Capítulo 24.

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Rebecca's POV

Me dirigí a casa de mi padre. Sabía que iba a volverse loco, pero aún iba a volverse más cuando le dijera que Axel Collins me había encontrado.

Los guardaespaldas de la entrada me dejaron pasar y llamé al timbre de la puerta principal. Mi padre me abrió la puerta y cuando observó que tenía el rostro magullado, me abrazó.

Necesitaba un abrazo suyo. Necesitaba que me dijera que todo iba a estar bien. No quería perderlo.

Entramos y nos dirigimos al salón. Una vez allí, cogí aire para contarle todo.

Mi padre no daba crédito a todo lo que estaba escuchando. Lo conocía demasiado bien y sabía que rabia, ira y frustración era lo que estaba sintiendo en ese momento. Rabia e ira porque era Markus quien se encontraba detrás de todo esto y frustración porque no había podido hacer nada para impedirlo.

—Tú no tienes que pagar por mi, joder. Si me quieren a mi, que vengan.—Estaba cabreado.—Voy a matarlo.—Apretó los puños con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos.—Si acabo en la cárcel otra vez, será porque habré cometido su asesinato.

Sabía que hablaba en serio, pero yo no quería que mi padre terminara otra vez en la cárcel.

—Markus va a pagar. Te lo aseguro, papá, pero tenemos que ser más listos que ellos.—Busqué su mirada.—Sabemos que no trabaja solo. Hay dos más con él y uno de ellos es el Halcón.

—Pierde la batalla, gana la guerra.

Aquella frase que dijo mi padre me dejó pensativa. Podía ser que hubiéramos perdido la batalla, pero estaba completamente segura de que íbamos a ganar la guerra. No sabía cual era el precio de ganarla, pero estaba convencida de que nos iba a salir muy caro.

—Pero...—Frunció el ceño.—No llego a entender cómo conseguiste escapar. Dudo mucho que te soltaran ellos.

Y ahí estaba. Lo que estaba temiendo decirle desde el principio.

—Axel Collins me salvó.

Mi padre se quedó sorprendido. No entendía nada y creo que era hora de actualizarle.

—La noche que Markus me secuestró había quedado con Axel para contarle mi plan y exponerme al Halcón.—Mi padre abrió los ojos en señal de sorpresa.—No acudí a la cita y Axel supo que algo iba mal cuando aquellos hombres colgaron sus llamadas.

Apareció en el momento justo porque si llega a tardar unos minutos, quién sabe lo que hubiera dicho de ti. Afortunadamente, no dije nada que pudiera comprometerte.

Mi padre se puso serio.—Esta bien, Becca. Si hubieras dicho algo, no hubiera pasado nada. Estabas fuera de sí. No hubiera sido tu culpa.—Se pasó las manos por el rostro, frustrado.—Te enseñé a aguantar torturas, pero tendría que haberte enseñado mejor. Lo siento mucho, hija.

Negué con la cabeza rápidamente.—Lo aguanté todo. Los golpes, el agua. Todo, papá. Lo que me llevó al borde de la locura fue el suero de la verdad, cuando me estaba debatiendo entre la vida y la muerte. Cuando casi no podía respirar. Ni con el mejor entrenamiento podía haber mentido, el agua casi encharca mis pulmones y no pude luchar contra eso.

La expresión de mi padre se relajó, pero observé tristeza en sus ojos. Volvió a abrazarme.—Lo siento...—Susurró.

Sabía que se sentía culpable, pero no era su culpa. Volví a recordar sus palabras: "no es el dolor lo que quiebra a las personas, es el miedo". Y ahí fue cuando lo supe. El miedo me cegó, me dominó y esa fue mi perdición. Si no llega a aparecer él no quería ni imaginarme cómo hubiera acabado aquello.

Quizás ahí estaba la diferencia entre Axel y yo. Él no conocía el miedo y yo sí.

—Tienes que prometerme que no te vas a exponer al Halcón. Es un plan suicida.

Sonreí para mis adentros al recordar las palabras de Axel.—Te lo prometo, Axel ya me quitó esa idea de la cabeza.

Mi padre sonrió.—Deberías traerlo algún día. Por lo que me has contado, él ahora también está en su punto de mira y Axel, no es una persona que quieras tener en tu contra.

Asentí. Axel era peligroso, muy peligroso, pero también era bueno y a mí me lo había demostrado.

Axel's POV

Necesitaba volver a pensar con claridad, así que me puse los auriculares y decidí salir a correr un rato.

Que Rebecca no me tuviera miedo y no quisiera alejarse, era nuevo para mí. Cuando la bestia se apoderaba de mí, acababa destruyéndolo todo porque esa es la naturaleza de una bestia.

No quería que nada cambiara entre nosotros porque me sentía bien cuando la tenía cerca, pero no quería ni imaginarme si una de las dos bestias se volvía incontrolable.

Tampoco me sacaba de la cabeza por qué Markus había decidido ir contra mi. No éramos amigos, pero trabajábamos juntos, joder. Había algo que se me escapaba, algo que no lograba entender.

Volví de correr y justo cuando salí de la ducha recibí un mensaje que me dejó petrificado. Era Aaron.

Aaron: en media hora en South Central.

¿Para qué cojones quería verme Aaron en South Central?

Nada más recibir ese mensaje supe que algo iba mal, así que le llamé por teléfono.

—Aaron, ¿qué coño está pasando?—Hablé en cuanto descolgó el teléfono.

—En media hora allí. Es importante, Axel.

—Voy de camino.—Colgué inmediatamente.

Lo conocía demasiado bien. Era como mi hermano y al escuchar su voz supe que algo iba mal. No sabía que le habían hecho para mandarme aquel mensaje, pero tenía que ir. De lo contrario, algo muy malo iba a ocurrir.

Me vestí con un pantalón de chándal y una sudadera negra. Abrí el armario y saqué del último cajón dos pistolas. Comprobé que tenían el cargador lleno y las escondí entre la vestimenta.

Estaba harto de tanto misterio y tenía muchas ganas de llegar allí. Me subí al coche y conduje a toda velocidad para llegar lo antes posible.

Faltaban cinco minutos para que se cumpliera la media hora y justo aparecieron dos hombres con un pasamontañas. Sabía que no iba a aparecer Aaron, pero como le hubieran hecho algo a él o a su familia, iban a pagarlo muy caro.

Los hombres con pasamontañas, levantaron las manos con el arma en señal de rendición. Estaba convencido de que era una trampa así que, con un movimiento habilidoso, saqué las dos armas y apunté hacia ellos.

—¿Quién os envía? ¿Markus?

Pero ninguno de los dos contestó. El sonido del motor de un coche llegando me alertó de que estaba a punto de producirse una masacre y yo no iba a ser la víctima. 

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