Capítulo Treinta

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La carta que Thomas me había dado para Destiny no era otra cosa que una apremiación de parte del concejo para que se presentara junto a Nicholas la noche siguiente.

La luna resplandecía sobre sus cabezas y Destiny clavó la vista en ella, intentando respirar hondo y calmar su corazón, que no paraba de golpearle el pecho a toda velocidad.

Nicholas se había dejado vestir por ella en silencio, sin siquiera moverse. Parecía un muñeco de trapo envuelto en un traje negro que le quedaba algo grande y una corbata azul oscuro. Su cabello rizado estaba peinado lo más prolijamente posible, pero el problema era su rostro: sus ojos oscuros y vacíos como las cuencas de un esqueleto, su boca resumida en una fina linea que solo gruñía de vez en cuando.

Las rejas del Instituto se abrieron para dejarlos pasar y Destiny entrelazó su brazo con el de él para guiarlo. Mantuvo la espalda recta y la mirada en alto, lista para defenderlo y defenderse ante el concejo.

- ¿Señorita Briand? - preguntó la recepcionista en cuanto atravesaron la puerta principal y ella asintió- ¿Y él? -

Nicholas no emitió ningun sonido. Simolemente miraba sin ver, el rostro de la recepcionista mientras un hilo de saliva comenzaba a escaparse por la comisura derecha de su labio. Destiny se obligó a no desmoronarse y miró a la chica con sus fríos ojos café.

- Mi prometido Nicholas Felicis- lo presentó- el consejo nos está esperando-

- Perfecto, síganme- asintió la vampira saliendo de detrás de su escritorio para guiarlos.

Los condujo hasta la misma puerta a la que la había llevado cerca de un mes atrás y la abrió con una sonrisa, señalándoles que entraran.

- La señorita Destiny Briand y su prometido Nicholas Felicis- los presentó ante el cosejo, a pesar de que los cuatro podían verlos entrar.

- Gracias- asintió Thomas, que siempre parecía ser el más educado de los cuatro.

- ¡Bienvenidos porfín! - exclamó Eric Wonder con cierto sarcasmo, uniendo las manos en un único aplauso- nuestto querido Nicholas, te has hecho desear-

Nicholas paseaba la vista por el lugar con rostro receloso como si presintiera un peligro inminente, pero no respondió absolutamente nada.

- Pueden tomar asiento- les indicó Thomas, más dirigido a Destiny que a su prometido.

Ella tiró un poco del brazo de Nicholas hacia abajo haciendo que se sentara con cierta brusquedad y solo entonces lo soltó y se acomodó en su asiento.

- ¿Como te encuentras? - inquirió Jhosephin mirando a Nicholad con una pequeña sonrisa de diversión.

- Bien- respondió Destiny abriendo un poco los ojos.

- Me alegra, señorita Beiand pero estaba hablando con su prometido- Josephine la miró como si fuese idiota y continuó observando al vampiro.

- ¿No habla? - inquirió Benedict rebufando y Destiny deseó que la tierra la tragase para poder terminar con todo eso de una vez.

- Aún está recuperándose... Está un poco indispuesto...- intentó explicar pero Benedict sonrió con sorna y Josephin lo siguió.

- ¿Qué clase de indisposición? - inquirió Eric, tomándose la barbilla pensativo.

- Aún... No me reconoce del todo y está un poco perdido...Pero aparecía en el libro de hechizos que seguimos para resucitarlo... Todo esto es temporal-

- Lo que es temporal es mi paciencia señorita Briand- la cortó Benedict frunciendo sus gruesas cejas negras- ¿A caso piensa que somos imbéciles? Está claro que Nicholas parece una marioneta sin alma. Es un cadaver reanimado y no mucho más-

Sed de Sangre (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora