Capítulo 2.

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Rebecca's POV

Había quedado con Víctor en la cafetería de siempre porque decía que tenía información que podía interesarme. Víctor era uno de los siete miembros que integraban La Mafia y conocía a mi padre desde que eran niños. Era el único que no se había marchado de Los Ángeles y el único que seguía en contacto con mi padre. A día de hoy no confiaba en nadie que no fuera Chris, pero si tuviera que elegir en quién confiar, Víctor sería la primera persona a quien acudiría. En todos estos años nunca ha sido desleal.

Pedimos dos cafés y nos sentamos uno en frente del otro, en la mesa más alejada.

Deslizó un sobre marrón por la mesa.

—Esto te interesa.

—¿Qué es?—Pregunté antes de abrir nada. A veces, abrir un sobre marrón no te daba la posibilidad de volver atrás.

—La persona que el Guante Blanco ha contratado para eliminarte.

A día de hoy, el Guante Blanco era la organización más peligrosa a nivel mundial, pero para ser sincera, no me preocupaba en absoluto. No era la primera vez que enviaban a alguien a matarme.

—Pensaba que ya les había quedado claro. No hay nadie que sea capaz de pensar tan fríamente como yo.

Todos los que intentaron eliminarme y fracasaron era porque no tenían la sangre lo suficientemente fría como para hacerlo. Mi padre me enseñó todo lo que él sabía y yo aprendí nuevas lecciones por mi cuenta. Todos los que llevaban una doble vida, sabían que yo era una de las asesinas más temidas y peligrosas.

—Esta vez es diferente.—Pausó Víctor.—Esta vez han enviado a alguien como tú.

Fruncí el ceño.—¿Alguien como yo?

Asintió.—Y si quieres ganar, vas a tener que luchar contra ti.—Se levantó y se marchó de la cafetería antes de que nos trajeran los cafés.

En ese aspecto, Víctor era como mi padre. Me seguía aconsejando para que después yo tomara mi propia decisión. Supongo que a petición de Chris, porque yo sabía que a día de hoy, Víctor era el único que seguía en contacto con él.

El camarero frunció el ceño y dejó los dos cafés encima de la mesa.

Miré el sobre marrón fijamente. Solo había una persona que pudiera estar capacitada para este trabajo: Axel Collins. Era frío y calculador. Uno de los mejores asesinos que había visto y mi padre siempre había querido integrarlo en la Mafia, pero alguien como Axel o como yo, trabajamos mejor solos. Ahí estaba la diferencia entre Chris y yo, él me había entrenado para eliminar a cualquier persona sin importar las circunstancias.

Abrí el sobre y ahí estaba su foto. Era él. Dos bestias en una misma jaula en la que solo podía quedar una. No le tenía miedo y si Axel quería eliminarme, le iba a costar muy caro.

Pagué los cafés y me levanté de la mesa sin siquiera haber bebido un sorbo. Metí el sobre en el bolso y me dirigí a la cárcel donde tenían a mi padre encerrado.

Las puertas de la sala de visita se abrieron y mi padre, esposado como siempre y vestido con un mono rojo al ser un preso peligroso y de máxima seguridad, entró. Todo el mundo allí volteó a verle y cuando levantó la mirada, todos bajaron la vista. Sonreí por dentro.

—Papá.—Me dispuse a abrazarlo pero el "nada de contacto" que salió de la boca del guardia me detuvo. Odiaba eso, pero esa era la única forma de evitar que los presos y las visitas se pasaran objetos provenientes del exterior.

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