Capítulo Cinco

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En cuanto Fausto le soltó a Logan que acababa de meterse con la propiedad de su hermano, este último se volvió para mirarme y me estudió de pies a cabeza.

– Escucha lo que haremos– me dijo acercándose para mirarme directo a la cara.

– Ilumíname– le pedí, frunciendo el ceño.

– Ninguno de los dos le contará nada a mi hermano. Y si él pregunta... Lo negamos todo–

– Yo no tengo por qué darle explicaciones a Cedric y tú ¿Vas de malo y resulta que te aterra tu hermano? – Logan esbocé una sonrisa maliciosa y se apartó un poco de mí.

– ¿Cuántas veces te mencionó Cedric mi existencia? –

– Ninguna...– dije mordiéndome el labio, ni siquiera necesitaba pensarlo, no había mencionado su nombre ni una sola vez.

– ¿Sabes por qué? –

– Supongo que no te quiere– me encogí de hombros y él me señaló con un dedo y asintió.

– Pues imagínate que tu hermano al que desechaste de tu vida, le chupe la sangre a tu novia... Y encima regresa después de tres años para pedirte un favor... ¿Lo ayudarías? –

– ¿Piensas ir a verlo? ¿Por qué tienes que pedirle un favor? –

– Es a dónde me dirigía justo antes de que este brujo encantador...– continuó mirando a Fausto de soslayo– me atrapara y me torturara en su casa–

– ¿Y por qué? ¿Cuáles es el favor que tienes que pedirle? –

– Te lo contaría, pero resulta que nuestro amigo el brujo sigue nuestra conversación muy atentamente– Logan se volvió directamente hacia Fausto y levantó la barbilla desafiante– ¿No sabes nada sobre educación? –

– Estás en mi casa– le recordó el brujo, entrecerrando sus ojos negros– si por lo que necesitas pedir ayuda es por algo relacionado con los brujos, será mejor que me lo digas ahora–

– ¿Crees que puedes seguir dándome órdenes? – con toda la velocidad propia de un vampiro, Logan avanzó hasta Fausto y lo tomó del cuello, empotrándolo a la pared y despegando sus pies del suelo – vas a pagar todo lo que me hiciste estos días–

– ¡Logan! ¡Suéltalo! – exclamé yo avanzando hacia ellos, pero él me ignoró por completo.

– Me lanzaste agua bendita todos estos días, me hiciste tragar verbena y me dejaste colgado como un maldito muñeco– el vampiro presionaba el cuello de Fausto cada vez más.

Fausto entrecerró los ojos, concentrando toda su atención en Logan. Este soltó un gruñido, con los dientes apretados, pero siguió aferrándolo por el cuello, sin aflojar los dedos ni un poco.

– ¡Logan! ¡Suéltalo! ¡Lo vas a matar! – volví a exclamar acercándome a él y tirando de su brazo para que lo dejara, pero casi no pude moverlo.

Su brazo parecía de acero. Los músculos se le marcaban con fiereza y respiraba cada vez más agitadamente por el dolor que debía causarle la magia de Fausto. Un hilo de sangre comenzó a bajarle por la nariz, y supe que lo que fuera que estuviese resistiendo era mucho, incluso para él. Miré a mi alrededor y mis ojos se detuvieron en la chimenea. Corrí hacia ella y tomé un tronco encendido en la punta, intentando no quemarme.

Volví a acercarme a Logan y sostuve la rama delante de mí, apuntándolo con ella.

– Paren los dos o los toco con esto – les advertí.

Logan, finalmente me miró con el rabillo del ojo. Sus ojos azules se habían teñido de rojo. Miraban de una forma tan aterradora que casi me asusté, pero seguí sosteniendo el trozo de leña y me acerqué un poco más.

Sed de Sangre (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora