Capítulo 30.

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Axel's POV

Terminamos de cargar las armas y nos las escondimos. Llevábamos las suficientes porque nunca sabías lo que podía pasar en un lugar como aquel. Nos pusimos vestimenta negra, incluidos pasamontañas, para camuflarnos con la noche y evitar ser vistos.

Hoy era una de las mejores noches para entrar en las instalaciones del Guante Blanco porque apenas había vigilancia. La razón por la cual eso era así era porque el Halcón, una vez cada seis meses, se reunía con el resto de organizaciones peligrosas en otro punto del país. Nunca supe la ubicación de esas reuniones porque eran confidenciales.

El Halcón se llevaba a su equipo casi al completo. Dejaba a tres de sus hombres vigilando las instalaciones. Lo cual no iba a ser un problema porque había una entrada trasera y ninguno de los tres vigilaba ese punto.

Conocía a la perfección sus instalaciones. Sabía exactamente dónde se encontraba cada cámara de vigilancia y todas las alarmas existentes que podía haber tanto fuera como dentro.

Llegamos allí y nos dirigimos a la puerta trasera. No había ninguna cámara en ese punto, lo cual nos resultó bastante sencillo entrar porque solo necesitamos una horquilla para abrir la cerradura de la puerta. Se la pedí a Rebecca y tardé unos segundos en abrirla. Aquella puerta daba a una especie de sótano.

El sótano no tenía ninguna cámara porque ahí solían traer a sus víctimas si era necesario por lo que era muy importante no dejar pista alguna. Subimos las escaleras y antes de abrir la puerta que nos daba acceso a su interior, le indiqué a Rebecca que parara.

—No te separes de mi y no nos pasará nada. ¿Entendido?

Ella asintió y me dispuse a abrir la puerta con sumo cuidado. Aquellas instalaciones parecían una mansión. Todos los integrantes vivían allí salvo el Halcón. Había cocina, baños, habitaciones, salón, salas de estar, salas de reuniones y, como no, el despacho del susodicho. Si queríamos conseguir una pista, el despacho era nuestro lugar.

Las escaleras del sótano daban a un largo pasillo. A su final se encontraba el salón grande, el cual tenía luz y se escuchaban voces. Con suerte estarían allí los tres y no en la sala de vigilancia. Eso, nos daría una enorme ventaja para llegar sin ser descubiertos.

Indiqué a Rebecca que parara y con mucha cautela, me acerqué hasta la puerta del salón.

—Por fin un poco de paz.—Habló uno de ellos.

—No sé vosotros, pero los días de reuniones son los mejores.

En ese momento pude confirmar que estaban los tres y que no había nadie en la sala de vigilancia. Lo más difícil que teníamos que hacer era subir las escaleras que se encontraban al final del pasillo y cuyo inicio tenía vistas al salón.

Aproveché que estaban inmersos en la conversación y le hice un gesto a Rebecca para que viniera hasta mi posición mientras yo iba hacia las escaleras. Una vez allí, subí hasta el escalón en el que ellos no podían verme, pero Rebecca sí.

Esperamos unos segundos y le indiqué que podía venir. Hizo un ruido apenas audible y nos quedamos quietos al escuchar sus palabras.

—¿Habéis escuchado eso?

—¿El qué?—Preguntaron al unísono los otros dos.

—Un ruido en las escaleras.—Se quedó pensativo y extrañado a la vez.—No sé, serán imaginaciones mías.

Respiramos aliviados y subimos hasta arriba. Había muchas habitaciones, pero el despacho se encontraba al final. Era la puerta grande que estaba cerrada con un número secreto. Aquel número hubiera sido un problema si no lo supiera, pero un día se lo vi al Halcón sin que él se diera cuenta. Esperaba que no lo hubiera cambiado porque entonces íbamos a tener un serio problema ya que la alarma comenzaría a sonar.

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Pasaron unos eternos segundos hasta que la luz de aquel panel se puso verde y abrió la puerta. Por un momento había creído lo peor.

Entramos y cerré la puerta con cuidado. Ahora teníamos ventaja nosotros porque desde su despacho se podían ver todas las cámaras en tiempo real.

Los tres matones estaban en el salón. Aquel que se había percatado del sonido apenas audible, había vuelto a ver la televisión.

—Rebecca, revisa las estanterías. Yo revisaré los cajones de la mesa.

—De acuerdo.

Me dirigí a la mesa de su despacho y comprobé que todos los cajones estaban cerrados con llave. Seguía teniendo la horquilla de Rebecca así que intenté abrirlos con ella.

Eran cerraduras normales por lo que no me supuso ningún problema. El primer cajón contenía un arma, el segundo un montón de papeles que, después de hojearlos, me di cuenta de que no me servían. El último cajón estaba vacío. Vacío. Algo que me resultaba demasiado extraño. Lo palpé y me di cuenta de que tenía un compartimento de doble fondo secreto. Lo levanté y me quedé sorprendido. No había absolutamente nada. ¿Qué guardaba antes ahí El Halcón? Y lo más importante... ¿por qué lo había cambiado de sitio?

—Axel.—Captó mi atención.—Tienes que ver esto.

La miré y ambos nos quedamos asombrados ante tal descubrimiento.

Rebecca's POV

Por un momento el corazón me empezó a latir demasiado rápido. No había sido del todo sigilosa ya que la madera crujió y casi puse en peligro la operación.

Una vez que Axel puso el código, nos dividimos donde buscar en su despacho. Él estaba concentrado en la mesa de su escritorio, mientras que yo estaba buscando en sus estanterías. Unas estaban llenas de carpetas con cientos de documentos, mientras que otras estaban ocupadas por miles de libros de lectura.

De vez en cuando echaba un vistazo al monitor de las cámaras para ver que los matones no se habían movido del salón.

Los documentos que encontré eran puro papeleo y no servían para nada. Así que, cambié de estanterías y me puse a rebuscar entre los libros. Había un libro demasiado viejo que me llamó la atención. Cuando fui a cogerlo, la estantería se abrió en dos y unas escaleras aparecieron. Era una sala secreta.

—Axel, tienes que ver esto.

Dejó en seguida lo que estaba haciendo y nos miramos asombrados.

—Vaya, vaya. En todo el tiempo que estuve con ellos, no tenía ni idea de la existencia de esta sala.

—Pues es hora de descubrir que esconde.

Ambos nos miramos. Sabíamos que nada bueno podía haber en aquella sala. 

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