Después de ese día, he estado visitando a Vin dos veces al día para llevarle alimento durante dos semanas. Me hubiera gustado pasarme más seguido, pero resultaría sospechoso tantas visitas al sótano, además de que incluso con pocas visitas tenía que cubrir mi rostro para pasar desapercibida. Al pasar el tercer día, Kali se largó de la habitación y no volví a verla por ahí, incluso a Lyla no la veía tan seguido.
Por sugerencia de Vin, decidimos—más bien, decidí— que sería mejor trasladarlo a otro sitio donde los cazadores no se molestarían en buscar. Así que después de varias horas de idea, Lyla sugirió el cuarto de alimento de las bestias. Está a unos metros de La Cárcel y es un sitio poco concurrido para los cazadores, ya que no piensan que sea realmente necesario alimentar a los demonios.
Por eso ahora, estoy sentada sobre una caja fuerte de metal, observando cómo Vin come una barra de pan sentado sobre una sábana en el suelo y recargando su espalda, cada vez más sana, en la pared despintada.
Hace ya catorce días que seguimos en la misma situación, Vin recostado en las mantas, comiendo la mitad de mi comida, y yo esperando a que terminara su rutina, para luego volver a mi cuarto y recostarme a dormir porque no tengo nada que hacer.
No sé qué espero, quizá un milagro en el que milagrosamente despertara de mi cama sin ninguna bruja dentro de mi cuerpo, y así poder salir de una buena vez de este lugar sofocante. Pero sé que no es verdad y que seguramente no pasará nunca. Menos si no he logrado ningún avance con los cazadores. Vin me había dicho que ellos me ayudarían a sacar la entidad de mi cuerpo, pero desde que llegué no he notado ningún logro.
Al parecer se han concentrado más en incriminarme que en auxiliarme con mi problema, como si de alguna forma yo tuviera la culpa de todos sus inconvenientes. Por lo cual me siento ofendida, ya que no recorrí en auto durante un día entero para que después terminaran ejecutándome sin respuesta.
—¿Qué estás pensando? —inquiere Vin al terminar de masticar y tragar un bocado de pan.
Me relamo los labios, pensativa.
—En por qué sigo aquí a pesar de no haber logrado nada. —Vin me estudia con atención—¿Es que no te das cuenta? Llevo aquí la mitad de un mes y todavía sigo con una dentro. Peor aún, esos sicópatas vestidos con armas piensan que voy a matarlos en cualquier segundo y de por sí te han tratado de asesinar.
—Muy normal entre los cazadores.
—No me siento cómoda aquí. Es como si algo en mí se rehusara a cooperar y me obligara a hacer todo mal. Anoche sufrí de pesadillas de nuevo, esta vez tan intensas que tuve que levantarme a vomitar.
A Vin le cambia la mirada y aprieta los labios.
—¿Otra vez?
—Sí, aunque ayer vomité…sangre. Creo que está mal pero no será seguro avisarle a nadie más. Lyla seguro me mete una de esas orinas de animal que lleva siempre y no he visto a Kali hace más de una semana. De todos modos si la viera, no le contaría nada.
—¿Y Carter? —cuestiona el chico, retomando sus mordidas al pan blanco.
—Oh, él. Tampoco lo he visto desde hace mucho. Tal vez ya se haya largado de aquí sin decir nada.
—No lo creo—comenta Vin.
—Como sea, no tengo a muchos a los que contarles mis inseguridades.
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Princesa de las Tinieblas (Herederos del Infierno #1)
ParanormalCada persona tiene su oscuridad interior, pero... ¿Qué pasaría si fuera más literal? Cassie Valverde ha pasado gran parte de su vida conteniendo una oscura entidad que intenta salir, alguien que se ha unido a ella de una manera que nunca creyó posib...