Capítulo Veintiocho

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- Buenas noches, April- me saludó Thomas, en cuanto pisamos el interior del edificio.

El concejal estaba sentado en uno de los sillones de cuero negro de la entrada. Su cabello casi blanco estaba peinado hacia atrás, con perfeccionismo. Usaba unos pantalones de vestir gris topo, una camisa blanca ajustada al cuerpo y una corbata del mismo color que los pantalones.

- Buenas noches - saludé, tragando saliva con dificultad.

- Veo que viniste acompañada por... ¿Cómo era tu nombre? - inquirió él, arrugando la frente y mirando a Logan como si fuese un parásito.

- Logan Leblanc- dio rápidamente él, poniendo los ojos en blanco.

- Cierto, la oveja negra de los Leblanc- sonrió falsamente, curvando apenas la comisura derecha del labio- en fin, síganme, iremos a la sala de extracciones-

Sin esperar respuesta, Thomas se volvió y comenzó a guiarnos por los pasillos de aquella inmensa academia. A nuestro alrededor pasaban vampiros uniformados, con rostros serios, abrazando enormes volúmenes como si fuesen salvavidas y soltando una risa elegante de tanto en tanto, por algo que seguramente tenía gracia solo para cerebritos.

Llegamos al final de un pasillo, repleto de casilleros y Thomas abrió la última puerta. Esperaba encontrar un aula igual que las del instituto del pueblo. Tal vez no tan ruidosa, pero sí llena de bancos escritos y una pizarra vieja. Sin embargo, allí adentro, parecía que nos encontrábamos en una especie de hospital. Había una escribanía junto a la puerta, y allí un vampiro vestido con una bata blanca y larga hasta las rodillas, bebía sangre de un vasito descartable.

- Señor Dumont, ¿En que puedo ayudarle? - inquirió el vampiro, poniéndose de pie rápidamente.

- Traigo a la señorita April Fontaine. Viene a extraerse sangre para ver si es compatible con alguien del registro de búsqueda-

- Muy bien- asintió el otro, volviendo a sentarse y comenzando a teclear algo en su ordenador.

Miré a mi alrededor y noté que Logan hacía lo mismo: paredes blancas, luces pálidas aferradas al techo y una hilera de cinco asientos, separados por mamparas celeste claro, dentro de las cuales había un vampiro distinto, también en bata, esperando para extraer sangre.

- ¿Puedo extraerme sangre yo también para ver si soy adoptado? Tal vez así resolvamos el misterio de la oveja negra- bromeó Logan y yo le hice una mueca divertida.

- Tienes el cabello de Cornelius y sus ojos. Dudo que seas adoptado- dije riendo.

En ese momento un ruido robótico nos interrumpió y nos volvimos hacia el escritorio. El recepcionista estaba poniendo en marcha la fotocopiadora. Observamos en silencio el papel, mientras salía y finalmente en hombre me tendió un pequeño rectángulo adhesivo, con mi nombre escrito en él.

- Elige donde extraerte, todos están libres ahora. Entrégales esto para que puedan pegarlo en tu probeta-

Asentí y me percaté de que las manos comenzaban a temblarme. Intenté dar un paso hacia adelante pero el pánico se había apoderado de mí.

Sentí algo, una mano envolviéndome la cintura con delicadeza. Tragué saliva con dificultad y me volví: Logan me sostenía, me sonrió y se señaló los pies. Bajé la vista y me concentré en imitarlo, un pie detrás del otro... Un paso a la vez.

- No estés nerviosa, Hada- me dijo en voz baja, a pesar de que allí todos podían oírlo.

Me esforcé en seguir caminando, con el sticker entre mis dedos temblorosas y finalmente llegué a uno de los asientos.

Sed de Sangre (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora