Rebecca's POV
Me sentaron en una silla, aún con el saco en la cabeza, y me ataron. Pasaron unos eternos minutos hasta que me lo quitaron. Se me aclaró la vista e intenté revolverme para soltarme, pero era imposible.
Sentía rabia e impotencia por no poder hacer nada. Me encontraba sola en aquel salón hasta que después de un rato entraron Damien y sus tres hombres.
—Bueno, Rebecca, ahora que ya estamos más tranquilos podemos hablar.
—Primero suéltame y después hablamos.
—No te vamos a soltar, preciosa.—Dijo uno de sus hombres.
—Entonces no tengo nada que hablar contigo.—Me dirigí a Damien con rabia.—Nos traicionaste.
—Si me dejas explicártelo...
—No.—Le corté.
Se acercó a mi. Hubo un tenso silencio.
—Tuve que hacerlo.—Habló cortante.—No me quedaba otra y para compensarlo voy a sacar a tu padre de la cárcel, pero tienes que confiar en mi.
Me eché a reír.—¿Confiar en ti? ¿Acaso te has vuelto loco?
—Sé que es surrealista, pero créeme que me estoy jugando la vida por hablar contigo.—De nuevo, parecía sincero, pero ya nos había traicionado una vez.
Obtuvo silencio por mi parte, así que continuó hablando. Podía escucharle, pero luego era decisión mía creerle o no.
—Habrá un nuevo juicio para Chris en unos meses, cuando salgan a la luz todas las pruebas incriminatorias. Le condenaran a pena de muerte, pero por favor te lo pido...—Vi al Damien de siempre, al Damien que no nos traicionó.—No vayas a ese juicio.
Me mostró el sobre marrón de antes.—Pero mientras tanto... Podrás disfrutar unos días con él.—Sonaba real.—Aquí están las pruebas que liberarán a Chris de la cadena perpetua, solo te hace falta encontrar un abogado que este a la altura.
—No puedo hablar más ni contarte nada más. Ojalá pudiera, pero por favor te lo pido, no vayas al juicio del Caso Florida.—Recalcó.
Y de nuevo, oscuridad. Ni siquiera me dieron la opción de contestarle. Me volvieron a poner el saco en la cabeza y me metieron en el mismo coche de antes hasta que se detuvo. Me quitaron el saco de la cabeza y me dejaron tirada en medio de la nada, con las manos atadas y sujetando el sobre. El coche arrancó y se fue.
Me quedé desubicada y rota. No entendía nada. Me agaché a por las dagas que tenía guardadas en los tobillos y corté las cuerdas que me ataban las manos.
En ese momento un coche negro con los cristales tintados se paró en frente de mi.
—¿Quieres que te acerque a casa?—Me dijo nada más bajar la ventanilla. Creo que nunca me había alegrado tanto de ver a alguien.
Axel's POV
No pude evitar seguir a aquellos hombres cuando se llevaban a Rebecca con un saco en la cabeza. Se metieron en un edificio que parecía abandonado, pero yo sabía que por dentro era todo lo contrario. Crecí en un lugar así y sabía que no escondía nada bueno.
No entré porque sabía que iba a tener mucha vigilancia y no iba a poner en riesgo la vida de Rebecca. Tardaron como una media hora hasta que la volvieron a subir, con el saco en la cabeza, en el coche.
¿Quiénes eran esos hombres? ¿Qué querían de Rebecca?
Era cierto que Rebecca Hunter me causaba mucha curiosidad y no solo por el hecho de que fuéramos muy parecidos. Vi cómo la dejaban tirada en medio de la nada y no podía dejarla allí. Me acerqué hasta allí y bajé la ventanilla. Vi su cara, conocía a la perfección como se sentía, estaba rota.
—Sí, por favor.—Dijo casi en un susurro.
Estuvimos todo el camino en silencio hasta que paré el coche en frente de la puerta de su casa.
—¿Puedes quedarte esta noche?
No me sorprendió para nada su pregunta porque años atrás una niña inocente me hizo la misma pregunta.
Le habían vuelto a dar otra paliza, pero no como las de antes, esta vez, la paliza fue mucho mayor. No le veía la cara puesto que estaba tumbada en la cama, de cara a la pared, pero sabía que estaba rota.
Con un hilo de voz y con la voz rota, formuló una pregunta que me marcó para siempre.—Por favor, Axel... ¿Puedes quedarte esta noche en la celda?
Asentí. Entramos en su casa y cuando salió de la ducha me dijo:
—¿No vas a hacerme ninguna pregunta?
Negué con la cabeza.—Estaría perdiendo el tiempo, sé que no me vas a dar ninguna respuesta.
Esbozó una tímida sonrisa. Era la primera vez que veía a esa Rebecca inocente. A esa Rebecca inocente que no estaba seguro de si todavía existía.—Veo que has aprendido.
Me encogí de hombros y sonreí.
Nos mantuvimos la mirada unos segundos hasta que finalmente dijo algo que no me esperaba.
—Ese hombre era Damien, la persona que traicionó a mi padre.—Hizo una pausa que me pareció eterna.—Me ha dado este sobre, el cual dice que hay pruebas que liberarán a mi padre de la perpetua. También me ha dicho que abrirán el Caso Florida y que lo condenaran a pena de muerte y que de ninguna de las maneras se me ocurriera ir al juicio. —Me lo soltó todo de sopetón y no me dio tiempo a asimilarlo.
—¿Por qué me lo cuentas?
—No lo sé, no sé que hacer.—Se echó las manos a la cara.
—Rebecca...—Me acerqué a ella.—Sé que no confías en nadie, al igual que yo, pero no estaría aquí si hubiera decidido aceptar el encargo del Guante Blanco.
Hubo silencio. Los dos sabíamos que tenía razón. Ambos queríamos confiar el uno en el otro, pero el pasado siempre estaba al acecho. El pasado siempre iba a recordarnos de dónde veníamos.
—Lo peor de todo es que he visto al Damien de siempre.
Estaba asustada, muy asustada. Sabía que confiar en el hombre que traicionó a su padre iba a traerle muchos problemas. Se le llenaron los ojos de lágrimas y comenzó a llorar. Ipso facto, la abracé.
Rebecca era de esas personas que parecía un ángel, pero había visto cómo ardía el infierno.
—Quiero contárselo a mi padre, pero no puedo. Me diría que le pegase un tiro en la cabeza.
—Razón no le falta...
Rebecca me miró y cogió el sobre marrón. Volvió a mirarme antes de abrirlo. Estaba dudosa, pero finalmente lo abrió.
El sobre contenía documentos y fotos que miraba detenidamente.
—Esto va a sacar a mi padre de la cárcel.—Me dijo sorprendida.
Me sorprendí yo también.—¿De verdad lo crees?
—Sí.—Dijo muy convencida.—Mañana llamaré a mi abogada.—Guardó todos los documentos de nuevo en el sobre.
Se le veía cansada.—Dormiré en el sofá.—Dije finalmente.
Rebecca asintió. Me di la vuelta para salir de la habitación cuando su dulce voz me detuvo.
—Axel.—Me giré hacia ella.—Gracias.—Sonrió. Le devolví la sonrisa y asentí.
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BESTIA
RomanceES INDEPENDIENTE DE LOS ANTERIORES. La bestia interior se apodera de ti cuando el humano ya no puede escapar. A los ojos de todo el mundo la belleza es algo increíble y que no todos pueden poseer. Sin embargo, no es real: es una máscara que oculta...