Axel's POV
Llegué a una especie de local abandonado. No era el mismo lugar que donde la encontré la ultima vez, pero era muy parecido. Intenté abrir la puerta porque algo me decía que se encontraba allí, pero estaba cerrada. Di una patada, pero no fue suficiente para tirarla, asi que volví a darle una patada con todas mis fuerzas. Esta vez, la puerta se vino abajo.
Cuando entré, una sensación extraña me invadió. Verla tirada en el suelo, intentando abrazarse a si misma, me recordó mi pasado. Me recordó a aquella niña indefensa con la que compartía la celda. Estaba atada con grilletes, así que me agaché hasta quedar a su altura. Cuando la toqué me di cuenta que estaba helada.
—¿Rebecca?—Le cogí el rostro para que me escuchara. Tenía golpes en él.—Vamos, despierta.
Comprobé su pulso y era bastante débil. Mientras intentaba obtener respuesta por su parte, la solté de los grilletes y una vez libre, la cogí en brazos.
—¿Axel?—Intentó abrir los ojos.
—Ya ha pasado todo, estás a salvo.—Intenté calmarla.
—Axel, ha sido...
—Shh... Luego me lo cuentas, angelito. —La corté. Ahora necesitaba descansar, no quería que gastara más energía.
Ella sabía quién le había hecho esto y como me dijera el nombre que no paraba de dar vueltas por mi cabeza, no pararía hasta encontrarlo. Necesitaba respuestas, necesitaba saber por qué le habían hecho eso.
Salí del local abandonado con ella en brazos. Estaba tiritando y tenía una manta en el coche. No estaba muy lejos así que no me iba a costar nada llevarla en brazos. Tampoco pesaba mucho, así que no era un esfuerzo para mi.
La metí en el coche y la cubrí con la manta. Esperé unos segundos abrazada a ella hasta que entró en calor. No sabía donde llevarla ni siquiera sabía si tenía que ponerme en contacto con Chris. Era de madrugada, así que finalmente opté por llevarla a mi casa.
Cuando entré por la puerta de mi casa, Rebecca había recuperado un poco la temperatura de su cuerpo.
—Puedo caminar yo, gracias.—Dijo con tono amable.
—¿Segura?—Alcé una ceja.—Vas a tener que subir escaleras.
—Esta bien.—Cedió.
La llevé hasta mi habitación y la dejé sobre la cama. Seguía sintiéndose indefensa y pequeña.—Voy a prepararte un baño de agua caliente para que termines de entrar en calor.
Rebecca se limitó a asentir y se acurrucó en la cama, abrazándose a si misma.
Cuando el agua de la bañera estaba caliente, fui a avisarla.—Ya está listo.—La ayudé a incorporarse.
Estaba débil, pero podía andar y se sujetaba por ella misma.
—Te he dejado una toalla en el baño y ropa mia para que te la pongas cuando salgas.—Se notaba cierto nerviosismo en mi voz.
—Gracias.—Dijo aun con la voz débil. Se metió en el baño y se escuchó como cerraba el pestillo.
Me froté la cara con frustración. ¿Qué cojones había pasado esta noche? ¿De qué forma la habían torturado? No sabía por qué, pero cuando no apareció la noche anterior tenía la sensación de que algo iba mal, así que no pude evitar preocuparme por ella. Hacía años que no me preocupaba así por alguien, pero Rebecca había despertado un sentimiento en mi que nunca había sentido. Y, de alguna forma, eso me asustaba.
- - -
Al cabo de un rato largo, Rebecca salió del baño con un color muy diferente. Ya había entrado en calor y se mantenía mucho mejor en pie aunque estaba agotada y se notaba que seguía teniendo el susto en el cuerpo.
—¿Estás bien?
Ella asintió y se sentó a mi lado en la cama. Nos quedamos mirando fijamente y su mirada se clavó en mis labios. Yo hice lo mismo, pero alejé esos pensamientos de mi mente.
—¿Cómo me has encontrado?
—Ha sido suerte.
Esa noche me había dado cuenta de muchas cosas. Esa noche, Rebecca Hunter me había enseñado que existían dos tipos de bestias y después de pensar que éramos como dos gotas de agua, podía afirmar que no éramos iguales. Por eso, tenía que alejarla de mí. Pertenecíamos al mismo mundo, pero el suyo tenía algo de luz. Sin embargo, en el mio sólo reinaba oscuridad.
—Voy a curarte las heridas.—Me levanté rápidamente y fui a coger el botiquín.
Le avisé de que le iba a molestar un poco, pero ella no hizo ninguna mueca mientras la estaba curando.
—Ha sido Markus...—Dijo en un susurro cuando terminé de curarla.
Apreté los puños y me volví a sentar con ella en la cama. No sabía por qué me había sorprendido si estaba claro que era él quien se encontraba detrás de todo esto.
—¿Qué te ha hecho?
Ella negó con la cabeza.
—Mira, Rebecca. Si no llega a ser porque habíamos quedado a media noche, ni siquiera habría notado tu ausencia. Tuviste suerte de que te encontrara a tiempo, así que dime, ¿que coño te ha hecho?
Hubo un eterno silencio, pero al final se decidió a hablar.
—Me torturó hasta que casi no podía respirar más. Me golpeó y usó el suero de la verdad conmigo.—Me miró con preocupación.—Creo que estás en peligro por mi culpa.
Fruncí el ceño. ¿El suero de la verdad? Había odio muchas teorías sobre él y podía decir que no era cien por cien efectivo. Más que nada porque Joe me entrenó para no caer bajo sus efectos.
—¿Y que has dicho exactamente?
Ella me miró con lágrimas en los ojos.
—Que estamos trabajando juntos y que te estoy ayudando a conseguir la identidad del Halcón.
—Mierda.—Maldije.—¿Solo estaba Markus?
Negó con la cabeza y me dijo que eran tres hombres en total. Ahora sospechaba que el Halcón era uno de ellos y quería asegurarse de que lado estaba yo. Si antes estaba jodido, ahora lo estaba mucho más.
—Olvídate del plan de exponerte al Halcón, es demasiado peligroso.
—Pero...
—Rebecca, estoy seguro de que uno de ellos era el Halcón. Ahora yo también estoy en su punto de mira y te aseguro que es demasiado peligroso.—Intenté convencerla porque sabía que su plan no iba a funcionar y era un suicidio.
Soltó un suspiro pesado y asintió.—Esta bien, nada de exponerme al Halcón, pero te prometo que haré todo lo posible por averiguar quién es.
—Está bien, mañana hablamos.—Cedí. Sabía que era imposible sacarle la idea de conseguir la identidad del Halcón de la cabeza y ahora lo que necesitaba era descansar. Ella volvió a asentir.—Ahora descansa. Yo dormiré en el sofá. Cualquier cosa que necesites, me avisas.
Me dispuse a salir de la habitación cuando su voz angelical me detuvo.
—Axel.—Giré para verla. Dudó unos segundos hasta que finalmente terminó la frase.—Gracias por salvarme esta noche.
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BESTIA
RomanceES INDEPENDIENTE DE LOS ANTERIORES. La bestia interior se apodera de ti cuando el humano ya no puede escapar. A los ojos de todo el mundo la belleza es algo increíble y que no todos pueden poseer. Sin embargo, no es real: es una máscara que oculta...