de una pista sobre quién es el Halcón.

Me moví nerviosa. No entendía por qué después de convencerme a mi para quitarme esa idea de la cabeza, ahora a él le parecía una idea buenísima.—¿Estás loco? Si te pillan...

—No me pillarán. Llevo mucho tiempo con ellos y sé cómo trabajan. Mañana habrá poca vigilancia, es la noche perfecta.

—¿Y no podías haberme dicho eso cuando te lo propuse?

Ensanchó aún más su sonrisa, se levantó del sofá donde estaba sentado y se sentó a mi lado. Escasos centímetros nos separaban.

—No quiero ponerte en peligro.

Ambos nos estábamos mirando fijamente. La tensión podía notarse y mi pulso se volvió acelerado.

—Eso no lo decides tú. Iré contigo.

—Como quieras, angelito. Aunque si nos pillan, siempre tendré la opción de tomarte como rehén y ya sabes como terminará todo.

—Ahora dilo hasta que te lo creas.—Respondí muy segura de mi misma. Estaba convencida de que no iba a matarme aunque nos pillaran.

Alzó una ceja asombrado.—¿No me crees capaz?

Mi corazón se aceleró y, como estábamos tan cerca, estaba segura de que era capaz de oírlo. Su nariz rozó con la mía.

—No me digas que te sigo poniendo nerviosa...

Intenté sonar convincente, pero titubeé.—No.

Axel sonrió y apoyó su frente en la mía mientras me acariciaba la mejilla suavemente.

—¿Qué le estas haciendo a la bestia, Rebecca?

No me dio tiempo a responder porque sus labios impactaron contra los míos en un beso cálido y dulce. No sabía la respuesta a su pregunta porque yo me hacia exactamente la misma. Éramos dos bestias. Dos bestias que volvían a su interior cada vez que nos cruzábamos por el camino.

BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora