Capítulo Treintaiuno

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Después de algunos días caóticos, había llegado el viernes. Cedric había desaparecido completamente de la mansión y había pasado todas sus noches y algunas mañanas, encerrado en el estudio, que había sido de Cornelius, organizando el evento del siglo. 

Ninguno de nosotros tenía idea de qué planeaba hacer, pero Emily y Gary parecían cada vez más nerviosos temiendo que sus ideas no alcanzaran la magnitud de la de Cedric. 

Yo también había estado nerviosa, muy nerviosa, pero por otras razones. Estaba esperando los resultados de mi estudio de sangre y Thomas Dumont no se había comunicado conmigo en lo absoluto. ¿Cuánto podían tardar en analizar un estúpido ADN? Cuando había ido a extraerme sangre, la sala estaba completamente vacía, lo que me dejaba claro que no tenían nada más que hacer a parte que descubrir si mi sangre era compatible con la de algún familiar que me estuviese buscando. 

Tal vez lo que sucedía era que mi sangre no había sido compatible con la de nadie y Thomas no quería decírmelo... Aunque no veía como ese sujeto tan frío y calculador podía preocuparse por no herir mis sentimientos. 

Me hundí en el sillón de la biblioteca, resignada a otro día de total aburrimiento. La vida como vampiro era terriblemente aburrida, o al menos lo era en aquella mansión inmensa en la que no tenía otros amigos a parte de Logan. Cedric había estado tan ocupado que me había dejado demasiado tiempo libre, los libros antiguos comenzaban aburrirme tanto como mi vida en general. Como si eso no fuese suficiente, a pesar del nuevo y renovado odio que le tenía a mi hermano, también la extrañaba en la misma medida. 

No extrañaba la semana que había pasado en la mansión, eso había sido un desastre; pero sí echaba de menos sentarnos a ver series juntas durante un día entero mientras comíamos palomitas, su comida congelada que a veces metía en el microondas y no se calentaba del todo, nuestras conversaciones de horas, hablando en voz baja incluso cuando no había nadie más en casa. 

Subí los pies al sillón u me abracé las rodillas, consiente de que no podría concentrarme en mi lectura. Sin embargo, como por arte de magia, Logan pareció leer mis pensamientos, o más bien recibir mi aurea de aburrimiento; porque abrió la puerta de la biblioteca con ímpetu y me volví sobresaltada para observarlo. 

- No quiero ver más películas por esta semana- le advertí mientras observaba con él venía hacia mí. 

- No vine aquí para eso...- me sonrió de lado, mientras me quitaba el libro que seguía sosteniendo con una mano y lo apoyaba sobre la mesa con desinterés- te prometí hacer cosas divertidas cuando nos conocimos y eso haré- 

- ¿Vamos a saltar en paracaídas? No sé si estoy de humor para tus dosis de adrenalina- 

- Tranquila, hoy no habrá saltos, ni cosas super emocionantes, pero sí algo mejor que ver la televisión y leer esta mierda- dijo arrugando la frente y yo fruncí el ceño. 

- Ese libro no es tan malo- traté de defenderlo mientras me ponía de pie- ¿Qué haremos? - 

- Te enseñaré a andar en moto- me soltó mientras su sonrisa se volvía más amplia. 

Le devolví el gesto, de repente emocionada por la perspectiva de una noche más emocionante. 

- Muy bien, ya te dije, pido la de Emily- 

- Tranquila Hada, primero tendrás que aprender con una más pequeña, con la que tus pies toquen el suelo. Eres enana para la moto de Emily- dijo mientras ambos nos dirigíamos a la puerta. 

Cinco minutos después estábamos en la habitación de mi hermana, que había vuelto a convertirse en garaje. Aún no habían quitado la heladera, ni el microondas, pero todas las motos de la familia estaban ahí. 

Sed de Sangre (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora