Prólogo.

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Axel's POV

Tenía seis años cuando me di cuenta que todos teníamos una bestia en nuestro interior.

Una bestia que de una forma u otra, siempre estaba presente. La diferencia era que unos la dejaban salir mientras que otros la tenían encerrada. No todos eran capaces de liberarla ya que eso traía consecuencias. Y, precisamente, no buenas.

Lo recuerdo todo. Absolutamente todo. Todo empezó cuando aquella mujer de cabello rubio entró en el orfanato.

Era el día que tanto tiempo llevaba esperando: iba a volver a tener una familia.

Se acercó a mí con la sonrisa más bonita que jamás había visto. Aquella mujer desprendía dulzura y cariño. Parecía agradable. Parecía.

Porque las tres cosas desaparecieron en cuanto salimos por la puerta.

Me metió en un coche negro y me miró sin expresión alguna.

—Voy a llevarte a tu nuevo hogar así que procura portarte bien. A Joe no le gusta que le desobedezcan. —Su tono de voz era frío y no había rastro de su preciosa sonrisa.

Joe. ¿Quién era Joe?

La respuesta era muy sencilla. Joe era un monstruo. Un monstruo que luchaba contra la bestia que se escondía en mi interior. Una bestia que finalmente fue liberada de la peor manera.

Recuerdo como acabó dominándome. Recuerdo haberme convertido en una Bestia.

Aquel día no solo aprendí que existe una bestia dentro de cada ser humano. Aquel día aprendí que la bestia puede tener forma de ángel.

Rebecca's POV

Hunter. El apellido más temido y a la vez, más querido por todos. Por un lado, estaba mi padre, Christopher, el mejor asesino de todo Estados Unidos y el líder de La Mafia. La vida de mi padre era perfecta: tenía una familia y era también uno de los mejores jugadores de póker de todos los tiempos. Podría decirse que tenía una doble vida, de la cual muy pocos, por no decir nadie fuera de su entorno, conocían.

El póker lo llevó a lo más alto de la fama. Tenía cinco años cuando lo vi jugar por primera vez, pero podía apreciar perfectamente cómo mi padre disfrutaba cada mano.

Él era mi héroe, éramos inseparables y desde ese momento empecé a seguir sus pasos.

Años más tarde se retiró del póker y eso causó un revuelo en todas partes. Era cuidadoso y no dejaba que nadie supiera acerca de su otra vida, en la cual llevaba más de 25 años. Nunca mataba a nadie porque si. Todo tenía un por qué, una razón. Era su negocio y los siete socios que integraban La Mafia eran su segunda familia, pero uno de ellos, concretamente, su mano derecha, lo traicionó y desde entonces las cosas cambiaron. Christopher Hunter pasó de ser la estrella del póker admirada por todos a ser un asesino en serie odiado.

Por otro lado, estaba mi tío, Gabe, el presidente. Tenía una vida de ensueño. Era adorado y querido por todos los ciudadanos. Era un modelo a seguir, o eso decían los mil y un artículos que publicaban acerca de él, pero lo cierto era que solo le interesaba la Casa Blanca y los privilegios y beneficios que esta le generaban. Al igual que mi padre, tenía una doble vida solo que de una forma diferente. Gabe Hunter pasó de ser la sombra de su hermano a ser el hombre más adorado del país.

Chris y Gabe nunca se habían llevado bien, pero la única forma de que mi padre no fuera a la cárcel era con la impunidad del presidente. Obviamente no la consiguió y aquel gesto puso aún más por las nubes a Gabe.

Desde pequeña supe que algo iba mal y no me equivocaba. La muerte de mi madre fue un duro golpe para todos y a pesar de que mi padre intentó convencerme de que no la asesinaron, sabía que yo sospechaba algo.

En el momento en el que el juez gritó la palabra "culpable" tuve muy claro que iba a ejecutar el último golpe de mi padre e iba a desvelar toda la verdad.

Recuerdo la primera vez que me manché las manos de sangre. Recuerdo que llegué a sentir el miedo de mi víctima y eso solo hizo que creciera mi hambre de matar. Cuando pasé el cuchillo por su garganta descubrí que había una bestia en mi interior que quería liberarse. Tenía once años y era la primera vez que acompañaba a mi padre a trabajar.

Miré mis manos y vi que no temblaban. Me sentía bien. En aquel momento comprendí su trabajo. Él nunca había creído en la justicia y todas sus víctimas merecían ser juzgadas, pero de una forma u otra, siempre salían victoriosas así que ahí estaba mi padre para hacerles pagar por lo que habían hecho, pero... ¿Quién era mi padre para juzgarles? Nadie. Porque nadie es más que nadie. Pero ese era un concepto que hoy en día muy poca gente comprendía. Ese día aprendí que los que tienen dinero no son condenados, que los jueces y los policías son comprados por los más poderosos y que los políticos se benefician de su profesión. Aprendí que no existe la justicia. Que siempre hay dos versiones pero sólo escuchamos la que más nos interesa.

—¿Cómo sabes que este hombre era el malo de la historia?

Mi padre sonrió.—¿Recuerdas el cuento que te contaba siempre de pequeña?

—¿El de Caperucita Roja?

Asintió.—¿Quién era el malo?

—El lobo.—Respondí obvia.

—"El lobo siempre será el malo si es Caperucita quien cuenta la historia."

Aquella frase se había quedado grabada en mi mente. Y desde entonces, aprendí a no confiar en nadie. Al fin y al cabo, todos somos bestias aparentando ser humanos. 

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Holaaa☺️

Antes que nada me gustaría daros las gracias a las que estáis aquí desde que empecé Hache, la cual tiene ya 1M😱

Esta tercera parte, que es totalmente independiente de las anteriores, va a ser completamente diferente. Espero que os guste tanto como me está gustando a mi escribirla❤️

Bestia es una historia que quiere romper con todo tipo de prejuicios y estereotipos. Y al igual que las anteriores, contiene escenas brutalmente violentas. Queda a responsabilidad de cada lector.

Espero que la disfrutéis❤️
Nos vemos en nada con el primer capítulo!😊

BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora