Capítulo 23.

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Axel's POV

No sabía que estaba haciendo, pero Rebecca me estaba volviendo loco con sus palabras y con sus acciones. Era demasiado atractiva y tenerla tan cerca no me dejaba pensar con claridad. Tenía miedo porque nunca nadie me había hecho sentir como ella cuando estábamos tan cerca. No quería hacerle daño y sabía que al final iba a acabar haciéndoselo porque me había dado cuenta de que no éramos iguales. Nuestros pasados eran muy distintos y con ello, la forma de ser. Aunque los dos tuviéramos una bestia en el interior, era muy distinta porque la suya podía controlarse. Sin embargo, la mía, no.

Nuestros labios se rozaron y el vello se me erizó. Nuestras respiraciones se mezclaban y estaban aceleradas, igual que mi pulso.

Soltó un suspiro apenas audible y ya no me pude aguantar más. Acorté la distancia y la besé. Me respondió al instante y diferentes sensaciones se apoderaron de mi cuerpo. Pegué mi cuerpo al suyo y sus manos se colocaron en mi nuca, acercándome aún más a ella si es que era posible. Nuestras lenguas se encontraron y comenzaron a jugar. Era un beso pasional, pero a la vez era dulce. Enrolló las piernas alrededor de mi cintura y con cuidado la dejé sobre la cama. Estaba encima de ella y coloqué una mano sobre su mejilla mientras la acariciaba. Con la otra mano comencé a subir por el muslo hasta la parte inferior de su ropa interior. Quería seguir. Quería tocarla porque nunca nadie me había hecho sentir tan vivo como lo estaba haciendo ella.

Rompió el beso con una sonrisa para después volver a besarme. Tocó mi abdomen y me quitó la camiseta con un movimiento habilidoso.

—Axel...—Susurró contra mis labios.

—Dime que pare y lo haré.

La miré y negó con la cabeza porque no era eso lo que quería decirme.

—Prométeme que nada cambiará entre nosotros. Prométeme que seguiremos en contacto.—Podía ver el brillo de sus ojos azules pese a la oscuridad.

Ya no pensaba con claridad, ya estaba perdido. Si pasábamos esa barrera, iba a hacerle daño porque esa era la naturaleza de una bestia y no quería.

Coloqué el mechón rebelde de su cabello que se le había escapado detrás de la oreja y susurré contra sus labios antes de volver a besarla y dejar que la magia actuara.

—Te lo prometo, angelito.


***


Apoyó la cabeza en mi pecho y acaricié su espalda desnuda mientras ella me hacía pequeñas caricias en el costado.

Nuestras respiraciones volvieron a la normalidad y la miré. Mentiría si dijera que no había significado nada. Sabía que era muy peligroso pasar esa barrera, pero ya no había nada que hacer. No quería convertir su bestia interior en una más feroz.

El sueño me pudo y podía jurar que hacía años que no descansaba así de bien. Por primera vez tenía la sensación de que me encontraba en el cielo.

Rebecca's POV

No sabía explicar lo que Axel me hacía sentir con un simple roce, pero era algo mágico. Él conseguía domar a la bestia y no sabía si yo estaba causando el mismo efecto en él, pero me asustaba. Me asustaba que un día la bestia de uno de los dos fuera incontrolable.

No quería que después de lo que había pasado entre nosotros, las cosas fueran distintas. Me gustaba estar cerca de él, me gustaba hacer intercambio de intereses con él y sobre todo, me gustaba estar cerca del peligro.

Sabía que tenía razón acerca del Halcón y no podíamos seguir con el plan porque ahora yo también estaba segura de que uno de esos hombres era él. No tenía ni idea de quién se encontraba tras la identidad, pero cuando lo supiera, iba a ayudar a Axel a eliminar al Guante Blanco porque ahora él estaba en peligro por mi culpa y me sentía culpable. Culpable por no haber podido aguantar la tortura.

Axel dormía plácidamente a mi lado. Los mechones rebeldes de su cabello negro le caían por la frente. Se veía tan tranquilo y tan en paz que me dio mucha ternura. Su respiración era tranquila y su pecho subía y bajaba con serenidad.

Me gustaría saber más acerca de él, preguntarle sobre su pasado, por qué tuvo la necesidad de protegerme, preguntarle por qué acabó siendo así, pero algo me decía que todavía no era el momento adecuado. No pude evitar observarle unos segundos más.

Me levanté sin hacer ruido para no despertarle y entré al baño. La ropa que tenía puesta cuando me secuestraron ya estaba seca, así que me la puse. Salí silenciosa del baño, pero cuando miré a la cama Axel ya no estaba.

El corazón me dio un vuelco y empezó a acelerarse.

—¿Te ibas a ir sin decir nada?—Su voz ronca me sobresaltó. Estaba apoyado en la pared y tenía el torso al descubierto, sus músculos estaban bien definidos.

—No.—Mentí.—No quería despertarte.

Axel esbozó una sonrisa ladeada a la vez que negaba con la cabeza.—Se te da muy mal mentir.

¿Cómo es que siempre me pillaba cuando se trataba de él? ¿Qué había sido de la Rebecca cuando lo conoció?

—Debo ir a hablar con mi padre. Ambos estamos en peligro.

Ignoró mis palabras porque aunque sabía que era verdad, también sabía que iba a irme sin decirle una sola palabra. Algo muy cobarde por mi parte.

—Te recuerdo que fuiste tú la que entraste en un terreno muy peligroso.—Dijo mientras nos señalaba a ambos.—Todavía puedes alejarte antes de que sea demasiado tarde.

Había dureza en su tono. Sus palabras se me clavaron como dagas en el pecho a pesar de que mis acciones eran contradictorias, pero no quería alejarme de él.

Me acerqué lentamente hasta quedar frente a él.

—No voy a alejarme de ti. Además, tú también deberías tener cuidado conmigo.

La sonrisa de Axel se ensanchó y se acercó hasta quedar a escasos centímetros de mi. Levanto mi mentón y mi mirada se encontró con la suya.

—Luego no vale arrepentirse, angelito.

Y esta vez, fui yo la que acortó la distancia. Necesitaba volver a besarle y sentirle. Axel me respondió en el momento y colocó su mano en mi mejilla mientras me la acariciaba suavemente. Después colocó la mano en mi nuca y acarició mi cabello intensificando el beso cada vez más.

Coloqué las manos en su cuello y lo atraje hacia mi. Solté un pequeño gemido mientras Axel comenzaba a desvestirme. Aquel sonido hizo que se volviera más loco y ambos caminamos hacia la cama.

Solo me quedaba la ropa interior puesta. Me senté a horcajadas encima de él y perdí el control de la situación. Él era mi perdición y ya no podía hacer nada para evitarlo. El Ángel de la Muerte y la bestia estaban a punto de volver a unirse.


***


Me había enseñado una lección muy valiosa: Una bestia podía tener forma de ángel, pero un ángel también podía presentarse en forma de bestia y, Axel Collins, me lo demostró al salvarme esa noche.

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