Capítulo 14: Kali

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Los ojos me escocen y siento un dolor recorrerme el cuerpo entero, especialmente en la columna vertebral. Lágrimas corren por mis mejillas, he llorado durante toda la noche. Las pesadillas me han perseguido apenas me recosté en la cama.

                Quizá debería tratar de dormir de nuevo, pero las imágenes de bestias y gritos atronadores me lo impiden. A pesar de que no me arrepiento que Vin me mostrara a los monstruos, si lamento no haberle pedido que se quedara conmigo hasta que pudiera descansar. Trato de no ser miedosa, pero las imágenes de demonios y muertos no son fáciles de olvidar, y menos si me mantienen cautiva a tan sólo unos metros de su prisión.

                Vin me dice que no soy una prisionera, pero la habitación con llave y las rejas en la única ventana del cuarto me sugieren lo contrario. Además no ayuda mucho el hecho de que sólo un colchón sucio sea mi descanso, y también está el retrete a un metro. Es como si pensaran no dejarme salir en mucho tiempo.

                Pero tienen que hacerlo, me digo entre pensamientos, aún falta la interrogación.

                Y la tortura.

                Aunque cueste admitirlo, tiene razón. No puedo esperar que me traten con cariño, menos si será Kali quién me interrogue. Menos si tienen mucho que perder.

                ¿Quién eres?, pregunto a “ella”.

                Soy tú.

                No vuelve a decir nada más, y yo tampoco lo hago. No hay nada más que decir. Con miedo, trato de descansar de nuevo, sólo para despertar con respiración agitada y envolviéndome con mis brazos una hora después. No puedo sacarme al demonio de la cabeza, no con esos ojos negros acechándome y esos cuernos amenazantes tratando de descuartizar mi cuerpo.

                No obstante, con dificultad logro dormir hasta el amanecer. Vin entra en la habitación y con suavidad me levanta con un golpecito en el hombro. Como se habrá de suponer, sólo bastó un pequeño roce para que mis defensas se levantaran y pronto mis manos estuvieron sujetando con fuerza los brazos de Vin.

                El castaño me mira con tristeza.

                —Lo siento, esto es mi culpa.

                —Está bien.

                Me levanto suavemente del colchón, y con ayuda de Vin logró ponerme una ropa más decente. Resulta que los cazadores son solidarios cuando se lo proponen. Con una camisa dos tallas más grande, y azul, cubriendo parte de mis pantalones de mezclilla, salgo del cuarto con Vin detrás de mí.

                Logro caminar por varios pasillos sin tambalearme, las pocas horas de sueño no ayudaron a mi equilibrio. Pero con apoyo de Vin alcanzo llegar a la planta principal de La Guarida en pie. Me alivio un poco cuando distingo los pasillos que recorrí ayer con Lyla, pero mi alivio dura poco al ver a varios cazadores esperando en los pasillos con armas.

                Contengo la respiración.

                —No van a hacerte daño—me susurra Vin al oído.

                —Al menos no tan intencionalmente—respondo. Intente ocultarlo o no, sé que Lith quiere ver mi cabeza colgando de un péndulo.

                —Shh.—Vin camina lentamente por el pasillo, y con delicadeza toma mi brazo derecho y lo esconde detrás de mí espalda. Mirando al frente, cubre mi parte de mi antebrazo con una venda que saca de su bolsillo y la amarra por debajo. Lo miro confundida.

Princesa de las Tinieblas (Herederos del Infierno #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora