Capítulo 27: El juicio

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—No puedo creerlo, enserio. Vincent hace todo más difícil —reprocha Carter con molestia. Camina cerca de mí mientras sigo a un Ara muy apresurado. El pobre niño tiene las mejillas enrojecidas.

            —Ya está hecho, Carter. Deja de quejarte —le digo también con reproche.

            Carter suelta un resoplido.

            —Bien, me callo. Pero tienes algo en…

            —Cállate.

            Cuando nos acercamos al ala sur de la Casa, donde se realizan los juicios y encarcelamientos, Ara me dice:

            —Creo que será mejor que el cazador se esconda, porque si alguien lo ve sin haber sido designado pueden castigarlo.

            —Ya no soy cazador —comenta Carter.

            —Como sea. Carter, demuestra tus habilidades de camaleón y escóndete donde te plazca, no me gustaría tener que decidir tu destino también.

            El aludido hace una mueca, pero termina por perderse entre unos pasillos oscuros para no verse más. Espero que encuentre alguna manera de volver a mi habitación o algún lugar seguro.

            Ara me lanza una mirada y apresura el paso hacia el ala sur. No dice nada hasta que nos encontramos delante de las puertas del juicio, donde unos guardines reposan con armas en mano y miradas indiferentes.

            —Di que eres la oradora del juicio, que Zacarías te mandó —me susurra al oído. Digo lo que me indica, aunque con voz más amortiguada y con menos seguridad, pero aun así los traidores me abren las puertas y me dejan pasar.

            La sala en la que entro es espaciosa y de colores claros, como casi todas en la Casa. Unos guardianes vestidos de negro están formados en los costados y más de ellos descansan en sillas elegantes que dan a una mesa de jurado larga, donde unos bendecidos antiguos miran a la multitud sin interés. Vin está en una mesa más pequeña a un lado, con la cabeza baja y vestido todo de blanco manchado de sangre. Me parece que también tiene heridas graves en el rostro y cuello.

            Ara cierra la puerta detrás de mí, que hace un ruido estridente en la habitación, llamando a atención de todos, incluyendo la de esos guardianes que me intimidan. A pesar de que todos me miran con  un interés repentino, es Zacarías quien se levanta de su silla y me da la bienvenida.

            —¡Cassandra, nueva guardiana! Bienvenida seas, querida. —Alza sus brazos y de pronto los demás espectadores de la sala se incorporan también, unos más a regañadientes que otros. Todos excepto Vin, que está amarrado en su silla.

            Trato de no mirarlo mucho cuando me abro paso entre la multitud, más por su rostro demacrado y herido que por otra cosa. Un hombre de barba larga me da un asiento en la primera fila junto con Ara, cerca de donde se sientan los señores líderes. Zacarías se dirige a la multitud:

            —Habitantes de esta casa, hoy día tenemos un caso muy especial que presentar. —Señala con su brazo a Vin—. Este hombre pide clemencia e integridad hacia su persona. Asegura que participado en nuestros planes consciente o inconscientemente pero nadie más que yo ha oído hablar de él, ¿o me equivoco? —Unos murmullos de negación se escuchan entre los expectantes. Los líderes miran con el ceño fruncido a Zacarías—. Pero, partícipe o no, ¿este hombre merece la gloria del Infierno? —Ahora se escuchan algunos gritos, unos negando y otros afirmando la pregunta de Zacarías. El hombre sonríe y me observa con atención—. Y aquí es donde entra mi querida Cassandra, ella decidirá el veredicto.

Princesa de las Tinieblas (Herederos del Infierno #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora